Sin duda, uno de los grandes retos a los que se enfrenta el sector de los eventos es el de la accesibilidad universal. Los eventos, como motores de la sociedad, deben contribuir a la potenciación de valores como la accesibilidad cognitiva mediante la implementación de medidas y teniendo en cuenta factores comunicativos y operativos, facilitando así que toda la ciudadanía pueda participar en ellos. La búsqueda de esta inclusividad conlleva la necesidad de diseñar eventos marcando también como objetivo la plena participación de personas con trastornos del espectro autista (TEA).