Conforme la crisis de salud pública provocada por la COVID-19 ha ido avanzando, la desinformación se ha convertido en un elemento central en el debate social, científico y, sobre todo últimamente, político. Así como hace unos días en un artículo en esta misma revista tratamos de arrojar un poco de luz sobre el tipo de rumores falsos que se difundían y el posible perfil de las personas que los generaban, en este de hoy –acabado de redactar el 4 de mayo (estos días hay que contextualizar más que nunca)– trataremos de dar ejemplos de la respuesta a la desinformación.
Esteve Riambau y Mireia Sanahuja Pascual, director y jefa de Administración de la Filmoteca de Catalunya, respectivamente, son entrevistados por las profesoras Judith Clares-Gavilán y María Soliña Barreiro en el marco del proyecto de investigación «EU-VOS Patrimonio cultural inmaterial. Para un programa europeo de subtitulado en lenguas no hegemónicas» (CSO2016-76014-R), del grupo Estudos Audiovisuais de la Universidade de Santiago de Compostela.
Según el Plan de Transformación Digital (2015-2020), en 2020 la Administración española ha de ser digital y vanguardia en el uso de las TIC. Para ello, se debían aplicar distintas actuaciones como transformar los procesos de gestión internos en electrónicos con sistemas de información y plataformas integradas, y desarrollar el puesto de trabajo digital del sector público. ¿Está la Administración Electrónica preparada para atender al ciudadano durante el confinamiento? ¿Cuán ágil ha sido la Administración Digital para adaptar los procesos a las medidas urgentes propuestas por el Gobierno?
Desde que se declarara el estado de alarma el 15 de marzo, nuestras vidas han cambiado radicalmente. Unos actos tan cotidianos como ir a comprar, bajar la basura o sacar al perro se han convertido en extraños y angustiantes. Sin duda, hemos perdido muchas cosas: libertad de movimientos, estar con aquellos que nos importan y algunos, desgraciadamente, el empleo (sin mencionar a enfermos y fallecidos). Sin embargo, hemos ganado otras, quizá no tangibles, que nos permiten mejorar nuestras relaciones personales y, especialmente, hacer el confinamiento más llevadero.
El pasado 17 de marzo el Grupo Daguisa Hotels, segunda cadena hotelera de Andorra, tuvo que cerrar sus seis hoteles a causa del coronavirus, dejando tan solo operativa a una persona del departamento de reservas para que pudiera gestionar las cancelaciones de todos aquellos clientes que tenían una reserva en una fecha posterior. Como directora de cuentas de su agencia de comunicación –Undatia Comunicación–, la situación planteaba retos muy singulares.
Pocas horas antes de la redacción de estas líneas, el Festival de Cannes, el encuentro cinematográfico más importante del mundo, emitía un comunicado oficial en el que anunciaba de que el aplazamiento inicialmente anunciado (de mayo a finales de junio) resultaba imposible de llevar a cabo. Además, en su nota dirigida a la prensa, la dirección afirmaba que, «en estos momentos, se hace difícil pensar que el Festival de Cannes pueda organizarse este año en su formato original».
El cambio climático es un tema que nos debe preocupar como ciudadanos, pero sobre el que ha de haber también un compromiso cada vez más fuerte por parte de gobiernos y empresas. En este contexto, el sector de la organización de eventos debe exigirse también reducir su impacto ambiental.
Hace unos días escuché por la radio que la popular melodía Happy birthday to you (‘Cumpleaños feliz’) fue compuesta en 1893 por dos maestras estadounidenses, las hermanas Mildred y Patty Smith Hill. Llevaba un tiempo recopilando datos sobre la situación de la mujer en el sector musical y la anécdota fue una extraordinaria serendipia: ¿son visibles o al menos existen las mujeres en la industria musical? Con el hilo conductor de la cadena de valor, sirva este artículo como introducción al tema.
No cabe ninguna duda de que estamos viviendo una situación excepcional, de emergencia e incertidumbre. En estos momentos nuestra vida se ve alterada y nos vemos en la necesidad de adaptarnos, en muchos sentidos, a una realidad confusa y complicada. En estos días de confinamiento, los social media, ya de por sí incorporados a nuestros hábitos de comunicación habituales, se han convertido en nuestra ventana, nuestra vía de conexión con el mundo bajo un lema conjunto: #Yomequedoencasa.
Cuando escribo este artículo, hace un mes que nos encerramos en nuestras casas por la situación del coronavirus. En todo este tiempo, los medios de comunicación y las redes sociales se han convertido en elementos indispensables de nuestro día a día y sus contenidos han ido mostrando variaciones, como si de un organismo se tratara, mostrando diferentes estados de ánimo y una evolución a lo largo de los días.