Número 129 (febrero 2023)

Accesibilidad cognitiva: mejorar la experiencia de asistentes a eventos con trastornos del espectro autista

Carlos Moreno Clemente, Anna Almécija Casanova

Sin duda, uno de los grandes retos a los que se enfrenta el sector de los eventos es el de la accesibilidad universal. Los eventos, como motores de la sociedad, deben contribuir a la potenciación de valores como la accesibilidad cognitiva mediante la implementación de medidas y teniendo en cuenta factores comunicativos y operativos, facilitando así que toda la ciudadanía pueda participar en ellos. La búsqueda de esta inclusividad conlleva la necesidad de diseñar eventos marcando también como objetivo la plena participación de personas con trastornos del espectro autista (TEA).

Cuando se busca garantizar la accesibilidad en un evento, se pretende que todo aquello que lo compone –espacios, procesos, servicios, etc.– sea comprensible, utilizable y practicable para todas las personas. Además, los participantes de un acto o espectáculo de cualquier tipo deben poder hacerlo con seguridad y comodidad, de la manera más autónoma y natural posible. Probablemente, y todavía con mucho camino por recorrer, la accesibilidad física de los eventos es sobre la que más se ha avanzado, incluso desde un punto de vista de desarrollo normativo. En este sentido, podemos ver, por ejemplo, cómo muchos eventos cuentan con accesos, recorridos o instalaciones preparados para personas con movilidad reducida (PMR).

 

Desafortunadamente, la accesibilidad cognitiva parece ser un campo en el que todavía es necesario avanzar. Bajo el concepto de accesibilidad cognitiva se considera la comprensión del entorno del evento por parte de los asistentes, interpretando la información, comunicándose con él y realizando con comodidad todas las actividades que lo conforman. Este hecho es especialmente relevante para la correcta participación de las personas con trastornos del espectro autista, ya que los trastornos pueden ir estrechamente ligados a una diversidad en la forma de comunicarse, de relacionarse socialmente o de afectación ante determinados elementos ambientales como el ruido, las luces excesivas, etc.

 

Conseguir que este colectivo participe y disfrute de un acto no es más que garantizar sus derechos. De hecho, el artículo 24 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos se refiere, en concreto, al derecho al disfrute del tiempo libre, algo que debe llevar a pensar en eventos musicales, deportivos, fiestas populares, etc. Por tanto, la ciudadanía debe tener presente la accesibilidad cognitiva para garantizar, tal y como también señala el artículo 30 de la Convención de la ONU sobre Derechos de las Personas con Discapacidad, la participación en igualdad de condiciones en la «vida cultural», así como en «actividades recreativas, de esparcimiento y deportivas». No se trata de incluirlos en actos pensados por y para personas neurotípicas, sino que las personas con neurodivergencia participen y disfruten tanto como las demás.

 

Pre-evento: anticiparse a lo que ocurrirá

 

Existen formas de diseñar y llevar a cabo un evento que van a facilitar la accesibilidad cognitiva, empezando desde una fase previa a la celebración del encuentro. La correcta y completa información acerca de la actividad permite al asistente con TEA anticiparse y prepararse de forma correcta, y así reducir el estrés previo y generar una mayor sensación de confianza al gozar de un mayor grado de conocimiento.

 

En primer lugar, se debe considerar proporcionar los datos básicos acerca de fechas, horarios, tipos de entrada, mapas del recinto y de sus recorridos, opciones de movilidad, etc., a través de la web, las redes sociales, etc. No es algo novedoso ni destinado en exclusiva a este tipo de participantes, pero es un aspecto que a veces no es considerado exhaustivamente por parte de la organización del evento. Y algo que es clave: la información que se ofrece debe ser concreta y clara.

 

En segundo lugar, resulta conveniente dar el máximo de información acerca de cómo será el evento. En concreto, es importante poder responder a la pregunta: ¿qué va a ocurrir mientras dure la actividad? Por supuesto, no se trata de desvelar el minuto a minuto del acto, pero un asistente con TEA puede necesitar conocer si se utilizarán efectos de iluminación, un determinado volumen de sonido o incluso si se pide la participación activa del público –pensemos en un espectáculo, por ejemplo, en el que se invite a asistentes concretos a subir al escenario o donde los artistas se acerquen micrófono en mano para hacer preguntas–, para evaluar hasta qué punto puede incomodarle o afectarle en función de sus necesidades.

 

En determinados eventos en los que exista la posibilidad de adquirir la entrada con asiento reservado, será importante tener identificadas previamente aquellas zonas donde pueda haber más o menos impacto lumínico, proximidad a amplificadores de sonido, zonas más concurridas o con mayor animación, para que el asistente con TEA decida, de antemano, qué localidad le resulta más conveniente.

