Los influencers son personas cercanas que comparten detalles de la vida personal para generar una conexión emocional con los seguidores. Son modelos, también referentes, líderes de opinión, fuentes de información y, en bastantes casos, una profesión idealizada a conseguir. Son también prescriptores y piezas clave para las ventas de las marcas. Hablaremos de ellos y ellas, de la impronta que dejan en la generación Z, de género, de publicidad, de regulación y también de alfabetización mediática.
La puesta en marcha de la aplicación TikTok Lite en Francia y España ha generado numerosos titulares. La reacción de la Unión Europea solicitando un informe de riesgos a la compañía terminó derivando en la suspensión del programa de recompensas en un tiempo récord después de su lanzamiento. Pero, detrás de la polémica generada, subyacen otras cuestiones como la reflexión sobre el valor de nuestro tiempo de conexión y participación en estos entornos sociales.
El valor de la información de actualidad es algo innegable. Ello hace que despierte interés tanto su control como la gestión de la agenda temática. En los últimos años, los hábitos de consumo informativo han cambiado y, en muchos casos, la tecnología y empresas que no son periodísticas han incidido en qué hechos conocemos y de qué manera nos informamos. Ahora la inteligencia artificial (IA) también entra en esta ecuación.
En los últimos tiempos, cada gran acontecimiento informativo ha sido bombardeado por bulos y mentiras. Los intereses detrás de estos ataques con fake news pueden ser variados y, aunque resulta difícil medir sus efectos, es evidente el impacto que tienen en la sociedad, en su capacidad de actuar y decidir. La guerra en Israel no está exenta de la escalada de noticias falsas, mientras la UE se pone a prueba en su intento por lograr un alto al fuego que detenga las campañas de desinformación.
El avance meteórico de la inteligencia artificial (IA) está centrando el debate en los últimos meses y generando reacciones entre expertos e inversores, pero también en el ámbito legislativo. El sector periodístico no se encuentra al margen de esta conversación, máxime cuando se está cuestionando cómo este avance tecnológico puede afectar al futuro profesional.
Mucho se ha hablado –y se seguirá hablando– sobre el impacto en la vida adulta de los niños que crecieron entre los focos del cine, la televisión y la industria del espectáculo. Y en particular: sobre qué fue lo que vivieron o dejaron de vivir en sus infancias, lo que supuestamente les impide vivir una vida adulta sana y equilibrada. Seguro que de inmediato se os viene a la mente algún caso. Saludos a Macaulay Culkin. Y recuerdos para Kailia Posey.
Ante el uso de las plataformas de social media en el conflicto bélico de forma estratégica, las propias empresas se han visto en algunos casos en la necesidad de pronunciarse sobre su postura ante determinado empleo. La manera de actuar y reaccionar ha sido diferente, pero evidencia las medidas que estos entornos pueden poner en marcha para fomentar o limitar el alcance de algunos perfiles y contenidos.
En los últimos años, la irrupción y popularización de los social media ha producido un alto impacto en el ecosistema comunicativo. Sus usos y su consumo se han ido ampliando para cubrir desde las propias necesidades sociales hasta otras tan variadas como las informativas, de ocio y entretenimiento, formativas... También han dado cuenta de su importancia en hitos clave de la historia reciente, como en situaciones de catástrofe y emergencias, así como en campañas propagandísticas y en la difusión de las conocidas como fake news. De ahí el interés por reflexionar sobre el uso estratégico que están ahora adquiriendo en el conflicto bélico de Ucrania.
A veces la casualidad sitúa dos eventos en un tiempo próximo y te hace ver las cosas con una nueva perspectiva. En este caso, y este será el tema de este artículo, hablaremos de la primera condena por fake news y el futuro de Twitter. De todo ello me gustaría comentar algunos aspectos que me parecen interesantes.
Los social media son ampliamente populares entre los usuarios de internet. Esta popularidad se hace extensiva a los menores, que se sienten atraídos por sus contenidos, pero también se inclinan a mostrarse activos creando perfiles e interactuando. En este contexto, la realidad no siempre respeta las limitaciones legales. Y mientras que padres y tutores intentan proteger a los menores, las plataformas se encuentran en la encrucijada entre cumplir la legislación, proyectar una buena imagen y velar por su negocio o ganar usuarios