El pasado 29 de octubre, la Comunidad Valenciana vivió la trágica llegada de una DANA que dejó centenares de muertos y un rastro de destrucción que quedará por mucho tiempo en nuestra memoria. Una catástrofe sobrecogedora que nos recuerda la urgencia de actuar, de manera decisiva, ante el cambio climático, y que pone en evidencia el peligro al que estamos expuestos ante fenómenos meteorológicos extremos que son y serán cada vez más frecuentes, erráticos e impredecibles.
Vindicación de los derechos de la mujer (Wollstonecraft,1994 [1792]), de Mary Wollstonecraft, suele considerarse uno de los antecedentes más destacados del feminismo de la igualdad. Aunque han pasado más de 200 años desde su publicación, las cuestiones que plantea esta escritora y filósofa inglesa a favor de la igualdad entre hombres y mujeres trascienden la realidad de su época, y ha constituido una fuente de inspiración y reflexión para pensadoras de las diferentes olas y movimientos feministas a lo largo de la historia.
En el prólogo de su libro Itinerarios transculturales, James Clifford (1999) plantea una premisa sugerente. Nos propone comprender la ubicación humana no solo como inmovilidad, sino como movimiento. Residencia y viaje, desplazamiento y permanencia serían, desde esta perspectiva, las dos caras de una misma moneda. La propuesta es provocadora: si bien las prácticas de tránsito e interacción se pueden reconocer como situaciones cruciales de nuestra época, el localismo cultural predominante sigue afirmando que la existencia social auténtica está, o debería estar, conectada a lugares cerrados.
En el libro titulado The Acceleration of Life in Digital Capitalism, la socióloga Judy Wajcman reflexiona sobre cómo la cultura digital ha transformado nuestra experiencia del tiempo. Nos brinda una estimulante discusión sobre la relación entre la aceleración de la vida, la presión del tiempo y el constante proceso de desarrollo tecnológico que caracteriza las actuales sociedades capitalistas digitales.
Los avances en robótica y en las tecnologías de automatización están cambiando rápidamente muchos aspectos de nuestras vidas. En el campo de la salud y la asistencia sanitaria, y en especial en la atención a las personas mayores, la utilización de robots es ya una realidad. Pero más allá del gran interés político, económico y social que despierta la robótica, la utilización de robots para el cuidado de personas mayores plantea importantes desafíos que afectan a las interacciones humanas basadas en la empatía, el cuidado mutuo y la interdependencia.
Una de las muchas cuestiones que enmarcan la experiencia de las personas migrantes en Europa es la multiplicidad de marcos legales y regulatorios dirigidos a controlar y administrar su entrada y permanencia en territorio europeo. La gran cantidad de instrumentos legislativos generados con ese objetivo han colaborado en la producción y reproducción de dinámicas que hacen de la legalidad (así como de sus límites y márgenes) una problemática central de toda la cuestión migratoria.
El racismo no es una cuestión ajena y lejana a nuestra realidad. Barcelona, a pesar de ser reconocida como espacio de confluencia de identidades diversas, tiene también una historia y un presente que condicionan la forma en la que percibimos y tratamos a las personas según el color de la piel o el origen étnico o nacional.
Entre los muchos cambios que ha experimentado la sociedad española a lo largo de los últimos treinta años, uno sin duda significativo ha sido su entrada en el circuito de migraciones internacionales como país receptor. Dicho fenómeno, por una serie de circunstancias, se ha configurado como objeto de una polémica que ha crecido en paralelo al número y a la diversidad de personas extranjeras racializadas que llegan a nuestro país. Hablamos, por lo tanto, de un grupo importante de personas que, en el contexto de sus experiencias de inmigración, se han visto posicionadas en el imaginario colectivo en una relación de alteridad sostenida en la subordinación, la anomalía y la otredad.
Olas de calor cada vez más intensas, frecuentes y duraderas. Devastadores incendios, sequías, temperaturas récord… Lenta pero inexorablemente la tierra nos avisa de que está cansada. «Lasciate ogni speranza voi ch’entrate» («Abandonad toda esperanza quienes aquí entráis»), decía la inscripción a las puertas del infierno donde inician su viaje Dante y Virgilio, en La divina comedia. Y a nosotros, ¿qué esperanza nos queda? Del aparente paraíso de la globalización, llegamos ahora a las puertas de nuestro particular infierno. Europa arde, el mar se calienta, el agua escasea.
En un artículo anterior, indagaba sobre el sentido de la educación a partir de las aportaciones de dos referentes de filosofía clásica: Jean-Jaques Rousseau e Immanuel Kant. Propongo ahora profundizar en este debate recuperando a otros dos autores fundamentales: Karl Marx y Paulo Freire. Sus aportaciones han tenido una gran relevancia en la construcción de una visión crítica de la educación. No solo en la medida en que nos han ayudado a comprender los mecanismos internos de los sistemas educativos para la reproducción de las desigualdades, sino también porque han señalado y defendido que la educación es –o debería ser– un instrumento poderoso para la transformación social.