Número 152 (marzo de 2025)

«Solo son negocios»: superricos y supermalvados en la ficción contemporánea

Antoni Roig

En varias películas y series de ficción recientes nos encontramos con una tendencia al alza: los principales malvados de la función son billonarios o colectivos de billonarios que actúan como simple extensión de sus privilegios. A pesar de que esto no es nuevo, como siempre, la ficción nos ayuda a entender los sentimientos y los miedos de los tiempos en que vivimos: la concentración de poder, la explotación de personas, el menosprecio del cambio climático ante el negocio que supone la explotación de los recursos naturales por el consumo o la emergencia de formas de gobierno autoritarias basadas en la plutocracia o la cleptocracia.

En los últimos tiempos nos han ido llegando varias series donde de forma explícita los superricos ejercen de malvados de la función, moviendo los hilos y orquestando cambios dramáticos en la vida de personas, poblaciones o el planeta entero. De Paradise a The jackal, pasando por Murder at the end of the world, The fall of the House of Usher, El juego del calamar, Prime target o Severance. En otros, la irrupción de un personaje billonario provoca un elemento de disrupción (The morning show) o queda –de momento– implícito (Silo), o incluso se establece una conexión directa entre acumulación de poder y dinero y la maldad en un sentido bíblico (Evil o 30 monedas). Y, por supuesto, se complementa con la sátira de la frivolidad y la amoralidad de los ricos, presentados como seres patéticos y despreciables con un tono entre el drama o la comedia, con ejemplos tan conocidos cómo Succession o The White Lotus, pasando por apuestas más extremas como el film El triángulo de la tristeza o la breve pero significativa aparición de los accionistas en The Substance.

 

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Imagen de ‘Succession’

Fuente: Gary Sanchez Productions, Project Zeus y Hyperobject Industries / HBO

 

Claro, señalar a los ricos como malvados es un recurso clásico en el cine y la televisión. A demás, pero, de su omnipresencia, hay un seguido de peculiaridades que me han llamado la atención. Quizás el más curioso es que, a diferencia del malvado clásico rico, de una pieza, megalomaníaco, perturbado, que hemos visto en sagas como las de James Bond, aquí nos encontramos con personas aparentemente normales, funcionales, que simplemente se mueven con otros códigos morales, derivados directamente de la acumulación de poder y de dinero, por encima del resto de personas. Por eso esta maldad se puede ejercer desde el grupo, sea un grupo familiar o un consejo de accionistas (o una mezcla entre ambas cosas).

 

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Imagen de ‘The jackal’

Fuente: Carnival Film & Television, Peacock Productions y SKY Studios / NBCUniversal

 

Las diversas caras de la maldad

 

Podrán a veces hacer el ridículo en fiestas privadas, pero a nadie le importa porque continúan siendo ricos. U ocultarán sus pulsiones –eso sí que conecta con representaciones más clásicas de la maldad– a través de la máscara o el anonimato. Esta distancia también nos dice que serán otros quiénes llevarán a cabo el trabajo sucio, ya sea en una isla donde decenas de personas lucharán a muerte para conseguir un premio en metálico mientras las personas ricas miran desde una sala con todas las comodidades, o contratando a asesinos a sueldo internacionales desde sus lujosas oficinas con vistas a Manhattan o a la City de Londres.

 

A veces, esta maldad ocurre de manera cotidiana, incluso inadvertida, fruto de la posición misma de poder sin que se sea consciente. Este era el caso de Parásitos, quizás la película que impulsó popularmente esta mirada contemporánea al mal cotidiano bajo la apariencia de la amabilidad y la normalidad (por eso molestaba tanto a Donald Trump). En este mundo de maldad incrustada en la cotidianidad y los negocios, deja de haber límites entre aquello público y aquello privado, de manera que las más altas instancias del sistema parecen estar corrompidas o simplemente se convierten en extensiones del poder privado.

 

Y a veces, estos poderes reescribirán el futuro de la Humanidad, reservándose un rol casi mesiánico, como el de Fundadores. O se presentan como corporaciones amigas, de inquietante aspecto paternalista, que por su actividad generan nuevos mecanismos de control y explotación, por acción o por omisión (en Severance, los ricos incluso encuentran formas de compartimentar uno yo menor, explotado, sin ninguna capacidad de agencia, encargado de las tareas menos gratificantes).

