Número 12 (junio de 2012)

Érase una vez...

Amalia Creus

Hace algún tiempo los teléfonos tenían disco, los mapas eran grandes hojas de papel que se doblaban, la música se reproducía en cintas y vinilos, y los disquetes eran nuestros dispositivos para almacenar datos. Como una gran fábrica de nostalgia, los artefactos tecnológicos se tornan obsoletos cada vez más rápido y, en este proceso de cambio, cambian también nuestras formas de pensar, de relacionarnos y de aprender.

Érase una vez... las tecnologías del pasado (Il était une fois... les technologies du passé) es una propuesta del periodista canadiense Jean-Christophe Laurence que nos invita a mirar como un  grupo de niños intenta averiguar para qué servían algunos aparatos del pasado reciente: la Game Boy Color, un cartucho de ColecoVision, un disquete de 3,5 pulgadas...


 

 

Divertido, aunque algo previsible, Érase una vez... me gusta como una  metáfora de la constante transformación de lo cotidiano. Además, me plantea preguntas: si, en buena medida, el sentido de la  educación está en formar las generaciones que se harán cargo de construir nuestro futuro, ¿qué experiencias de aprendizaje serán significativas para niños y jóvenes que han nacido y crecido en una galaxia digital que tiene muy poco que ver con la era Gutenberg?


Los niños que aparecen en el video de  Jean-Christophe Laurence viven y aprenden en un contexto donde la cultura material se transforma de un modo vertiginoso. Pero, más allá de la aparición o desaparición de artefactos, el cambio tecnológico genera vínculos y relaciones sociales que encuentran muy poca resonancia en los modos de comunicar y generar conocimiento que compartimos los inmigrantes digitales, y por eso requiere nuevos modos de pensar la educación.


Como señaló Marc Prensky, nuestros estudiantes son nativos de la lengua digital, han crecido con los videojuegos y con Internet, y ello tiene un efecto contundente en la manera en que los jóvenes de hoy aprenden. Por ejemplo, es una generación que vive de forma natural los procesos de lectoescritura instantánea y participativa, y que está acostumbrada a la comunicación que fluye en pantallas en entornos transmedia. Aquellos que, no hace tanto tiempo, vivimos la educación basada en el texto nos encontremos ahora ante jóvenes inquietos que manipulan todo tipo de artefactos sin necesidad de manual de instrucciones: prefieren ensayo y error, intuición y experimentación, touch and get it


Habrá quien diga que los e-books y las imágenes digitales  no tienen el mismo encanto que los libros de papel y los viejos álbumes de  fotografías. Estoy de acuerdo (es lo que tiene hacerse mayor). Pero también sé que, más allá de la nostalgia, nada volverá a ser como lo conocimos y que, si somos capaces de innovar, tampoco la educación.

 

Cita recomendada

CREUS, Amalia. Érase una vez... COMeIN [en línea], junio 2012, núm. 12. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n12.1241

comunicación y educación;  cultura digital; 
Comparte