Número 13 (julio de 2012)

Contraseña inválida, vuelve a intentarlo

Candela Ollé

Si sois de aquellos que tenéis una memoria excelente o tenéis una única y fácil contraseña, enhorabuena. Seguro que no tenéis que recorrer a la pregunta “¿Has olvidado tu nombre de usuario? ¿Has olvidado tu contraseña?”. En cambio, si sois de los que vais combinando nombres de usuario y contraseñas, o las cambiáis sistemáticamente cada cierto tiempo y, además, tenéis mil y un perfiles –quizás no sabéis ni dónde os habéis dado de alta– seguramente debéis usar las preguntas de seguridad o generar nuevos passwords con cierta frecuencia.

Estaréis de acuerdo conmigo en lo complicado que es tener todos los perfiles sociales y profesionales actualizados, además de gestionar con más o menos eficiencia las diferentes cuentas de correo electrónico y, para acabar de redondearlo, gestionar un par de blogs. Es decir, tener el Facebook, el Twitter, el Linkedin, el XING, la Academia, el Gmail, Hotmail y la lista no acabaría aquí –de hecho podríamos llenar párrafos enteros de nombres y más nombres–, sin dar la sensación de tenerlo olvidado y con una fotografía desfasada, a veces no es un reto fácil.

 

¿Qué pasa cuando por seguridad te informan de que la contraseña del correo debe tener ocho letras, algún número y también mínimo un símbolo? ¿Qué haces cuando tienes un par de portátiles desde donde trabajas y por mala suerte tienes que formatearlos y pierdes todas las contraseñas que tenías memorizadas? El caos se puede apoderar de ti. Siempre he pensado que sería interesante una aplicación que permitiera con un único clic actualizar todos los currículums y todas las fotos, que subiera los comentarios de manera generalizada, que te recordara las claves de acceso al instante... pero, si existe, aún no lo he descubierto. Mientras tanto, una solución rudimentaria y con nula seguridad es tener las claves de acceso anotadas en un papel/archivo.

 

Aunque podría ser interesante hablar de la actualización de los social media, no es la intención de hoy. Queremos comentar aspectos como el tiempo que invertimos y la sensación de que aún no es suficiente, sobre la huella que dejamos en la red y la dependencia que podemos llegar a tener de las redes sociales y correo electrónico.

 

Ha llegado un momento en el que la inversión de tiempo es muy importante y darse de baja a veces no resulta fácil. En el que las interfaces son cada vez más amigables, pero también son tan cambiantes y suponen una dedicación y autoaprendizaje constante. En el que las redes sociales se han convertido en plataformas multifuncionales, es decir, sirven para rencontrar conocidos, organizar actos, hacer difusión de empresas y actividades, para enviar correos, para chatear, para recomendar música, etc.

 

Por otra parte, y como sabéis, es difícil borrar las huellas dejadas en Internet, y aún más si éstas son negativas, como podría ser una factura impagada, o un comentario que con el paso del tiempo consideras desafortunado, por ejemplo. En Gestión de la reputación on line, de Javier Leiva (Editorial UOC – El Profesional de la Información) el autor da algunos consejos y recomendaciones para tener una buena reputación en la red. Dadle un vistazo si queréis saber más pero ya os adelantamos que todo, absolutamente todo, queda almacenado en nuestra identidad de la red.

 

Paralelamente, hay otro aspecto vinculado al tiempo y la reputación: es la dependencia. Cuántas veces nos hemos puesto nerviosos al llegar a un lugar sin cobertura, sin conexión. ¿Consideras que eres dependiente? ¿Cuántas veces al día consultas tus perfiles o correos? O formulado de otro modo, ¿cuántos días puede estar sin conectarse?

 

Se han llevado a cabo numerosos estudios sobre la adición (al móvil, al correo electrónico, a las redes sociales...) y os recomendamos el realizado por Daria J. Kuss y Mark D. Griffiths Online Social Networking and Addiction - A Review of the Psychological Literature (2011). Los autores hacen un repaso bibliográfico y afirman que, más que convertirse en adictos al medio en sí, algunos usuarios –y ponen mucho énfasis en la franja de los jóvenes– desarrollan una adición a una actividad en concreto. Además, definen los cinco tipos de adiciones en Internet: computer games, web surfing addition, online gambling o shopping, online pornography y online relationships. La revisión bibliográfica es completa y bastante interesante.

 

Para terminar, y después de leer el texto, confiamos en que seguiréis recordando las claves de acceso para poder dedicarle tiempo, dejar huella y una buena reputación y no caer en la dependencia. Aun así, si ya estáis de vacaciones u os faltan pocos días para empezarlas, intentad desconectar al máximo y recargar energías. ¡Los social media pueden esperar a septiembre!

 

 

Cita recomendada

OLLÉ, Candela. Contraseña inválida, vuelve a intentarlo. COMeIN [en línea], julio 2012, núm. 13. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n13.1256

gestión de la información;  medios sociales; 
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