 

Así, hay una coincidencia con el clásico tropo de las organizaciones privadas con intereses ocultos (fundaciones de intereses poco claros, corporaciones tecnológicas, militares o farmacéuticas, para poner algunos ejemplos) que han tenido presencia en thrillers durante décadas. Pero quizás la diferencia principal es que se establece una conexión más directa entre esta depravación moral y el hecho de acumular dinero y poder sin fin. Para los malvados contemporáneos, todo forma parte de los negocios. Del mismo modo que, fuera de la ficción –o en este mundo que transita continuamente entre la realidad y la ficción–, estas obsesiones tienen su reflejo en los influencers financieros, que siguen el ejemplo de billonarios poderosos, mayoritariamente hombres blancos y occidentales, que pueden hacer y conseguir lo que quieran porque tienen este poder. Hombres que actualmente gobiernan en importantes países del mundo a golpe de motosierra, con una demostración de libertad –para ellos– vetada a las personas normales. La morbosa fascinación que nos provoca ver esta desinhibición que da el dinero, sea a través de la comedia, la ciencia ficción o el thriller, hace que nos importe menos que sean malvados.

 

Los héroes que se enfrentan

 

¿Y quién se les opone? Básicamente, dos tipos de figuras: por un lado personas obsesivas, hábiles, implacables, casi perfectas en apariencia, pero en el fondo la otra cara de la moneda de quien ejecuta los planes de los malvados; o bien referentes morales, imperfectos, íntegros, dispuestos a hacerles frente. Ambos perfiles, en la ficción, suelen ser solitarios, desconfiados, y pueden pagar un alto precio personal o vital. Pero a menudo tienen a su alrededor algún tipo de aliado o aliada potencial como brújula moral. Es más probable que personas del segundo grupo sigan esta brújula moral que los del primero. Como intuición –no tengo los fundamentos suficientes para afirmarlo–, la primera es la opción individualista, heroica, y la otra una metáfora de la acción colectiva. Una la admiramos en la distancia, la otra nos apela personalmente.

 

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Imagen de ‘Paradise’

Fuente: 20th Television y Hulu / Disney+

 

Y acabo con un apunte paradójico. Las series de los billonarios malvados, como el resto, nos llegan a través de plataformas controladas por billonarios como Ted Sarandos (Netflix), Jeff Bezos (Amazon Prime), Alan Bergman (Disney), David Zaslav (Max) o Tim Cook (AppleTV+). ¿Evil washing? Que cada cual saque sus conclusiones.

 

Para saber más:

FARIS, David (2023). «2023, the year of the billionaire villain». The week [en línea]. Disponible en: https://theweek.com/culture-life/2023-year-of-billionaire-villain?utm_source=pocket_shared

ALJAZEERA. (2025). «‘Eat the rich’: a growing class divide». Vídeo. Aljazeera [en línea]. Disponible en: https://www.aljazeera.com/program/upfront/2025/2/11/eat-the-rich-a-growing-class-divide?traffic_source=rss&utm_source=pocket_saves

HICKMAN Dylan (2023). «It’s never been trendier to hate billionaires». Elite Daily [en línea]. Disponible en: https://www.elitedaily.com/entertainment/how-billionaires-became-tv-movies-biggest-villains

TABÁREZ, Nicolás (2023). «Matar a los ricos: cómo los millonarios se convirtieron en los villanos favoritos del cine y las series». El observador [en línea]. Disponible en: https://www.elobservador.com.uy/nota/matar-a-los-ricos-como-los-millonarios-se-convirtieron-en-los-villanos-favoritos-del-cine-y-las-series-20232179250

 

Banda sonora:

Aerosmith - Eat the rich. Spotify [en línea]. Disponible en: https://open.spotify.com/intl-es/track/3O7LU72UPGoCzrOFU6LqGd?si=6651d3bc8c024cc1

Pulp - Common people. Spotify [en línea]. Disponible en: https://open.spotify.com/intl-es/track/3SzP7yEGRSbfnkkNVMxxYa?si=182956159edd4e5a

ABC - How to be a millionaire. Spotify [en línea]. Disponible en: https://open.spotify.com/intl-es/track/7FBA7Hk0ZvyU4mC1h3V7Wq?si=c265d8ec625c428a

Hereus del Beat, Lildami, Galgo Lento - Elon Musk. Spotify [en línea]. Disponible en: https://open.spotify.com/intl-es/track/3nEspPQz1BUsT0DyerXzMI?si=cdf44e75652a4e57

Creedence Clearwater Revival - Fortunate son. Spotify [en línea]. Disponible en: https://open.spotify.com/intl-es/track/4BP3uh0hFLFRb5cjsgLqDh?si=8682e3e3df024bcb

 

Imagen de portada:

Imagen de The White Lotus. Fuente. Rip Cord Productions/HBO

 

Citación recomendada

ROIG, Antoni. «“Solo son negocios”: superricos y supermalvados en la ficción contemporánea». COMeIN [en línea], marzo 2025, no. 151. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n152.2522

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