Xavier Purcallà es una de las personas que más saben sobre comunicación corporativa en España. Ha sido director de Comunicación Externa de Vueling, de Octagon y, en la actualidad, del Grupo Flaix. Y en todas sus experiencias tenía claro que la comunicación es clave a la hora de construir y defender la reputación de la empresa. No en vano, una de sus especialidades es la comunicación de crisis.
Ante el uso de las plataformas de social media en el conflicto bélico de forma estratégica, las propias empresas se han visto en algunos casos en la necesidad de pronunciarse sobre su postura ante determinado empleo. La manera de actuar y reaccionar ha sido diferente, pero evidencia las medidas que estos entornos pueden poner en marcha para fomentar o limitar el alcance de algunos perfiles y contenidos.
En los últimos años, la irrupción y popularización de los social media ha producido un alto impacto en el ecosistema comunicativo. Sus usos y su consumo se han ido ampliando para cubrir desde las propias necesidades sociales hasta otras tan variadas como las informativas, de ocio y entretenimiento, formativas... También han dado cuenta de su importancia en hitos clave de la historia reciente, como en situaciones de catástrofe y emergencias, así como en campañas propagandísticas y en la difusión de las conocidas como fake news. De ahí el interés por reflexionar sobre el uso estratégico que están ahora adquiriendo en el conflicto bélico de Ucrania.
Bajo el título de «‘COMeIN’: pasen y sepan», el primer artículo publicado en esta revista constituía una inequívoca invitación a adentrarse en el conocimiento que se genera en los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC: adelante, pasen, no se queden fuera, come in. Aunque no es lo mismo aceptar una invitación que colarse por la cara, en ocasiones ambas cosas pueden resultar sorprendentemente parecidas.
Escribo este artículo el 1 de marzo, sexto día de la invasión rusa de Ucrania, una nueva guerra en Europa. Lo empiezo expresamente con las dos palabras (guerra, invasión) que curiosamente no aparecen de momento en los medios informativos prorrusos, ocultas tras el eufemismo de operación militar especial. Sí, me resulta difícil mantener la objetividad (pero no la neutralidad) a la hora de hablar y analizar lo que está sucediendo.
Está muy feo restregarle a alguien el consabido “«yo-ya-te-lo-dije»”, pero lo cierto es que yo ya lo dije. Pronostiqué que el Facebook que hemos conocido hasta ahora dejaría de existir en un plazo de entre tres y cuatro años, y lo pronostiqué hace exactamente tres años y ocho meses.
El mundo del deporte muestra a menudo reglas distintas a las de las empresas, aunque los clubes más conocidos no hay duda de que son grandes empresas. En el ámbito del trabajo, la relación entre Laporta y Koeman esta temporada 21-22 reproduce un caso de mobbing: un hostigamiento psicológico sistemático en el entorno laboral. Me explico.
En lo (poco) que llevamos del 2021, ya se han registrado dos situaciones muy notorias que algunos han interpretado como una amenaza para la libertad de expresión: en enero, la clausura de la cuenta de Twitter del expresidente estadounidense Donald Trump; y en febrero, el encarcelamiento del rapero Pablo Hasél. El poder del relato y el relato del poder se entrecruzan en ambos casos, evidenciando que, en comunicación política, el storytelling emocional se impone hoy a toda aproximación racional a los hechos.
El regreso de los eventos presenciales en el contexto de la COVID-19 plantea retos, entre ellos, la recuperación de la confianza por parte de los asistentes. Como ha ocurrido en el pasado a consecuencia de incidentes de seguridad, los participantes en los eventos esperan una reacción y nuevas medidas, buscando entornos protegidos y confiables a los que acudir. En este artículo, se analiza cómo la comunicación puede contribuir a aumentar la percepción de seguridad y a recuperar dicha confianza.
El Barça arrastra una crisis deportiva, económica, de marca y de reputación desde principios de año. El presidente, Josep Maria Bartomeu, se enfrenta a una moción de censura y se niega a adelantar las elecciones, que tendrán lugar en marzo del año que viene. ¿Qué hacer ahora? Impulsar una campaña global que proyecte el liderazgo del club y lo vuelva a conectar emocionalmente con los socios y simpatizantes.