En este artículo me centraré en dos populares cuentas de recomendación musical en redes sociales que, de maneras distintas, y desde lo profundo de nuestra cultura algorítmica, recuperan el placer de descubrir discos y de escuchar con atención plena. Y lo hacen con una forma de crear contenido con un acento intergeneracional, espontáneo y cotidiano… «¿Qué vamos a escuchar hoy?».
En varias películas y series de ficción recientes nos encontramos con una tendencia al alza: los principales malvados de la función son billonarios o colectivos de billonarios que actúan como simple extensión de sus privilegios. A pesar de que esto no es nuevo, como siempre, la ficción nos ayuda a entender los sentimientos y los miedos de los tiempos en que vivimos: la concentración de poder, la explotación de personas, el menosprecio del cambio climático ante el negocio que supone la explotación de los recursos naturales por el consumo o la emergencia de formas de gobierno autoritarias basadas en la plutocracia o la cleptocracia.
En la pasada edición del Sitges - Festival Internacional de Cine Fantástico de Catalunya la sostenibilidad y la angustia ante posibles futuros no deseados relacionados con el cambio climático por causas humanas a través del fantástico tuvieron una presencia importante en diferentes secciones. En este artículo expondremos algunas tendencias destacadas.
Coldplay ha anunciado recientemente la reedición de varios de sus más populares trabajos en EcoRecord, un soporte físico donde el plástico reciclado PET sustituye al clásico PVC. Independientemente de preferencias musicales, hay que reconocer que Coldplay ha contribuido a visibilizar la necesidad de que la industria musical apueste por la sostenibilidad. ¿Pero qué significa esto y hasta qué punto este movimiento es real?
La ciencia ficción audiovisual vive una era particularmente destacada gracias al éxito reciente de películas como Dune Parte 2 o de apuestas decididas de series de televisión como Para toda la humanidad, Constelación, Silo, Fundación o El problema de los tres cuerpos. Esto sin contar con otras producciones que se sitúan en sus límites (dependiendo de qué entendamos por ciencia ficción). Y por supuesto, otros campos tan fértiles como la literatura o los juegos.
Llegamos al final de año y proliferan las listas con el resumen de lo más destacado en todos los aspectos de nuestra vida. Listas de todo tipo, en todos los ámbitos. Tenemos realmente una relación curiosa con las listas, objeto de polémicas inacabables sobre qué queda dentro, qué fuera y por qué ese orden y no otro. ¿Por qué son tan populares las listas? En mi caso, mi relación con las listas es complicada, y a ellas dedico este artículo.
La reciente huelga de guionistas de Hollywood, así como algunos de los estrenos cinematográficos más destacadas de este año, ponen sobre la mesa un tema muy importante con relación a las industrias culturales: el hecho de que tecnologías como la captura de movimiento o el recurso a la inteligencia artificial se estén utilizando para blindar el futuro de grandes franquicias de entretenimiento, que en algunos casos llevan décadas con nosotros, en un momento en el que toda una generación que las creó o popularizó está a punto de retirarse. ¿Es esto lo que queremos? En este artículo presento algunas reflexiones al respecto.
El rol disruptivo y transformativo de la inteligencia artificial (IA) es uno de los temas de actualidad por excelencia, como queda claro a través de los numerosos e interesantísimos artículos sobre el tema aparecidos en COMeIN. Los imaginarios de la inteligencia artificial nos acompañan desde hace mucho tiempo en la literatura, el cine, la televisión, el cómic o los videojuegos, pero cuando entran en nuestra vida cotidiana… la cosa cambia. En este artículo, me acerco a la cotidianeidad de la IA en un campo que me apasiona, la música.
Durante la primera semana de marzo tuvimos la suerte de poder compartir tiempo e ideas con dos grandes figuras expertas en movimientos sociales y activismo digital: los profesores Emiliano Treré (Universidad de Cardiff) y Guiomar Rovira (Universidad de Girona). Aceptaron el reto de mantener una conversación, que resultaría apasionante, sobre justicia de datos, activismo en la era de los datos, algoritmos y la importancia de las pequeñas acciones para el cambio social, incluso ante causas aparentemente perdidas. Este es un pequeño adelanto que espero sirva a modo de inmersión en una cuestión fundamental en los complejos tiempos que vivimos.
¿Qué tienen en común House, Prison Break, Perdidos o La casa del dragón? ¿O Black Mirror, Boardwalk Empire, Juego de tronos, Los Soprano y The Wire? La respuesta inmediata parece fácil: se trata de ejemplos destacados de importantes series de televisión de los últimos años. Pero hay otra conexión menos evidente: la presencia de un mismo director o directora en, al menos, alguno de sus episodios. Y es que, fuera de casos muy particulares, la dirección de ficción en televisión es una labor que, en comparación con el cine, pasa desapercibida, mientras que el mérito de autoría recae en figuras como la del showrunner. ¿Es la dirección de televisión una cuestión meramente funcional? Ahí van algunas ideas.