Los influencers son personas cercanas que comparten detalles de la vida personal para generar una conexión emocional con los seguidores. Son modelos, también referentes, líderes de opinión, fuentes de información y, en bastantes casos, una profesión idealizada a conseguir. Son también prescriptores y piezas clave para las ventas de las marcas. Hablaremos de ellos y ellas, de la impronta que dejan en la generación Z, de género, de publicidad, de regulación y también de alfabetización mediática.
Frances Haugen se convirtió en un personaje público no solo porque encontró la fortaleza para documentar la falta de acción de Facebook contra la desinformación, y una estrategia para visibilizar los problemas que la empresa estaba creando, sino también porque defendió sus argumentos, por ejemplo, ante el Congreso de los Estados Unidos y el Parlamento Europeo. Además, escribió un libro sobre su camino para convertirse en una científica de datos con sentido crítico y posteriormente en una whistleblower: The power of one (2023).
No, no llevaré a cabo una crítica de cine como las habituales, porque no forma parte de mi ámbito de conocimiento ni de investigación. Desgraciadamente, tampoco soy usuario habitual, por cuestiones de agenda y tiempo. Pero recientemente tuve la oportunidad de ir al cine para ver la película Civil War y, la verdad, no me dejó indiferente. En este artículo expondré los motivos.
La puesta en marcha de la aplicación TikTok Lite en Francia y España ha generado numerosos titulares. La reacción de la Unión Europea solicitando un informe de riesgos a la compañía terminó derivando en la suspensión del programa de recompensas en un tiempo récord después de su lanzamiento. Pero, detrás de la polémica generada, subyacen otras cuestiones como la reflexión sobre el valor de nuestro tiempo de conexión y participación en estos entornos sociales.
Son muchas las visiones críticas sobre el capitalismo digital que se están elaborando en los últimos años desde diferentes disciplinas y saberes, advertencias que hay que tener en cuenta y que hay que poner en diálogo. En medio de la infoxicación de las redes, ¿nos estaremos convirtiendo en siervos y siervas zombificados de un nuevo régimen?
Brianna Janel una influencer estadounidense, se quedó encerrada dentro de su automóvil Tesla. El vehículo smart, proyecto favorito del empresario neoconservador de Silicon Valley Elon Musk, necesitaba actualizar su sistema operativo y decidió hacerlo mientras la tiktoker estaba en el interior. Durante la actualización del sistema, el Tesla Model 3 se cerró automáticamente sin permitir salir a su conductora. Al parecer, el automóvil le advirtió que no detuviera la actualización, pues no era bueno para los procesos que necesitaba realizar el sistema operativo del vehículo. Ella decidió quedarse dentro sin pensar, al parecer, en las posibles consecuencias.
La reciente irrupción de nuevas protestas estudiantiles en la Universidad de Columbia y, por extensión, en las universidades de todo el país, nos habla sobre todo de los cambios demográficos y sociales que la sociedad norteamericana ha vivido a lo largo de las últimas décadas: las mujeres, las múltiples nacionalidades y razas, y también los nuevos medios de transmisión toman la palabra para influir en una nueva época. Finalmente, nos recuerda la enorme incidencia que tiene la «cuestión judía» en la ciudad de Nueva York y en las instituciones académicas más elitistas de los Estados Unidos.
Este texto se propone reivindicar los Estudios Culturales como un campo de investigación interdisciplinario operativo para analizar y transformar las sociedades actuales. Para ello, proponemos hacer un repaso de la obra Doing Cultural Studies: The story of the Sony Walkman (du Gay et al., 1997). Este libro se sitúa en la intersección histórica que marcan los últimos años del siglo XX, absolutamente fundamentales para entender la expansión tecnológica y mediática en la actualidad. Para el caso que nos ocupa, el momento de su publicación también lo sitúa a medio camino entre la fundación oficial de los Estudios Culturales en 1964, con la creación del Centro de Estudios Culturales Contemporáneos (CCCS por sus siglas en inglés) en la Universidad de Birmingham por Richard Hoggart y Stuart Hall (coautor del libro que presentamos aquí), y la actualidad, a un cuarto de siglo de su publicación y en el 60.º aniversario de los Estudios Culturales.
Hace apenas cinco años, escribí un artículo en esta misma revista en el que hablaba de desinformación y elecciones europeas. En aquel momento, parecía que las elecciones habían tenido unos resultados «aceptables» para el statu quo y se concluyó con que se había sabido actuar contra la desinformación de forma adecuada en relación con la activación del Código de Buenas Prácticas contra la Desinformación, al cual debían adherirse las grandes plataformas y redes sociales.
El humor hecho por mujeres que se gesta en el ecosistema mediático de internet tiene un encaje difícil cuando se desplaza a canales y formatos generalistas. Después de Elvis (Baz Luhrmann, 2022), donde se nos contó con una narrativa y una estética apabullantes el ascenso y caída del mito popular de Elvis consumido en las fauces del showbusiness, Sofia Coppola nos cuenta en Priscilla (2023) el reverso íntimo y doméstico de la vida de su mujer durante sus años de relación (1959-1973): su primer encuentro en la base militar norteamericana de Alemania –ella con 14 años y él con 24–, su marcha a EE. UU., su vida en Graceland, la boda, la maternidad y la separación.