El mundo del deporte muestra a menudo reglas distintas a las de las empresas, aunque los clubes más conocidos no hay duda de que son grandes empresas. En el ámbito del trabajo, la relación entre Laporta y Koeman esta temporada 21-22 reproduce un caso de mobbing: un hostigamiento psicológico sistemático en el entorno laboral. Me explico.
El periodista Josep Cuní me dio la primera pista: «Los miembros del ejecutivo catalán parecen salidos de Operación Triunfo; están todos cortados por el mismo patrón». ¿Era cierto? ¿Esa monotonía en las formas y los discursos que desprenden los consellers y las conselleres podrían haberse forjado en un casting de talent show? Me puse a investigar.
Cuando tía Polly le pidió a Tom que pintara la valla no tenía pensado todavía abrir una cuenta bancaria para pagar la universidad de su sobrino. Tom, esa tarde en la que vivió esa tarea como un castigo, imaginó cómo sus amigos podían ayudarle a pintar con cuidado cada uno de los maderos de la cerca.
Por aquel entonces no era infrecuente hacer aparecer fantasmas. Aunque el público abriera los ojos hasta el dolor debido a su asombro, en los escenarios de la Inglaterra victoriana los magos reproducían los trucos según los cuales podían hacer presentes espíritus del más allá.
La nueva sociedad del conocimiento es, realidad, una sociedad del entretenimiento. Este es el cambio copernicano producido a consecuencia de la extensión de los canales de comunicación a todos y cada de uno de nosotros. Ante la hiperinflación de información, generada también por cualquiera de nosotros a través de cualquier dispositivo, sólo la información más atractiva y cautivadora alcanza a llamar nuestra atención. Es un fenómeno nuevo y de consecuencias inimaginables todavía.
Tiempos convulsos e inconsistentes estos. Tiempos en los que el mismo gobierno que recorta servicios sociales a la velocidad de la luz, el Gobierno catalán, se preocupa de extender una red de embajadores por el mundo. Tiempos también en que los embajadores españoles no sólo no se plantean darle escaparate a Cataluña en su portafolio, sino que bajo la coartada de la “marca España” piden a los españoles que no se manifiesten por la calle ‒que eso da mala imagen del país‒ y que, menos aún, hagan escrache. Está claro que se necesitan embajadores, pero no para pastelear la realidad, sino para proyectar la mejor imagen en las mentes de las personas. En España y también, y sobre todo, en Cataluña.
La magia de la intuición reside en la rapidez de las respuestas que genera. Por eso quien se guía por la intuición ve muchas veces lo que otros no ven. En eso la intuición se enfrenta a los procesados de información de carácter analítico. Mientras que el análisis racional requiere tiempo y todos podemos llegar a conclusiones parecidas, la intuición da soluciones inmediatas y parece estar al alcance de los que no tienen miedo de ver la realidad de otro modo.
Nuestra sociedad analiza las imágenes que captan las cámaras de todo el mundo con mucho detalle. Tanto es así que aún recordamos la imagen del candidato a la presidencia Barack Obama en la que mataba una mosca mientras respondía a la pregunta de una periodista. Aquel mosquicidio dio la vuelta al mundo y se convirtió en el símbolo definitivo de la rapidez de reflejos del presidenciable que encandilaba al planeta.
Hollande ganó por 7 a 3 (escribo esto a las pocas horas de haber terminado el debate y unos días antes de que los franceses voten a su nuevo presidente). Hollande ganó y convenció, y Sarkozy se comportó como el perrito pequinés que solo hace que ladrar a todos los que pasan a su lado.
Lo más importante en la comunicación se resuelve en unos pocos segundos: los primeros segundos en los que estamos en contacto con otra persona o con un mensaje. Los primeros segundos en los que actúan los mecanismos inconscientes y la intuición suelen marcar los juicios que generamos sobre el otro. Esta defensa del papel de la intuición en la comunicación es relativamente nueva. La historia, forjada por los próceres que consideraban la intuición un asunto menor, irrelevante, ha apartado la intuición y lo inconsciente de la línea central del conocimiento y los ha convertido en las malas hierbas que crecen en los marjales.