El pasado 29 de octubre, la Comunidad Valenciana vivió la trágica llegada de una DANA que dejó centenares de muertos y un rastro de destrucción que quedará por mucho tiempo en nuestra memoria. Una catástrofe sobrecogedora que nos recuerda la urgencia de actuar, de manera decisiva, ante el cambio climático, y que pone en evidencia el peligro al que estamos expuestos ante fenómenos meteorológicos extremos que son y serán cada vez más frecuentes, erráticos e impredecibles.
La mitigación del cambio climático y la reducción de la contaminación atmosférica requieren, entre otros muchos factores, que se implementen cambios radicales en la matriz energética actual. Cambios que puedan dar lugar a sistemas energéticos más sostenibles, y a economías y sociedades más ecológicas y resilientes.
Según informes de expertos en la temática, los sistemas de producción de energía en el contexto Europeo ya están experimentando una transformación significativa, consecuencia de la expansión de energías renovables como pueden ser la energía eólica o la energía solar fotovoltaica. Así, aunque los combustibles fósiles seguirán dominando la producción de energía primaria durante las próximas décadas, la transición a nuevos modos de energía comienza a abrirse camino, con un impacto muy importante en la configuración social y en los modelos económicos vigentes.
Ante ese escenario resulta fundamental preguntarnos: ¿cómo podemos asegurar que esta transición energética, tan necesaria, se haga teniendo en cuenta factores de justicia social? En otras palabras, ¿cómo asegurar que este cambio en los modos de producción de energía, seguramente positivo en muchos aspectos, no acabe generando nuevas formas de injusticia y exclusión social?
La transición justa
Esto es lo que busca la llamada transición justa, término que hace referencia a la necesidad de conseguir una transición energética que nos permita acercarnos a las metas ambientales establecidas en el marco de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible, pero sin que el costo de esta transformación lo acaben asumiendo las poblaciones más vulnerables. Hablar de transición justa implica, por lo tanto, reconocer que los aspectos medioambientales, sociales y económicos están estrechamente vinculados, y necesitan abordarse desde una mirada integral. Eso implica, entre otros aspectos, considerar las diferencias en cuanto a responsabilidad en la contribución de emisiones, y el grado de vulnerabilidad y exposición a los impactos de diferentes colectivos, así como trabajar por la distribución de los costes y beneficios de la transición.
Otro aspecto fundamental es comprender que el derecho a la energía es un derecho colectivo, y que debe alinearse con los derechos de la naturaleza. Ello se traduce en hacernos responsables de los daños generados por el desarrollo energético en los territorios y comunidades, erradicar las llamadas zonas de sacrificio reconociendo su vulnerabilidad y garantizar el respeto a los derechos humanos durante la transición. Es también imprescindible construir un modelo productivo con base en la disponibilidad de energía, así como impulsar procesos de democratización energética, mediante la participación de diversos actores, especialmente los colectivos que quedan generalmente excluidos de los procesos de decisión, contando con sus perspectivas y necesidades.
En esa línea, no podemos dejar de mencionar la valiosa aportación del ecofeminismo a este debate. Voces femeninas, como las de Donna Haraway, Vandana Shiva o Myra Hird –entre muchas otras–, que traen a la palestra conceptos como la vulnerabilidad, la fragilidad, la finitud y la interconexión con la naturaleza como ejes fundamentales que han de sostener esta transición. Ellas nos recuerdan que el cambio climático –y por ende la transición a otros modos de energía y sostenibilidad de la vida– más allá de un desafío técnico y científico, es sobre todo un reto cultural, social y humanitario de grandísimo calado e importancia. Por ello es urgente comprender que actuar contra el cambio climático requiere seguramente una reinvención radical y colectiva del mundo tal y como lo conocemos, en términos de producción de energía, pero también en términos de producción de pensamiento y acción colectiva.
Citación recomendada
CREUS, Amalia. «Sobre cambio climático, energías renovables y justicia social». COMeIN [en línea], noviembre 2024, no. 147. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n148.2476
Profesora de Comunicación de la UOC
@amaliacreus