Número 156 (julio de 2025)

El auge de los ‘influencers’ virtuales: entre la fascinación tecnológica y la crítica social

Anna Pujadas, Mònika Jiménez-Morales, Mireia Montaña Blasco

Los influencers virtuales se han convertido en una nueva presencia habitual en las redes sociales. Estos avatares generados por ordenador, a menudo de apariencia hiperrealista y estéticamente impecables, acumulan miles e incluso millones de seguidores en Instagram, TikTok o YouTube. Lejos de ser simples curiosidades digitales, empiezan a tener un papel activo en la comunicación de marcas, en la construcción de ideales de belleza y en cómo las personas interactúan en entornos digitales. Ante este fenómeno, cada vez más investigadores se preguntan qué impacto pueden tener estos personajes artificiales en la identidad, la autoestima y el bienestar psicológico de las personas.

Lil Miquela (@lilmiquela) tiene millones de seguidores en Instagram, ha colaborado con marcas como Chanel o Calvin Klein y publica contenido como cualquier influencer, con una diferencia clave: no existe. Es una creación digital generada por ordenador, y desde su debut en 2016 se ha convertido en uno de los referentes más destacados de lo que hoy conocemos como influencers virtuales.

 

Estas figuras digitales, creadas mediante inteligencia artificial (IA) y diseño 3D, han irrumpido con fuerza en el universo de la comunicación digital, transformando cómo las marcas interactúan con el público. Pero su éxito también plantea interrogantes sobre la autenticidad, el impacto social y la representación simbólica que transmiten.

 

¿Quiénes son y por qué triunfan?

 

Los influencers virtuales (VI, por sus siglas en inglés) son personajes digitales creados para actuar en las redes sociales como si fueran personas reales. Algunos tienen una apariencia hiperrealista, otros adoptan estéticas más caricaturescas, pero todos comparten una característica: están diseñados para captar la atención, construir comunidades y representar valores de marca.

 

Su gran virtud para las empresas es el control absoluto que permiten: no tienen escándalos, no cambian de opinión, no sufren cambios físicos, y pueden adaptarse a cualquier estrategia comunicativa. Marcas como Prada, Dior, Netflix, Samsung e incluso la Organización Mundial de la Salud han apostado por estos avatares. En 2024, el mercado global de los VI fue valorado en más de 6.100 millones de dólares, con previsiones de crecimiento continuado.

 

También han empezado a aparecer casos más próximos, como Aitana López (@fit_aitana), la primera influencer virtual de fitness creada en Barcelona. Con un cuerpo y estilo que recuerdan los cánones dominantes en Instagram, @fit_aitana ofrece rutinas de ejercicio y consejos saludables, a pesar de que detrás no hay una persona real, sino una combinación de modelado 3D y estrategia de marketing. Su éxito demuestra cómo los VI ya no son solo una curiosidad global, sino una realidad.

 

Más allá del marketing: cuestiones sociales y éticas

 

A pesar de que la mayor parte de la investigación académica sobro influencers virtuales se ha centrado hasta ahora en ámbitos como el marketing, el comportamiento del consumidor o la efectividad publicitaria, cada vez más voces plantean la necesidad de analizar sus efectos desde una perspectiva psicológica, educativa y social. Los influencers virtuales más populares suelen tener una apariencia hiperestetitzada: jóvenes, delgados, con cuerpos ideales y estilo impecable. Esta representación a menudo se construye según los mismos cánones visuales que dominan las redes sociales y puede reforzar estereotipos de género y belleza poco realistas.

 

Por otro lado, el hecho de que no sean personas reales abre una serie de cuestiones éticas y legales todavía poco reguladas. ¿Quién es responsable de lo que dicen o promueven? ¿Habría que advertir claramente que se trata de personajes ficticios? ¿Qué impacto puede tener el hecho de que recomienden productos, servicios o hábitos relacionados con la salud o el bienestar? Estas preguntas evidencian que el fenómeno de los influencers virtuales va mucho más allá del marketing y merece una mirada crítica y multidisciplinaria que tenga en cuenta las implicaciones culturales, sociales y educativas de esta nueva forma de presencia digital.

 

Una oportunidad (y un reto) para la investigación

 

Los influencers virtuales no son solo una tendencia digital: son una expresión cultural de nuestro tiempo. Nos interpelan sobre qué entendemos por autenticidad, qué figuras son valoradas socialmente y cómo se construyen las identidades en entornos digitales. Desde la investigación, esto supone una gran oportunidad para explorar este fenómeno desde disciplinas como la comunicación, la psicología, los estudios de género o la ética tecnológica.

 

Todavía hay muchas preguntas abiertas: ¿cómo se vinculan emocionalmente las personas con estos avatares? ¿Qué imaginarios culturales proyectan? ¿Cómo influirán en las nuevas generaciones? ¿Cómo se pueden regular desde un punto de vista legal y educativo?

 

Lo que está claro es que los influencers virtuales han venido para quedarse. Y a pesar de no tener cuerpo ni biografía, nos confrontan con preguntas muy reales sobre el mundo –y la sociedad – que estamos construyendo en la era digital.

 

Imagen de portada:

Creación visual elaborada por COMeIN tomando como base imágenes publicadas en las cuentas de Instagram de @fit_aitana y @lilmiquela.

 

Citación recomendada

PUJADAS, Anna; JIMÉNEZ-MORALES, Mònika; MONTAÑA BLASCO, Mireia. «El auge de los ‘influencers’ virtuales: entre la fascinación tecnológica y la crítica social». COMeIN [en línea], junio 2025, no. 155. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n156.2550

inteligencia artificial;  medios sociales;  ética de la comunicación;  investigación;  cultura digital;  publicidad;