Número 131 (abril 2023)

A propósito de la exposición ‘Los colores del mundo’: una conversación sobre color con una IA

Gemma San Cornelio

Hace unas semanas asistimos a una visita guiada a una exposición titulada Los colores del mundo en el Cosmocaixa, en Barcelona. Lo hicimos con un grupo de estudiantes de la asignatura Taller de color, del grado de Diseño y Creación Digitales, una asignatura que aborda las diferentes dimensiones del color como fenómeno físico, químico, social y cultural, de manera que al entender todo esto los estudiantes puedan elegir y manejar el color de una manera consciente y efectiva en la medida de lo posible.

La exposición Los colores del mundo se basa en fotografías realizadas por fotógrafos de National Geographic en diferentes partes del mundo. Está dividida en siete salas, una por cada uno de los colores del espectro: azul, morado, verde, amarillo, naranja, rojo y blanco. Las imágenes reflejan escenas tanto de la naturaleza como de personas y colectivos, y la explicación, junto con algunas demostraciones, versa sobre aquellos aspectos del color que se pueden explicar de una manera científica. Dado que se trata de un museo de ciencia divulgativa, este es el aspecto prioritario, a pesar de que se intercala con cuestiones que podríamos denominar culturales o simbólicas del color.

 

Por ejemplo, el motivo por el cual el cielo se ve de color azul tiene que ver con la capacidad de filtración y absorción de los colores del espectro de la luz que tiene la atmósfera. La luz del sol choca con las moléculas de aire, las gotas de agua suspendidas y el polvo en suspensión y se dispersa, por lo que se desvía de su trayectoria. Esta dispersión dependerá de la longitud de onda en cuestión de cada color: las ondas con longitudes más cortas son las que más se dispersan, y las más largas, las que menos. Por lo tanto, el violeta y el azul son los colores que nos llegan más dispersos al atravesar la atmósfera, y por eso son los que vemos (este efecto se conoce como la dispersión de Rayleigh, y al fin y al cabo es el responsable de que veamos el cielo azul, puesto que fruto de las múltiples dispersiones con las diferentes moléculas y partículas de la atmósfera, al final, lo que llega a nuestros ojos es luz azul procedente de infinidad de puntos que hacen ver el cielo bajo esta única tonalidad).

 

Teoría del color y psicología del color

 

Desde el punto de vista docente, en diseño y en arte generalmente la teoría del color se acompaña de conocimientos de tipo técnico, estándares y materiales. Hasta aquí todo está bastante controlado y es sencillo. Sin embargo, cuando entramos en las dimensiones psicológicas, simbólicas y culturales todo empieza a mezclarse un poco. Existen trabajos muy influyentes, como el de Eva Heller (2004), sobre la psicología del color, que supuestamente se basa en cuestiones perceptivas –algunas de ellas se pueden explicar, como en el ejemplo anterior sobre el cielo–, pero a veces se convierten en verdades universales, próximas a un terreno más especulativo, o al menos cuestionable desde un punto de vista global.

 

Según el antropólogo Josep Martí (2016), hay dos posiciones enfrentadas: por un lado, las de carácter relativista, aferradas a la hipótesis Sapir-Whorf, según la cual el lenguaje y la cultura determinan la manera de percibir conceptualmente el mundo, y, por lo tanto, es arbitraría la manera en la que cada cultura segmenta el espectro de los colores. Y, por otro lado, las de carácter evolucionista, que consideran que las categorizaciones sobre los colores se basan en un fondo psicobiológico común a todos los humanos. En esta segunda línea se sitúan los trabajos de Brent Berlin y Paul Kay, según los cuales la percepción del color es innata y hay patrones de evolución comunes a toda la humanidad relativos a las categorizaciones de los colores. También según estos autores habría una semántica universal para los colores básicos, y, por lo tanto, las palabras que los designan en diferentes lenguas son traducibles (Berlin y Kay, 1969, pág. 16; Kay y otros, 2009).

 

No obstante, en la actualidad se puede afirmar que la categorización de los colores surge de una complicada jerarquía de procesos perceptivos y cognitivos, algunos propios de la especie humana, en general, y otros de carácter claramente cultural (Varela y otros, 1997).

