Número 101 (julio de 2020)

La historia, animada

Jordi Sánchez-Navarro

Hace unos meses, con Editorial UOC, publiqué mi libro La imaginación tangible. Una historia esencial del cine de animación, que, como su título indica, es un repaso a las películas esenciales de la historia del cine animado. La crisis sanitaria ha impedido que los libros publicados entre febrero y junio se hayan presentado en sociedad como se solía hacer hasta ahora, en compañía de amigos y lectores potenciales, y los ha dejado en un limbo del que solo meses después, poco a poco, parece que están saliendo. Quizá haya llegado el momento de presentar el libro a los lectores que ocasionalmente me leen en COMeIN, si los hubiera.

La escritura de La imaginación tangible. Una historia esencial del cine de animación me puso en una situación comprometida, de la que ya me habían advertido los autores de «Filmografías esenciales», la colección de libros de cine que tengo la suerte de dirigir para Editorial UOC. Todas y cada una de las personas con las que he tenido el privilegio de contar en la colección han señalado que la principal dificultad de los libros es la selección de los títulos. En cada volumen de «Filmografías esenciales», el autor enfrenta el reto de destilar lo sustancial de un tema o de un género en cincuenta títulos esenciales, lo cual, como el lector comprenderá, no es nada sencillo.

 

Por supuesto, tampoco es fácil condensar la larga y prolífica historia del cine de animación en cincuenta títulos. La animación no es un tema, ni un género, ni una técnica concreta. Es una forma de entender el hecho cinematográfico, un conjunto de técnicas que implican formas de pensar el cine, que suponen maneras de, como intento explicar en el libro, «hacer tangible la imaginación». El cine de animación, por tanto, es un universo rico y tremendamente variado, inabarcable, de hecho. Así que, para confeccionar un listado de títulos que sirvieran de hilo conductor de una historia del cine de animación, como autor me impuse varias condiciones.

 

La primera fue representar en el libro los tres grandes contextos geográficos de producción de animación: Europa, América (esencialmente Estados Unidos) y Japón. La segunda condición fue que en la lista de esenciales debían estar presentes las principales técnicas de animación utilizadas a lo largo de la historia. Es inevitable que algunas técnicas más experimentales queden fuera, pero, dado que el libro está pensado para ayudar a entender el cine de animación a un público no especializado, se buscó incluir todas las importantes. La tercera condición fue, en el fondo, la más limitadora de las tres. Para asegurar la variedad estilística y conceptual de la selección, se optó por incluir en la lista únicamente una película por director.

 

Creo que en el libro se muestra que estudiar las circunstancias históricas de la animación es viajar por una historia paralela del cine. Entrando y saliendo de la corriente principal de las formas fílmicas, la animación ha sido motor de poderosos avances técnicos, de osadas exploraciones formales y de radicales reformulaciones de la relación entre creadores y públicos. Estudiar la historia de la animación implica acercarse a transformaciones de las formas estéticas y de los usos sociales de la imagen que han marcado el pasado, el presente y el futuro de los medios audiovisuales más de lo que se suele reconocer desde la crítica académica. En este sentido, La imaginación tangible quiere ser, ante todo, un viaje por acontecimientos, creadores y creadoras, técnicas y formas estéticas esenciales de la historia de la animación mundial, un trayecto exploratorio que ayude a pensar de forma histórica a las personas interesadas en el medio. A través del análisis de cincuenta títulos esenciales, el libro emprende un recorrido por algunos contextos geográficos y sociales, autores, técnicas y desarrollos tecnológicos que han resultado determinantes en la historia de la animación.

 

