El rol disruptivo y transformativo de la inteligencia artificial (IA) es uno de los temas de actualidad por excelencia, como queda claro a través de los numerosos e interesantísimos artículos sobre el tema aparecidos en COMeIN. Los imaginarios de la inteligencia artificial nos acompañan desde hace mucho tiempo en la literatura, el cine, la televisión, el cómic o los videojuegos, pero cuando entran en nuestra vida cotidiana… la cosa cambia. En este artículo, me acerco a la cotidianeidad de la IA en un campo que me apasiona, la música.
Bruce Springsteen es uno de tantos que se hacen viejos, con la particularidad de que sus conciertos no pasan precisamente desapercibidos. Ahora que ya tiene 73 años, tanto la prensa como los tertulianos no dejan de comentar el mérito de estar en activo «a su edad». Una gesta, una proeza. Que si se cuida mucho, que si hace esto, que si hace lo otro. Y, por supuesto, también se deja caer algún comentario que recuerda que ya no salta tanto como en la última gira o que quizás sea la última vez que lo veamos en Europa.
Dos de las sagas de ciencia ficción televisiva y cinematográfica que más repercusión mundial han tenido son Star Wars y Star Trek. Las dos continúan su expansión transmedia, que incluye precuelas y secuelas en cine y televisión, así como todo tipo de merchandising, eventos e influencia en la sociedad y en la interacción en línea. Ahora bien, ¿habéis pensado alguna vez que Star Trek podría llegar a representar al siempre difícil de representar colectivo de los freelances?
La amenaza de huelga de los guionistas norteamericanos podría ser una oportunidad para que los discursos y análisis que se hacen desde los medios de comunicación y la academia salgan del marco establecido por el marketing industrial de las plataformas.
Editorial UOC acaba de publicar, en su colección Filmografías esenciales, el volumen Cine dentro del cine. 50 películas sobre el séptimo arte, de Pablo Echart. En el libro, el autor, profesor de escritura y análisis de guion cinematográfico de la Universidad de Navarra, presenta una antología esencial del metacine, un género –o mejor, un subgénero– del cine que se centra en el proceso de creación de una película y en los personajes involucrados en ella, tales como directores, productores, actores y guionistas.
Mucho se ha hablado –y se seguirá hablando– sobre el impacto en la vida adulta de los niños que crecieron entre los focos del cine, la televisión y la industria del espectáculo. Y en particular: sobre qué fue lo que vivieron o dejaron de vivir en sus infancias, lo que supuestamente les impide vivir una vida adulta sana y equilibrada. Seguro que de inmediato se os viene a la mente algún caso. Saludos a Macaulay Culkin. Y recuerdos para Kailia Posey.
La mayoría de los productos audiovisuales de la televisión se ruedan en un plató. Desde los telediarios hasta la gran mayoría de los programas, sean informativos, divulgativos o de entretenimiento. Y muy pronto, también, los odiados o esperados debates electorales. ¿Pero qué ocurre cuando queremos usar un espacio externo, no habilitado para ello, como plató de televisión? ¿Cuáles serán los grandes retos a los que nos enfrentaremos para hacerlo posible?
Sin duda, uno de los grandes retos a los que se enfrenta el sector de los eventos es el de la accesibilidad universal. Los eventos, como motores de la sociedad, deben contribuir a la potenciación de valores como la accesibilidad cognitiva mediante la implementación de medidas y teniendo en cuenta factores comunicativos y operativos, facilitando así que toda la ciudadanía pueda participar en ellos. La búsqueda de esta inclusividad conlleva la necesidad de diseñar eventos marcando también como objetivo la plena participación de personas con trastornos del espectro autista (TEA).
Desmesurada como el diarreico paquidermo que protagoniza su prólogo, Babylon (Damien Chazelle, 2022) nos retrotrae a la era en la que el cine era un espectáculo de masas y sus estrellas, auténticas divinidades. En la nueva película del director de La La Land, la transición del mudo al sonoro sirve de telón de fondo a la historia de un puñado de personajes cuyos caminos –en pos de la inmortalidad que Hollywood brinda a sus elegidos– se entrecruzan intermitentemente.
¿Qué tienen en común House, Prison Break, Perdidos o La casa del dragón? ¿O Black Mirror, Boardwalk Empire, Juego de tronos, Los Soprano y The Wire? La respuesta inmediata parece fácil: se trata de ejemplos destacados de importantes series de televisión de los últimos años. Pero hay otra conexión menos evidente: la presencia de un mismo director o directora en, al menos, alguno de sus episodios. Y es que, fuera de casos muy particulares, la dirección de ficción en televisión es una labor que, en comparación con el cine, pasa desapercibida, mientras que el mérito de autoría recae en figuras como la del showrunner. ¿Es la dirección de televisión una cuestión meramente funcional? Ahí van algunas ideas.