En un artículo previo, a raíz del éxito del film El 47, repasábamos el insuficiente trabajo que ha hecho el cine para explicar la ciudad de Barcelona en las últimas décadas. Este déficit se entiende, en parte, por la función que otras artes y técnicas visuales asumieron desde la Transición hasta hoy. Es el caso del vídeo y la televisión, en sus diferentes expresiones más o menos institucionalizadas, así como el de la fotografía en el ámbito más artístico. Aun así, fue el diseño –en un sentido integral: como disciplina comunicativa, como gremio y como sello de identidad– lo que realmente explicó Barcelona. Otra cosa es de qué forma y con qué espíritu crítico lo hizo.
Entre las primeras experiencias de financiación colectiva o crowdfunding moderno habría la campaña del 1997 del grupo de rock británico Marillion, que entonces pidió a sus fans donaciones, a través de internet, para sufragar la suya gira por los Estados Unidos. Desde aquellos tiempos, cuando el término crowdfunding no estaba todavía definido, las experiencias de financiación colectiva han cogido impulso y crecen cada año. Dos proyectos periodísticos recientes, con ciertos paralelismos entre sí, han utilizado el micromecenazgo para ver la luz. Se trata de Intifada Palestina 1988 y de Contra la neutralitat. Un periodisme de pau i de lluita.
Empiezan las vacaciones. La cámara de fotos ni la coges, que con el móvil basta. Calidad de imagen excelente y cero problemas con el almacenamiento, que todo sube a la nube. La fotografía y el vídeo son prácticas cotidianas: ¿has contado cuántas fotos haces a la semana, o al día? Cuando visitamos lugares exóticos todavía hacemos más fotos.
En la década de 1960, los artistas utilizaron estrategias documentales, rompiendo los límites entre la documentación y la ficción, produciendo obras que ofrecen una (re)escritura de la historia a partir de las lagunas dejadas por los documentos. Es en este sentido en el que destacamos el proceso artístico de Rosângela Rennó y Carrie Mae Weems.
Hace unas semanas asistimos a una visita guiada a una exposición titulada Los colores del mundo en el Cosmocaixa, en Barcelona. Lo hicimos con un grupo de estudiantes de la asignatura Taller de color, del grado de Diseño y Creación Digitales, una asignatura que aborda las diferentes dimensiones del color como fenómeno físico, químico, social y cultural, de manera que al entender todo esto los estudiantes puedan elegir y manejar el color de una manera consciente y efectiva en la medida de lo posible.
Septiembre y enero son aquellos meses en los que todo empieza de nuevo, cuando todo el mundo se propone (¡este año sí!) crear nuevos hábitos y lograr aquellos objetivos que cuando pasan quince días ya nadie recuerda. Hay un mercado que conoce bien este fenómeno, y este es el del coleccionismo. Álbumes de cromos, muñecas de porcelana, cohetes que se montan por piezas... ¿Por qué y qué coleccionamos? ¿Creatividad y coleccionismo pueden ir de la mano?
Hace unos días aparecieron varias noticias relacionadas con la creación de imágenes con inteligencia artificial. Particularmente, se trata del software DALL-E y de su versión ligera DALL-E mini (que acaba de reconvertirse en Craiyon). Ambos son capaces de generar imágenes a partir de un texto. Curiosamente, coincidían con algunos eventos sobre arte digital, como el festival y congreso ISEA, celebrado recientemente en la ciudad de Barcelona.
Hace un par de años estuve paseando por la playa de un municipio al que afectó un temporal de los que son habituales cada año en nuestro territorio. La playa, pese a haber repuesto parte de su arena, tenía un aspecto desolador. En las siguientes líneas os cuento un proceso de reflexión creativa, a partir de un ejercicio de ilustración.
Faces ON. Los pasados días 4, 5 y 6 de febrero tuvo lugar el Llum BCN, el festival de artes lumínicas que se celebra en Barcelona desde 2012. El evento aprovecha la complicidad de las noches de invierno para presentar diferentes instalaciones artísticas basadas en el uso de la luz y las tecnologías digitales. Una exposición de arte moderno que reúne cada año a miles de personas, incluyendo público familiar, juvenil y adulto.
En el ámbito de la comunicación de marca, concretamente en lo referente a campañas publicitarias del sector de la moda, el vitíligo ha irrumpido drásticamente, sobre todo en los aspectos que se relacionan con el plano visual y estético, y no tanto en lo concerniente a la fase de desarrollo creativo y narrativo de la propia campaña. La cuestión de fondo es: ¿desestigmatiza o contribuye a la despersonalización?