Número 114 (octubre de 2021)

Conflicto Laporta-Koeman: ¿un caso de 'mobbing'?

Lluís Pastor

El mundo del deporte muestra a menudo reglas distintas a las de las empresas, aunque los clubes más conocidos no hay duda de que son grandes empresas. En el ámbito del trabajo, la relación entre Laporta y Koeman esta temporada 21-22 reproduce un caso de mobbing: un hostigamiento psicológico sistemático en el entorno laboral. Me explico.

Laporta no quiere que su entrenador sea Ronald Koeman, pero despedirlo lo obliga a pagar una indemnización carísima y tampoco encuentra alternativas al holandés. En este panorama, el presidente fuerza la salida del entrenador, aunque quiere que el equipo gane. Difícil situación.

 

A Laporta le irrita el conformismo de Koeman ante las derrotas y el mal juego del equipo. Koeman defiende, por la cultura futbolística que mamó, que cuando un equipo está en una transición hay que darle tiempo para pedirle resultados. Eso pasa a menudo con el Ajax. Laporta no acepta una transición deportiva que eche por la borda una temporada entera, puesto que el club está en una élite competitiva en la que eso no es posible. Por esa razón, los argumentos que propone Koeman para que los seguidores se conformen («Esto es lo que hay», porque el Barça no tiene a grandes estrellas o porque la transición se está haciendo con jóvenes) irritan al presidente del Barça: «Mirad, lo que no me gusta es cuando se actúa con conformismo y con cierto derrotismo; eso no lo podemos permitir desde el Barcelona».
 
Koeman no ayuda a rebajar la tensión cuando en sus declaraciones, y ante las presiones que recibe desde la dirección del club para que el equipo juegue como los ángeles, desprecia uno de los sacrosantos dogmas de fe del cruifismo, el tiki-taka: «¿Qué hay que hacer? ¿Jugar tiki-taki? Hemos jugado el partido de otra manera». Menospreciar el concepto, incluso llamándolo con otro nombre, le permite vehicular con un toque de desprecio la presión que recibe desde la presidencia del club.
 
Por otro lado, Koeman considera que la actitud de Laporta es poco presidencial cuando critica al entrenador en los medios. No acepta que las críticas se hagan en público, cuando deberían hacerse en un marco institucional. Y, en sus declaraciones, abunda en una imagen arquetípica del presidente como alguien poco profesional, que se va de la lengua con facilidad: «La semana pasada sugirió que el entrenador no tenía todo el poder. Habló demasiado y no fue prudente. Esas cosas se hacen en privado. Me gusta que el presidente esté comprometido, pero las preguntas se me hacen a mí, no en la prensa. Ese fue el problema. […] Salieron un par de cosas en los medios que parecían no transmitir apoyo hacia el entrenador. Eso me molestó». Su extrañeza es continua con esas filtraciones del presidente a la prensa deportiva: «Hace dos semanas tuvimos una conversación sobre un nuevo contrato. Sobre esa conversación no salió nada en la prensa hasta que el presidente habló con periodistas la semana pasada, el martes, sobre la situación del club, las finanzas y otras cosas. Al final, habló de la conversación sobre el contrato. Un día después, los medios decían: "Koeman puede firmar un nuevo contrato si cumple tres condiciones". Yo pensé "Esto no puede estar pasando"».
 
Este es un análisis en cinco movimientos del presunto mobbing a Koeman, una relación tóxica que pretende la salida del entrenador sin el coste de su indemnización. Hay que tener en cuenta que el acoso a un trabajador no lo es menos porque su indemnización sea alta. Tiene que ver con el respeto a su trabajo.
 
Primer movimiento. La falta de confianza inicial: «Dame 15 días»
 
Nada más llegar a la presidencia, Laporta no ratificó a su entrenador; pidió 15 días para pensárselo. No parece que un presidente muestre mucha confianza en uno de sus directivos si le dice el primer día que se da 15 días para decidir si lo sustituye. Así empieza una historia de desconfianza.
 
