Escribo este artículo el 1 de marzo, sexto día de la invasión rusa de Ucrania, una nueva guerra en Europa. Lo empiezo expresamente con las dos palabras (guerra, invasión) que curiosamente no aparecen de momento en los medios informativos prorrusos, ocultas tras el eufemismo de operación militar especial. Sí, me resulta difícil mantener la objetividad (pero no la neutralidad) a la hora de hablar y analizar lo que está sucediendo.
Está muy feo restregarle a alguien el consabido “«yo-ya-te-lo-dije»”, pero lo cierto es que yo ya lo dije. Pronostiqué que el Facebook que hemos conocido hasta ahora dejaría de existir en un plazo de entre tres y cuatro años, y lo pronostiqué hace exactamente tres años y ocho meses.
El mundo del deporte muestra a menudo reglas distintas a las de las empresas, aunque los clubes más conocidos no hay duda de que son grandes empresas. En el ámbito del trabajo, la relación entre Laporta y Koeman esta temporada 21-22 reproduce un caso de mobbing: un hostigamiento psicológico sistemático en el entorno laboral. Me explico.
En lo (poco) que llevamos del 2021, ya se han registrado dos situaciones muy notorias que algunos han interpretado como una amenaza para la libertad de expresión: en enero, la clausura de la cuenta de Twitter del expresidente estadounidense Donald Trump; y en febrero, el encarcelamiento del rapero Pablo Hasél. El poder del relato y el relato del poder se entrecruzan en ambos casos, evidenciando que, en comunicación política, el storytelling emocional se impone hoy a toda aproximación racional a los hechos.
El regreso de los eventos presenciales en el contexto de la COVID-19 plantea retos, entre ellos, la recuperación de la confianza por parte de los asistentes. Como ha ocurrido en el pasado a consecuencia de incidentes de seguridad, los participantes en los eventos esperan una reacción y nuevas medidas, buscando entornos protegidos y confiables a los que acudir. En este artículo, se analiza cómo la comunicación puede contribuir a aumentar la percepción de seguridad y a recuperar dicha confianza.
El Barça arrastra una crisis deportiva, económica, de marca y de reputación desde principios de año. El presidente, Josep Maria Bartomeu, se enfrenta a una moción de censura y se niega a adelantar las elecciones, que tendrán lugar en marzo del año que viene. ¿Qué hacer ahora? Impulsar una campaña global que proyecte el liderazgo del club y lo vuelva a conectar emocionalmente con los socios y simpatizantes.
Las formas de depredación, persecución o perversión de la actividad intelectual, científica o creativa en general continúan siendo ejercidas desde posiciones de dominio o mediadoras, pero son cada vez más sofisticadas y van más allá de la coacción o la simple acción de robar o de apropiarse de ideas u obras mediante la sustitución, modificación o eliminación de los verdaderos autores.
Los gráficos del desarrollo de la pandemia han tomado una relevancia esencial. Desde el inicial “aplanemos la curva” hasta el momento actual de desescalamiento, rara vez la expresión visual de los datos se había convertido en lo más importante para entender cómo se supera una crisis. Sólo durante el mes de marzo, el acceso a la comunicación de proximidad se ha incrementado un 158% según Comscore, pero la información visual desagregada no está siendo uno de sus focos por falta de recursos. Los medios de proximidad son elementos clave para el sostenimiento de nuestra democracia y el derecho a la información. Ahora más que nunca, necesitarán el apoyo de la ciudadanía a la que sirven.
El FC Barcelona es uno de los clubes deportivos más reconocidos internacionalmente. Y, ahora, su (buena) reputación, su (gran) prestigio y su (excelente) imagen se han derrumbado por una crisis institucional sin precedentes. Analizamos cómo se ha originado y ha evolucionado el Barçagate, evaluamos sus consecuencias y vemos cómo debería ser el proceso de reconstrucción de la marca.
Hace 10 años, cuando empezamos a trabajar en la conceptualización y el diseño de COMeIN, era impensable que la publicación de su número 100 coincidiera con una pandemia de coronavirus. El COVID-19 ha trastocado nuestras vidas en casi todos los aspectos, pero la misión que alumbró la revista divulgativa de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC se mantiene incólume: pulverizar la distancia que existe entre el conocimiento generado en el entorno académico de nuestro ámbito y su transferencia a la sociedad.