Sobre los contextos geográficos y sociales, cabe señalar que el libro comienza su recorrido histórico en la República de Weimar (en la Alemania del período entre las dos guerras mundiales), donde se produce el primer largometraje de animación europeo de la historia —Las aventuras del príncipe Achmed (Lotte Reiniger, 1926)—, continúa por la convulsa Europa de los años treinta, escenario de la producción de Le roman de Renard (Ladislas Starewitch, 1931), y llega hasta el Hollywood clásico anterior a la Segunda Guerra Mundial, donde Disney produce el hito Blancanieves y los siete enanitos (varios directores, 1937) y los hermanos Max y Dave Fleischer responden con su ambiciosa Los viajes de Gulliver (1939). Sigue en la España de la posguerra, donde se produce el primer largometraje animado en color europeo, Garbancito de la Mancha (Arturo Moreno, 1945), y, pasando de nuevo por el Hollywood reconstruido tras la posguerra –el de La Cenicienta (varios directores, 1950)–, llega al opuesto ideológico y social: la Unión Soviética, cuna de La doncella de nieve (Iván Ivanov-Vanó, 1952). Entrada ya la segunda mitad del siglo, el recorrido continúa en la Europa transformada tras la guerra, ya sea en la Europa Occidental, con la producción británica Rebelión en la granja (John Halas y Joy Batchelor, 1954), ya en la Europa Oriental, donde se producen dos hitos de la cinematografía checoslovaca como son Una invención diabólica (Karel Zeman, 1958) y El sueño de una noche de verano (Jiří Trnka, 1959).

 

En el recorrido que el libro propone por los años sesenta, setenta y ochenta, los condicionantes geopolíticos dejan de ser tan relevantes, pero no ocurre lo mismo con los sociales. Las fuerzas que empujan a la animación hacia un lado u otro son las demográficas y culturales, como puede verse en los análisis sobre películas destinadas al público familiar, al estrictamente adulto o a determinados grupos subculturales. El final del siglo xx y las primeras décadas del xxi están marcadas por la globalización de la animación, como se desprende de los análisis de películas destinadas a todo tipo de públicos provenientes de Estados Unidos, Japón, Francia, Reino Unido, Brasil o España, entre otros países y entornos regionales.

 

Además de ofrecer las coordenadas culturales, sociales y políticas del recorrido histórico, la intención de este libro ha sido proveer al lector interesado de un listado de autores esenciales de la historia de la animación. Se comentan obras fundamentales de los nombres ya citados, a los que se suman los de Ralph Bakshi, René Laloux, Eiichi Yamamoto, Bruno Bozzetto, Martin Rosen, Paul Grimault, Gerald Potterton, Don Bluth, Jimmy T. Murakami, Katsuhiro Otomo, Richard Williams, Isao Takahata, Mamoru Oshii, John Lasseter, Michel Ocelot, Brad Bird y muchos otros que el lector irá descubriendo en cada uno de los títulos seleccionados.

 

Aunque todos los creadores que aparecen en esta historia del cine de animación son verdaderamente esenciales, el comentario que podría desprenderse de la lista es obvio: destaca la escasez de nombres femeninos. La presencia de animadoras está firmemente representada por pioneras y creadoras de máximo nivel como Lotte Reiniger, Aleksandra Snezhko-Blotskaya y Joy Batchelor, pero me temo que la lista hace evidente que el terreno del largometraje animado no ha sido un territorio especialmente acogedor para el talento femenino. Una selección amplia de cortometrajes animados esenciales, que sería materia de otro volumen, permitiría reivindicar a numerosas creadoras de importancia incuestionable, como Hermina Tyrlová –citada en el libro por sus contribuciones fundamentales en el cine de animación checo–, Faith Hubley, Alison de Vere, Caroline Leaf, Joanna Quinn o, las más recientes, Regina Pessoa, Anna Solanas, Karla Castañeda y Sofía Carrillo, por citar unos pocos nombres.

 

Lo que intenté conseguir con el listado de títulos final es un corpus esencial a través del cual he buscado explorar todas las aproximaciones a la animación, así como los principales condicionantes culturales, sociales y empresariales a los que esta se ha visto sometida. La animación es un territorio apasionante en el que llevo años inmerso como espectador aficionado y como estudioso. Tras más de dos décadas viendo, escribiendo y programando animación y una década impartiendo clases sobre el tema, he tenido la oportunidad de proponer una aproximación concreta a la historia de una forma cinematográfica apasionante, que es, de hecho, una de las formas expresivas más productivas de la historia de la imagen en movimiento. Un modo de materializar la imaginación humana que goza de un pasado glorioso y de un futuro muy prometedor.

 

Cita recomendada

SÁNCHEZ-NAVARRO, Jordi. La historia, animada. COMeIN [en línea], julio 2020, no. 101. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n101.2053

cine;  animación;  género; 
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