Segundo movimiento. Los cambios de actitud continuos: «Ahora sí, ahora no»
 
Por otro lado, Laporta da muestras continuas de la desconfianza del trabajo del entrenador cada vez que el equipo tropieza, cosa que este año resulta bastante común. Se trata de muestras que se hacen públicas y que señalan, sin lugar a dudas, el poco crédito que el presidente otorga a su entrenador. En otras ocasiones, alude a que no tienen dudas sobre la continuidad del trabajo del holandés (por su barcelonismo, por ser un héroe de Wembley o por lo que sea). Ahora sí, ahora no. Se trata de incrementar la presión sobre Koeman.
 
Tercer movimiento. La actitud paternalista: «Yo sé cómo arreglarlo»
 
Los vídeos que graba Laporta después de algunas derrotas sonadas del Barça liderado por Koeman muestran la figura del presidente como un gran padre al que hay que creer porque él sí que sabe cómo solucionar los problemas. En los vídeos no dice cómo lo va a hacer. Solo repite cada vez: «Yo sé cómo arreglarlo». Hay que creerlo porque encarna la figura del padre y saca el rédito del periodo en el que dirigió un Barça que cosechó grandes éxitos. No obstante, hay que quedarse con esa imagen que proyecta de «gran solucionador», al que hay que creer por encima de los resultados de hoy. ¿Qué quiere decir ese «Yo sé cómo solucionarlo»? ¿Qué amenaza se esconde ahí? El foco siempre es el mismo, aunque disfrazado de líder inspiracional… Obama no hubiera dicho eso. Biden, tampoco.
 
Cuarto movimiento. Las filtraciones: el poder de la «voz delta»
 
Las personas que tienen poder, por representar a una institución social o política, tienen acceso a algo que podríamos llamar la «voz delta». La «voz delta», como si se tratara de la desembocadura de un gran río, dispone de diferentes brazos para llevar sus aguas al mar. Lo mismo sucede en esta situación. El presidente del FC Barcelona tiene a su disposición a un grupo numeroso de periodistas y de opinadores que llevan a los medios deportivos las filtraciones que le interesan. Esas voces multiplican públicamente la presión del presidente sobre el entrenador.
 
Quinto movimiento. El aislamiento de Koeman: complicidad entre presidente y jugadores
 
Uno de los pasos de la presión que ejerce un directivo sobre un trabajador cuando lo quiere hostigar laboralmente es aislarlo en la organización. En las declaraciones que hace Laporta sobre Koeman aparece, por un lado, este, aislado, y, por el otro, aparece el presidente al lado de los jugadores: «Tenemos el equipo que tenemos, pero podemos aspirar a ganar La Liga y a mí me lo dicen los jugadores. Hay que ser optimistas, hay que trabajar, hay que luchar día a día, porque yo creo que el éxito se consigue con el trabajo diario. Menos hablar y más hacer... y más trabajar».
 
La reacción extraordinaria de Koeman: la rueda de prensa
 
Koeman es consciente de esta presión pública ejercida por su propio presidente. Y reacciona. Reacciona de manera extraordinaria: hace una rueda de prensa que empieza con la misma frase que utilizó Van Gaal antes de ser despedido, lee un comunicado en su defensa y da la rueda de prensa por terminada, sin preguntas. Laporta muestra su sorpresa y la desconexión que tiene con el entrenador cuando le preguntan sobre si sabía algo de la rueda de prensa: «Nos hemos enterado a última hora de que quería hacer este comunicado y, bueno, él tiene la obligación de acudir a la rueda de prensa y es libre de responder o manifestarse como considere. Respetamos la decisión del entrenador, pero nos hemos enterado nosotros y los capitanes poco antes».
 
No pasa por alto, aquí también, que en una de las trincheras está Koeman y, en la otra, él y los capitanes, abundando en el aislamiento institucional del entrenador.
 
¿Terminaría este culebrón si, como dijo el presidente un mes después de la marcha de Messi, esperaba que se ofreciera a jugar en el Barça gratis? ¿Si Koeman dijera que marcha gratis, el Barça tendría un nuevo entrenador en horas?
 

Cita recomendada

PASTOR, Lluís. «Conflicto Laporta-Koeman: ¿un caso de 'mobbing'?». COMeIN [en línea], octubre 2021, no. 114. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n114.2165

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