El estreno de una película honesta y llena de vigor como El 47 (Marcel Barrena, 2024), producida por Mediapro Studios, ha disparado muchas discusiones sobre la lengua y la inmigración en Cataluña, pero no tantos debates sobre las luchas vecinales que se sucedieron durante años en diferentes barrios de Barcelona, cómo es el caso de Torré Baró en el caso del film. Un autobús y un trayecto inimaginable hasta la cima de un cerro se convierten en el McGuffin para coser emocionalmente el vínculo roto entre ciudad y periferias.
Las elecciones presidenciales entre Harris y Trump han trascendido los mítines y debates televisivos. Las redes sociales son la nueva arena, donde la viralidad, la inteligencia artificial (IA) y los influenciadores dominan el juego.
Kamala Harris no necesita presentación. A pesar de su singularidad, en su aspecto físico no es muy diferente de cualquier otra mujer profesional que puedas encontrarte en una gran ciudad de cualquier parte del mundo. Harris nació en Estados Unidos, en el seno de una familia intercultural de origen indio y jamaicano.
Las instituciones del ámbito local son las que tienen un contacto más directo con la ciudadanía y las que desarrollan una gran y variada actividad en lo que a protocolo y actos se refiere. Se trata de eventos que recogen las costumbres y peculiaridades del territorio y que, en muchos casos, combinan tradición y modernidad. De ahí la importancia de que cada entidad cuente con un protocolo propio que sistematice estos eventos y que recoja sus singularidades.
La presentación institucional de la Copa América de vela escenificó una vuelta al consenso de la Transición. También la recuperación de una simbología que apela al espíritu de los Juegos Olímpicos del 92 como mito fundacional de la España contemporánea.
El pasado verano el concepto de tradwife inundó las redes sociales españolas tras la viralización de algunas de las publicaciones en TikTok de la creadora de contenidos Roro Bueno en las que aparecía cocinando para su pareja. Hasta aquí, todo puede sonar inofensivo y banal, si no fuera porque dichos contenidos se enmarcan en un fenómeno mucho más amplio y global de mujeres que ensalzan los roles de género tradicionales, aquellos relacionados con las tareas de cuidados y el trabajo reproductivo, reivindicando el retorno de las mujeres a la esfera doméstica, mientras que los varones se enaltecen como los abastecedores económicos.
Marché de vacaciones con un artículo medio apuntado en el que señalaba que el principal problema que tenía el Partido Demócrata en las elecciones americanas no era solo la desinformación, sino los hechos que sí eran ciertos en este caso precisamente, dada la percepción que se estaba generando alrededor de Biden. De hecho, lo quería titular Amicus Biden, sed magis amica veritas (Biden es mi amigo, pero más amiga es la verdad), parafraseando aquello que ya había dicho Aristóteles respecto de su maestro Platón.
Las protestas a favor de Palestina y en contra de la violencia del Estado de Israel en la Universidad de Columbia (Nueva York) en abril de 2024 son mucho más que un estallido puntual de rabia. Aportan muchos significados para una gramática renovada de la revuelta. De entrada, son la enésima emergencia del movimiento estudiantil global, que arrancaría en la propia universidad en abril de 1968. Pero también nos hablan de las profundas vinculaciones entre educación superior e intereses financieros de dudosa base ética.
No, no llevaré a cabo una crítica de cine como las habituales, porque no forma parte de mi ámbito de conocimiento ni de investigación. Desgraciadamente, tampoco soy usuario habitual, por cuestiones de agenda y tiempo. Pero recientemente tuve la oportunidad de ir al cine para ver la película Civil War y, la verdad, no me dejó indiferente. En este artículo expondré los motivos.
Son muchas las visiones críticas sobre el capitalismo digital que se están elaborando en los últimos años desde diferentes disciplinas y saberes, advertencias que hay que tener en cuenta y que hay que poner en diálogo. En medio de la infoxicación de las redes, ¿nos estaremos convirtiendo en siervos y siervas zombificados de un nuevo régimen?