 

Configuración del espacio de un evento para personas con TEA

 

De forma clara, la gestión del acceso al evento es uno de los momentos más relevantes de la experiencia del asistente. Debe tenerse en consideración que la posible generación de colas o la concentración de personas pueden contribuir negativamente a la experiencia, al generar estrés y situaciones de incomodidad por parte de los asistentes, especialmente en personas con TEA. Es por ello por lo que identificar opciones alternativas, como pueden ser los accesos habilitados para PMR u otras vías menos concurridas, será de utilidad para poder derivar por allí a aquellos asistentes que lo necesiten.

 

De la misma manera, debe considerarse el hecho de contar con zonas de descanso que no sean simplemente espacios donde sentarse, sino que realmente permitan reducir la ansiedad o el malestar que puede producir el sonido, la luz o la afluencia de público, siendo esto un aspecto muy favorable para personas con TEA. Estas mismas zonas de descanso pueden servir como espacios donde estos participantes puedan comer y beber de forma sosegada e incluso fuera de los espacios habilitados de restauración, en los que se pueden producir colas o no ofrecerse productos adecuados (habrá que tener en consideración la posible entrada de alimentos y bebidas para personas con TEA y con necesidades especiales en este sentido, y gestionar la excepción si contraviene las normas del evento).

 

La comunicación en un evento a personas con TEA

 

Algunos de los aspectos señalados anteriormente ya apuntan de forma clara a la comunicación como pilar para conseguir la accesibilidad cognitiva. Para empezar, un evento debe comunicar correctamente todos los aspectos que lo configuran y que pueden ser de relevancia para la correcta participación general y, en particular, de un asistente con TEA. Estrategias omnicanal, información clara y precisa o la incorporación de elementos visuales como mapas de espacios y recorridos son algunas de las opciones que logran una comunicación efectiva del evento.

 

La comunicación bidireccional entre un participante con TEA y la organización será clave para conseguir el éxito del evento. Si la información necesaria no está disponible, el asistente debe disponer de canales claros para contactar con la organización, conseguirla y transmitir así sus potenciales necesidades. De esta forma, la organización podrá tomar aquellas medidas o facilitar la información solicitada de forma que se logre una participación exitosa en el encuentro. Hay que tener en cuenta que una persona con TEA no tiene por qué ser una persona con discapacidad y, por tanto, hay que prever de antemano que no tendrán siempre un documento oficial con su condición que enseñar al personal de control de acceso. Una vía de contacto con la organización será esencial para poder exponer sus dudas y necesidades específicas.

 

Asimismo, debe existir una adecuada comunicación entre los asistentes con TEA y el staff de la organización, por ejemplo, personal de seguridad, sanitarios y auxiliares de servicios, que se encuentra in situ durante el evento. Para ello, la formación del personal es clave, ya que deben tener en cuenta que pueden producirse situaciones en las que personas con TEA presenten dificultad para entender o contestar preguntas o, simplemente, que requieran un mayor tiempo para responder sin que se produzcan malentendidos. Igualmente, puede ser necesario que se les acompañe –por ejemplo, a encontrar su asiento– o se les facilite información para solucionar cualquier posible incidencia que se produzca.

 

La incorporación de elementos visuales, como pueden ser pictogramas, también es una alternativa que para determinadas personas en el espectro permiten reducir la ansiedad y el estrés al facilitar la comprensión del evento. En este sentido, se pueden utilizar sistemas alternativos y aumentativos de comunicación (SAAC), como los desarrollados por Arasaac, que pueden facilitar la expresión o la comprensión frente a ciertas dificultades que pueden tener algunas de las personas con TEA. En cualquier caso, como norma general, cualquier señalización debe ser del tamaño adecuado y fácilmente comprensible para todos los asistentes.

 

En conclusión, cualquier medida de las anteriormente descritas permite acercar un evento a la accesibilidad universal y, en concreto, a la accesibilidad cognitiva. Y, por último, no se debe olvidar que cualquiera de ellas no solo beneficia al colectivo de asistentes con TEA, sino que mejorará la experiencia global de cualquiera de los participantes del evento. Asimismo, conviene destacar las muchas fortalezas de las personas con neurodivergencia, por lo que la mejor manera de garantizar la planificación de un evento diverso sería contar en la propia organización con profesionales que, desde otras perspectivas, puedan aportar su conocimiento y experiencia.

 

Citación recomendada

MORENO, Carlos; ALMÉCIJA CASANOVA, Anna. «Accesibilidad cognitiva: mejorar la experiencia de asistentes a eventos con trastornos del espectro autista». COMeIN [en línea], febrero 2023, no. 129. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n129.2310

eventos;  entretenimiento;  ética de la comunicación;  música;