Yo lo llamo «comunicación de frontera». Y por comunicación de frontera, entiendo los límites máximos a los que puede llegar hoy la investigación sobre comunicación. Uno de esos límites, desmerecido por aquellos que no se formulan preguntas grandes en sus investigaciones, es la comunicación con entidades más allá de la muerte. Suena a paranormal, pero defiendo ante cualquier audiencia que se trata de un fenómeno bastante normal, puesto que las estadísticas sobre creencias en distintos países indican que entre un 10 % y un 30 % de la población dice haber tenido comunicación con un difunto.
No soy el primer profesor que investiga las comunicaciones espontáneas de personas muertas. Digo espontáneas, porque analizo los casos en los que una persona normal, como usted o como yo, vive una experiencia inesperada: ve, oye o siente a un muerto. Puede que esa persona que se manifiesta haya muerto recientemente –y, por tanto, el testigo vive un proceso de duelo si la conocía y la quería– o puede que no. Lo que suele ocurrir es que el fallecido y el testigo hayan tenido trato, incluso más que eso, que fueran amigos, familiares, pareja…
Decía que no soy el primer profesor que investiga estas experiencias en las que miramos de cara a los muertos –una cara que solemos girar porque en nuestro mundo la muerte es un tabú–, pero posiblemente soy el primer explorador que lo investiga desde la comunicación. Otros lo hicieron antes que yo desde otros ámbitos. Podemos remontarnos al año 1882, cuando se creó la Society for Psychical Research en Londres, un grupo compuesto por físicos, químicos, médicos, psicólogos, filósofos, filólogos y todos aquellos científicos que quisieran sumarse a buscar una respuesta. Eso sí, la mayoría de ellos eran primeras espadas del pensamiento de su tiempo.
Lo cierto es que puedo asegurar que las personas que han tenido alguna de estas experiencias no dudan de que ha sido real y, no solo eso, sino que, en un porcentaje cercano al cien por cien, la experiencia ha provocado que crean en una vida después de la muerte. Recuerdo que no hace mucho, después de una entrevista en un medio de comunicación, alguien lanzó en las redes la siguiente crítica: «No, señor, estas personas no han vivido algo real, sino que creen que han vivido algo real». El comentario me provocó una sonrisa y, desde entonces, pongo yo mismo esta objeción sobre la mesa. Las personas dicen que la comunicación que experimentaron con un muerto fue real, no solo que «creen que fue real». Por la misma regla de tres, esas mismas personas «creerían» que habían desayunado con su pareja, «creerían» que habían llevado a sus hijos al colegio o «creerían» que habían ido a trabajar.
Los patrones de la comunicación entre vivos y muertos
En mis investigaciones he descubierto que estas comunicaciones repiten un patrón en la mayoría de los casos y que este patrón no tiene carácter cultural, como aseguran historiadores y antropólogos. Nuestros colegas de otras disciplinas afirman que existe una comunión entre las personas vivas y sus muertos, y que las prácticas espirituales de cada cultura se imaginan cómo son los muertos y cómo pueden procurar algún tipo de comunicación con ellos. Por esa razón, dicen, los muertos en la Edad Media venían envueltos en llamas y cadenas y durante la época victoriana eran sombras negras huidizas. Las religiones han tenido mucho que decir sobre eso. Sobre el control de la aduana del más allá y sobre la infestación pandémica del terror ante el contacto con una persona fallecida. Yo defiendo lo contrario, que existe un patrón estable que se ha mantenido constante en los casos que se han documentado en Occidente desde hace más de dos mil años.
Llevo ya más de una década dedicando mis investigaciones casi en exclusiva a esta cuestión y no cejaré en mi empeño hasta encontrar respuestas a mis preguntas. Sé que son significativas. Sé que tienen sentido. Y sé que si un paradigma científico –nuestro paradigma materialista– tiene anomalías, es que hay un paradigma superior que puede integrarlas y que puede responderlas. Solo hay que encontrarlo.
Para saber más:
PASTOR, Lluís (2025). Los mismos muertos vuelven. Barcelona: Luciérnaga.
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Citación recomendada
PASTOR, Lluís. «Investigar la comunicación entre muertos y vivos». COMeIN [en línea], octubre 2025, no. 158. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n158.2573



