En la década de 1960, los artistas utilizaron estrategias documentales, rompiendo los límites entre la documentación y la ficción, produciendo obras que ofrecen una (re)escritura de la historia a partir de las lagunas dejadas por los documentos. Es en este sentido en el que destacamos el proceso artístico de Rosângela Rennó y Carrie Mae Weems.
Podemos crear con objetivos muy diversos. Podemos hacerlo para expresarnos, nos podemos quedar en la superficie, resolver una problemática sencilla, incluso frívola, podemos solucionar problemas más complejos, que afecten además personas, o a aquellas que están en riesgo de exclusión, por ejemplo. Podemos crear con la intención de salvar vidas o incluso de salvar el planeta. Incluso podemos crear (para el) más allá.
Hace unas semanas asistimos a una visita guiada a una exposición titulada Los colores del mundo en el Cosmocaixa, en Barcelona. Lo hicimos con un grupo de estudiantes de la asignatura Taller de color, del grado de Diseño y Creación Digitales, una asignatura que aborda las diferentes dimensiones del color como fenómeno físico, químico, social y cultural, de manera que al entender todo esto los estudiantes puedan elegir y manejar el color de una manera consciente y efectiva en la medida de lo posible.
Conectar conceptos, profesionales y disciplinas es, a menudo, una habilidad sutil o que pasa desapercibida ya que, a pesar de ser imprescindible en el ámbito creativo, es poco tangible o cuantificable. Aun así, hay personas que, de manera natural o porque lo han trabajado, ven enlaces que son clave en el proceso creativo. Este artículo es un homenaje a los hilos invisibles, a las conexiones y a los caminos que trazamos entre vectores, tengan la forma que tengan.
El papel activo de la cultura tecnológica en la sociedad actual es indiscutible y constituye un fenómeno de estudio analizado desde todas las esferas actuales del saber. En las prácticas del arte, los impulsos creativos y la intimidad tecnológica producen crisis notables en la manipulación de códigos. Como respuesta activa, se está produciendo un interesante encuentro crítico y creativo entre prácticas artísticas, género y software libre. El marco conceptual de estas nuevas comunidades invisibles se orienta al cultivo de la socialización del conocimiento y el trabajo colaborativo.
El pasado 14 de octubre tuvo lugar una acción llevada a cabo por dos activistas en la National Gallery de Londres: el lanzamiento de una lata de sopa de tomate a una de las versiones del cuadro Los girasoles (1888) de Van Gogh, que –justo es decir– está protegido por un vidrio. La acción ha tenido bastante repercusión en las redes y ha puesto sobre la mesa el debate sobre la crisis climática y sus diversas formas de activismo. En este artículo expongo algunas de las ideas contrapuestas que se han dado en este caso.
Hace un par de años estuve paseando por la playa de un municipio al que afectó un temporal de los que son habituales cada año en nuestro territorio. La playa, pese a haber repuesto parte de su arena, tenía un aspecto desolador. En las siguientes líneas os cuento un proceso de reflexión creativa, a partir de un ejercicio de ilustración.
Si la muerte de José Pérez Ocaña, Ocaña, interrumpía el retrato más radical de la Transición española en 1983, casi cuarenta años después los adioses de Miguel Gallardo y de Pau Riba sellan una etapa en Barcelona y en el Estado español narrada por el underground cultural. Se resisten al epitafio definitivo unas pocas figuras como Nazario Luque Vera, Nazario.
En este artículo, de diferentes maneras, sin salirme del ámbito de la cultura y de la comunicación, abordo la cuestión de la fragilidad de lo que nos rodea, de lo impermanente, de cómo, a pesar de que nos gusta creer lo contrario, no todo está disponible y nada lo estará para siempre. Que necesitamos de nuestra voluntad, de nuestras mejores virtudes, para aceptar la pérdida, pero también para seguir en la búsqueda de lo perdido, la inquietud hacia lo bello todavía por descubrir, para cuidarlo y compartirlo, mientras sea posible. Vale para nuestro adormecido día a día, y vale, por supuesto, para el drama del pueblo ucraniano.
Faces ON. Los pasados días 4, 5 y 6 de febrero tuvo lugar el Llum BCN, el festival de artes lumínicas que se celebra en Barcelona desde 2012. El evento aprovecha la complicidad de las noches de invierno para presentar diferentes instalaciones artísticas basadas en el uso de la luz y las tecnologías digitales. Una exposición de arte moderno que reúne cada año a miles de personas, incluyendo público familiar, juvenil y adulto.