Existe un consenso generalizado en que las mujeres tenemos un problema de confianza en nosotras mismas y, desde los medios de comunicación, la publicidad y los manuales de autoayuda, se van lanzando mensajes de autoestima e imágenes de mujeres empoderadas para solucionarlo.
Una nueva ley de la Unión Europea (UE) obligará a la ciudadanía a comer insectos. Es un bulo, obviamente. O tal vez no tan obviamente, dado que son muchos los que le han dado crédito. Se ha difundido tan amplia y velozmente que diversas entidades de fact-checking (verificación de hechos) se han visto obligadas a desmentirlo explícitamente. La idea de degustar las larvas del escarabajo del estiércol puede asquearnos, pero –en nuestra dieta informativa– nos tragamos cosas mucho más repugnantes y en verdad dañinas.
El audio ha ido cobrando cada vez mayor protagonismo como formato para el consumo de contenidos informativos. Sin embargo, las pautas de consumo del mensaje sonoro han cambiado drásticamente marcadas por la creciente presencia del pódcast y la experimentación que lleva a producir piezas creativas que consiguen atraer a nuevos públicos, en especial a aquellos más jóvenes. Todo ello impacta en las estrategias que desarrollan los medios, que pasan por una mayor audificación de la información.
Desmesurada como el diarreico paquidermo que protagoniza su prólogo, Babylon (Damien Chazelle, 2022) nos retrotrae a la era en la que el cine era un espectáculo de masas y sus estrellas, auténticas divinidades. En la nueva película del director de La La Land, la transición del mudo al sonoro sirve de telón de fondo a la historia de un puñado de personajes cuyos caminos –en pos de la inmortalidad que Hollywood brinda a sus elegidos– se entrecruzan intermitentemente.
Ante el uso de las plataformas de social media en el conflicto bélico de forma estratégica, las propias empresas se han visto en algunos casos en la necesidad de pronunciarse sobre su postura ante determinado empleo. La manera de actuar y reaccionar ha sido diferente, pero evidencia las medidas que estos entornos pueden poner en marcha para fomentar o limitar el alcance de algunos perfiles y contenidos.
Es probable que en los centros donde se estudia y se enseña periodismo se tenga que explicar a las estudiantes el escándalo que destapó The Guardian sobre la empresa de consultoría Cambridge Analytica y su papel en el resultado del Brexit o en la victoria de Donald Trump de 2016. No hace muchos días, un colega profesor de periodismo en una universidad pública de Madrid me explicaba que un grupo de sus estudiantes de cuarto curso lo interrumpió para preguntarle «qué era eso del Ferrerasgate». A pesar de su actualidad y gravedad, ambos casos parecen condenados al olvido, engullidos por la enésima crisis de Twitter.
En los últimos años, la irrupción y popularización de los social media ha producido un alto impacto en el ecosistema comunicativo. Sus usos y su consumo se han ido ampliando para cubrir desde las propias necesidades sociales hasta otras tan variadas como las informativas, de ocio y entretenimiento, formativas... También han dado cuenta de su importancia en hitos clave de la historia reciente, como en situaciones de catástrofe y emergencias, así como en campañas propagandísticas y en la difusión de las conocidas como fake news. De ahí el interés por reflexionar sobre el uso estratégico que están ahora adquiriendo en el conflicto bélico de Ucrania.
El pasado 15 de septiembre se presentó el libro Indigenous Media Activism in Argentina. Publicado por Routledge en el marco de la serie «Media and Communication Activism. The Empowerment Practices of Social Movements», junto a la autora, Francesca Belotti, participaron tres comentaristas de prestigio internacional: Claudia Magallanes-Blanco (Universidad Iberoamericana Puebla, México), Amalia Córdova (Smithsonian Institution, Estados Unidos) y Salvatore Scifo (Bournemouth University, Reino Unido).
En estos últimos meses la atención se ha fijado en los movimientos de compra e inversión en las plataformas social media. Eso explica la cobertura dada a las tentativas y compra de Twitter por Elon Musk. Pero el sector de la comunicación está en cambio constante y las dudas sobre el modelo de negocio planean sobre los grupos mediáticos donde también se producen cambios habituales entre los inversores. Junto a intereses comerciales, otros atractivos y razones estratégicas se encuentran detrás de estas actuaciones.
Frente a la crisis de credibilidad y la difusión de las conocidas como fake news, el periodismo se encuentra ante la necesidad de recuperar la confianza del público. La transparencia, además de cumplir con los principios de ética profesional, puede ser una vía para mejorar la fiabilidad con respecto a la labor informativa. Para lograrlo, los medios combinan desde la apertura de datos hasta la trazabilidad del propio proceso o newsmaking. La tecnología vuelve aquí a incorporarse para ayudar a desarrollar herramientas que favorezcan esa imagen de transparencia informativa.