Mucho se ha hablado –y se seguirá hablando– sobre el impacto en la vida adulta de los niños que crecieron entre los focos del cine, la televisión y la industria del espectáculo. Y en particular: sobre qué fue lo que vivieron o dejaron de vivir en sus infancias, lo que supuestamente les impide vivir una vida adulta sana y equilibrada. Seguro que de inmediato se os viene a la mente algún caso. Saludos a Macaulay Culkin. Y recuerdos para Kailia Posey.
La mayoría de los productos audiovisuales de la televisión se ruedan en un plató. Desde los telediarios hasta la gran mayoría de los programas, sean informativos, divulgativos o de entretenimiento. Y muy pronto, también, los odiados o esperados debates electorales. ¿Pero qué ocurre cuando queremos usar un espacio externo, no habilitado para ello, como plató de televisión? ¿Cuáles serán los grandes retos a los que nos enfrentaremos para hacerlo posible?
¿Qué tienen en común House, Prison Break, Perdidos o La casa del dragón? ¿O Black Mirror, Boardwalk Empire, Juego de tronos, Los Soprano y The Wire? La respuesta inmediata parece fácil: se trata de ejemplos destacados de importantes series de televisión de los últimos años. Pero hay otra conexión menos evidente: la presencia de un mismo director o directora en, al menos, alguno de sus episodios. Y es que, fuera de casos muy particulares, la dirección de ficción en televisión es una labor que, en comparación con el cine, pasa desapercibida, mientras que el mérito de autoría recae en figuras como la del showrunner. ¿Es la dirección de televisión una cuestión meramente funcional? Ahí van algunas ideas.
Marc-Uwe Kling ha escrito QualityLand (2017), una novela que no solo es un best seller, sino que además analiza de forma divertida los retos de la digitalización de la sociedad y está teniendo más impacto que cualquier texto académico. La novela es una distopia más sobre qué puede pasar si las tecnologías digitales que conocemos hoy en día siguen avanzando por donde van. Muy en la línea de otras novelas distópicas sobre tecnología, como El Círculo (Eggers, 2017) o Clara y el sol (Ishiguro, 2021).
El pasado 15 de septiembre se presentó el libro Indigenous Media Activism in Argentina. Publicado por Routledge en el marco de la serie «Media and Communication Activism. The Empowerment Practices of Social Movements», junto a la autora, Francesca Belotti, participaron tres comentaristas de prestigio internacional: Claudia Magallanes-Blanco (Universidad Iberoamericana Puebla, México), Amalia Córdova (Smithsonian Institution, Estados Unidos) y Salvatore Scifo (Bournemouth University, Reino Unido).
En estos últimos meses la atención se ha fijado en los movimientos de compra e inversión en las plataformas social media. Eso explica la cobertura dada a las tentativas y compra de Twitter por Elon Musk. Pero el sector de la comunicación está en cambio constante y las dudas sobre el modelo de negocio planean sobre los grupos mediáticos donde también se producen cambios habituales entre los inversores. Junto a intereses comerciales, otros atractivos y razones estratégicas se encuentran detrás de estas actuaciones.
Tal y como vimos en la primera entrega de este artículo, el funeral de la Reina Isabel II del Reino Unido reunió a más de 500 mandatarios de todo el mundo, 2.000 invitados dentro de la abadía de Westminster y una audiencia de millones de personas que siguieron la retransmisión en directo. El acto, que duró menos de una hora, fue un ejemplo de ceremonial, etiqueta y protocolo. En esta última entrega, analizamos los símbolos, la parte musical, la etiqueta y la ornamentación floral.
El funeral de la reina Isabel II de Inglaterra reunió a más de 500 mandatarios de todo el mundo y 2.000 invitados dentro de la abadía de Westminster, y tuvo una audiencia de millones de personas que siguieron la retransmisión en directo. El acto, que duró menos de una hora, fue un ejemplo de ceremonial, etiqueta y protocolo. En esta primera entrega del artículo, analizamos el carácter del funeral de Estado, su meticulosa planificación, su espacio, sus invitados y el programa.
La muerte voluntaria del cineasta e intelectual francosuizo Jean-Luc Godard por suicidio asistido ante la imposibilidad de hacer frente a los daños paliativos diagnosticados constituye el último acto de rebeldía de la gran mente privilegiada –tan revolucionaria formalmente como osada y polémica– del arte del siglo XX. El cine queda huérfano, de músculo y de alma.
La generalización de la tecnología, junto con el empoderamiento del consumidor, ha traído grandes cambios en el entorno de la comunicación y, con ello, una profunda transformación de la industria publicitaria, que requiere de nuevos perfiles profesionales con competencias y habilidades que eran inéditas hace unos años. Estos factores están influyendo indiscutiblemente en el modelo publicitario tradicional y, en consecuencia, sobre sus estructuras organizativas y sus procesos de trabajo.