Los servicios de inteligencia han guardado durante años dosieres con información, a veces "sensible" a veces "privilegiada", sobre objetivos de seguimiento de alto interés para la gobernabilidad de los países que llevan a cabo esta práctica como mecanismo de seguridad. Si nos alejamos de este escenario, cercano al pensamiento de la Guerra Fría, la globalización de la actividad económica y la movilización social a través de los medios de comunicación y de las redes sociales, han llevado a las empresas, instituciones y agentes sectoriales a adoptar este tipo de práctica con el objetivo de estar informados constantemente de los acontecimientos relevantes del entorno estratégico de cualquier organización.
La inteligencia, como ya se ha mencionado en anteriores artículos de COMeIN, puede presentar diferentes formas o denominaciones: inteligencia competitiva, inteligencia económica, inteligencia territorial, vigilancia tecnológica, etc. Consultoras especializadas, e incluso departamentos internos de las empresas, ofrecen servicios de inteligencia articulando tecnología avanzada de captación masiva de información y la aportación de analistas que clasifican y estructuran la información relevante para su consumo. Pero, ¿cómo se generan estos productos da información? ¿Qué formato presentan? ¿Cómo se entregan?
La información, y por tanto el producto informacional que procede de un servicio o unidad de inteligencia debe cumplir con varios preceptos, por ejemplo, objetividad: evitar los posibles sesgos en su interpretación. Los juicios deben ser sometidos a criterios estructurados y sistemáticos capaces de evitar en el mayor grado posible distorsiones durante el tratamiento de la información.
Otro precepto es la exhaustividad, la información seleccionada debe tratar de cubrir las necesidades manifestadas teniendo en cuenta todos los prismas posibles. Los deliverables para el consumidor de inteligencia deben contener la profundidad, que no largura, suficiente para que el decisor que consume el producto se sienta seguro.
También intervienen la precisión, la información debe ser objetivamente correcta a través de la evaluación de la fiabilidad de los productos finales y de la fiabilidad de las fuentes sobre las que se obtuvo la información para producirlos; la relevancia, la información debe ser lo suficientemente pertinente, mediante su selección y organización, para aplicar los requerimientos del consumidor, y la oportunidad, los productos de inteligencia deben ser entregados a los consumidores en tiempo útil de decisión. Además, la información debe ser usable, debe ser fácilmente asimilable por el consumidor, aportando información concisa y clara con el fin de facilitar una buena comprensión y aplicación inmediata. La disponibilidad, la información debe poder ser fácilmente accesible para el consumidor, es una función de la oportunidad y usabilidad, así como de la seguridad, interoperabilidad y conectividad.
Un producto de inteligencia debe cumplir con estos preceptos, pero ¿cuál es la estructura de un producto de inteligencia? Básicamente se compone de cuatro elementos: objetivo de seguimiento (parámetro base), pieza informativa (tipo de información que se quiere extraer), periodicidad (una vez en el tiempo, periódicamente, etc.) y alcance geográfico (regional, estatal, internacional, etc.). Los productos de inteligencia se pueden clasificar en dos tipologías de procedencia diferenciando si son fruto de la monitorización de objetivos o del análisis estratégico y prospectivo.
Si sometemos la fórmula de producto de inteligencia a esta clasificación, podríamos construir el siguiente producto perteneciente a la categoría monitorización de objetivos: “perfil de mercado” con el objetivo “sector moda” con la pieza informativa “riesgo inversión” con la periodicidad “semanal” y alcance geográfico “Francia”. Otros productos de monitorización de objetivos pueden ser: competidores, clientes, sectorial, accionistas, directivos, stakeholders, proveedores, ámbito económico e índices clave, medios de comunicación, blogs y redes sociales, patentes y propiedad industrial, licitaciones públicas, regulación y legislación, tendencias, precios, perfil de países, perfil de empresas, perfil de producto, perfil de mercado, publicaciones especializadas, marca, eventos, etc.
Bajo la categoría análisis estratégico y prospectivo podríamos construir el siguiente producto: “análisis de la cadena de valor” con el objetivo “empresas de tecnologías para smart cities”, con la pieza informativa “modelos de negocio”, con la periodicidad “trimestral” y alcance múltiple “Luxemburgo, Finlandia, Bélgica, Holanda, Francia y Alemania”. Otros productos de análisis estratégico y prospectivo pueden ser: análisis competitivo, análisis reputacional, análisis de marca, análisis de red de venta, análisis de la estrategia, benchmarking competitivo, valor y mercado potencial, análisis del usuario final, análisis de la propiedad intelectual, análisis de la cadena de valor, análisis de entrada de mercados, fraude y comportamiento ilícito, análisis macroeconómico, análisis geopolítico, análisis sociológico, análisis de escenarios, expansión de negocios, evaluación de M&A (fusiones y adquisiciones), análisis territoriales, análisis tecnológico, eventos, análisis de relaciones, etc.
Tradicionalmente los servicios de inteligencia suministraban la información en los míticos dosieres, una carpeta llena de documentos (informes, fotografías, grabaciones, etc.). Pero, ¿cuál es este nuevo contenedor de información estratégica? Aprovechando la evolución de los desarrollos TIC orientados a la toma de decisiones, se podría proponer una Plataforma tecnológica Integral de Inteligencia (PII) que se estructure a partir de elementos ágiles o volatilidad de la información y elementos pesados o seguimientos permanentes de información. Los elementos ágiles comprenderían alertas informativas de riesgo, oportunidad y recomendación; indicadores y métricas sobre el entorno estratégico, y noticias y seguimiento de medios. Los seguimientos permanentes de información serían informes de objetivos estructurados a partir de la atomización de la información, por ejemplo, en lugar de entregar informes tradicionales se pueden desmembrar los diferentes apartados de estos documentos extensos en pequeños elementos navegables e interrelacionados analítica y temáticamente.
La difusión a través de una PII debería apoyar la actividad de las unidades de inteligencia, que se organizan en una estructura de producción 24x7x 365. Esta tecnología permite la entrega inmediata multiplataforma de outputs informacionales de gran valor para la toma de decisiones.
Algunos de los elementos que se han presentado en este artículo dan pistas para explorar nuevas modalidades de entrega de productos de inteligencia a partir de la optimización de los procesos de difusión de las unidades de inteligencia y el uso de los avances TIC en el campo de los desarrollos para la toma de decisiones. La mayoría de la literatura académica y técnica se focaliza mucho en la captura de información y hay que avanzar en el terreno de la presentación de productos de inteligencia. En próximos artículos se profundizará en la tipología de información, su estructuración y representación gráfica.
Cita recomendada
ESPÍN SÁNCHEZ, Joaquim. Dando forma al proceso de inteligencia competitiva: productos y entrega. COMeIN [en línea], marzo 2013, núm. 20. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n20.1319
Colaborador docente en la UOC y Jefe de Servicios de Información en Intelligence Dossier Partners