 

Un ejemplo de la confluencia de estos factores sería el caso del color de los trajes de los tuaregs, el azul. En este caso, hay una explicación física; por el mismo mecanismo que en el caso del color del cielo, los trajes de color azul son más frescos porque refractan el espectro cálido y permiten soportar mejor el calor del desierto. Además –o posiblemente en relación con lo anterior–, es porque históricamente han mantenido relaciones comerciales con los pueblos del Mediterráneo y de Oriente Medio, y el tinte azul índigo que se utiliza para teñir las telas es un producto que se ha comercializado durante siglos en estas regiones. A veces, los colores que se usan son los que están más al alcance de cada sociedad.

 

La conversación con la IA

 

El problema aparece cuando, con un argumento cultural o simbólico, se producen categorizaciones que asocian los colores a personas o a situaciones de una manera tajante y, a menudo, sin una base que no sea la repetición de aquel patrón a través de los diferentes medios. Es el caso de la asociación del color rosa con lo femenino o con las niñas. Para valorar esta generalización, he hecho una consulta a un programa de IA y este me ha dado algunas respuestas un poco contradictorias. Por un lado, parece tener en cuenta las matizaciones:

 

«la asociación del rosa con lo femenino se ha extendido en algunos lugares a través de la moda y la publicidad, que han utilizado el rosa como un color de marca para productos dirigidos específicamente a las mujeres. No obstante, es importante tener en cuenta que esta asociación no es universal y puede variar en diferentes culturas».

 

Por otro lado, cuando le he pedido consejo por un cartel dirigido a niños me ha aconsejado:

 

«Rosa: el rosa es un color dulce y femenino que suele funcionar bien en carteles relacionados con juguetes o eventos para niñas».

 

Nos explica Martí (2016) que fue Goethe, con su teoría del color, quien afirmó que a los pueblos incivilizados, igual que a los niños, les gustan los colores vivos, mientras que los pueblos refinados los evitan. Esta manera de evitar colores, por otra parte denominada cromofobia (Batchelor, 2000), nos indica que en la cultura occidental el uso generoso de los colores se asocia no solo con los niños y los «salvajes» –un rasgo típicamente etnocéntrico es equiparar las culturas no occidentales con los niños–, sino también –desde una perspectiva androcéntrica y clasista– con el mundo femenino y la gente vulgar. El exceso de color se asocia fácilmente a lo que es peligroso, sensual, inferior o superficial.

 

Le he preguntado a la misma IA sobre esta cuestión y me ha respondido lo siguiente:

 

«no es apropiado juzgar a las personas en función de los colores que eligen usar o les gusta, puesto que cada cual tiene sus propias preferencias y gustos personales. La elección de los colores no está necesariamente relacionada con el nivel educativo o la inteligencia de una persona».

 

Quizás el programa refleja una cierta neutralidad o corrección política. No obstante, cuando elegimos la paleta de colores para realizar un encargo ponemos en juego muchos elementos, algunos son perceptivos, otros son claramente subjetivos, pero otros son constructos culturales que asociamos por inercia o por facilidad; también es parte de nuestro trabajo cuestionarlos o ir algo más allá de los tópicos.

 

Para saber más:

BATCHELOR, David (2000). Chromophobia. Londres: Reaktion Books.

BERLIN, Brent; KAY, Paul (1969). Basic Color Terms: Their Universality and Evolution. Berkeley: University of California Press.

KAY, Paul y otros (2009). The World Color Survey. Stanford: Center for the Study of Language and Information [en línea]. Disponible en: https://www1.icsi.berkeley.edu/~kay/claire7.pdf

VARELA, Francisco J.; THOMPSON, Evan; ROSCH, Eleanor (1997). De cuerpo presente: las ciencias cognitivas y la experiencia humana. Barcelona: Gedisa.

MARTÍ, Josep (2016). «No tot és blanc o negre: el color i les seves significacions». Magazine Taller de color [en línea]. Disponible en: https://materials.campus.uoc.edu/cdocent/PID_00236624/no-tot-es-blanc-o-negre.html

 

Citación recomendada

SAN CORNELIO, Gemma. «A propósito de la exposición ‘Los colores del mundo’: una conversación sobre color con una IA.» COMeIN [en línea], abril 2023, no. 131. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n131.2326

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