La ciencia ficción audiovisual vive una era particularmente destacada gracias al éxito reciente de películas como Dune Parte 2 o de apuestas decididas de series de televisión como Para toda la humanidad, Constelación, Silo, Fundación o El problema de los tres cuerpos. Esto sin contar con otras producciones que se sitúan en sus límites (dependiendo de qué entendamos por ciencia ficción). Y por supuesto, otros campos tan fértiles como la literatura o los juegos.
La motivación para escribir este artículo viene de una, para mí, curiosa paradoja: la ciencia ficción considerada a la vez como pura forma de escapismo y como fuente de respuestas a la que se recurre en una época tan marcada por la incertidumbre. Cada vez que me encuentro con artículos o comentarios en medios sobre si una película o serie de ciencia ficción ha sabido predecir o no un tiempo o una tecnología futura me siento a la vez sorprendido e indignado. Parece ser que a la ciencia ficción se le ha venido exigiendo una capacidad de predicción utilitarista que justifique su valor cultural; probablemente una rémora de su consideración como producto cultural menor.
Algo parecido a la mirada verosímilde quienes se apresuran a señalar con superioridad errores científicos (como el clásico «¡En el espacio exterior no se pueden oír sonidos!»). No muy distinta a esa mirada –todavía existente– entre fascinada, paternalista y despreciativa que otorgaba funciones a la televisión.
Ciencia y ficción
Las miradas predictivas y racionalistas a la ciencia ficción no tienen en cuenta los mecanismos más básicos de la ficción (otro término cargado de malentendidos). Aunque, ciertamente, parte del problema viene de la tensión entre dos términos que pueden parecer antitéticos: el conocimiento científico, empírico, sujeto a verificación, demostrable, replicable y que configura verdades generales; y la ficción, que forma parte de otro tipo de conocimiento sobre el mundo, el narrativo, que se manifiesta a partir nuestra conexión con realidades, personajes y situaciones verosímiles, que no necesariamente realistas, para expresar verdades personales. A través de la ciencia ficción podemos habitar otro tipo de mundos alejados de lo cotidiano que nos presentan en el fondo historias tremendamente humanas y sociales, de una manera distanciada, a menudo más indirecta o metafórica, y que precisamente por eso nos permite conectar con emociones muy tangibles y profundas. En este sentido, no importa tanto si en The Creator (2023) se refleja adecuadamente o no el futuro de la inteligencia artificial como la manera en que se trata el tema de dónde se encuentra nuestra humanidad.
Imagen del póster promocional de ‘The Creator’
Fuente: 20th Century Studios / New Regency Productions / Entertainment One
Los límites de la ciencia ficción
Otra cuestión es la confusión entre ciencia ficción, cine futurista y cine altamente tecnológico. El cine de ciencia ficción es sin duda un espacio fértil para hablar del futuro. Pero no es necesariamente cine sobre el futuro. Ni sobre tecnología. Por poner solo dos ejemplos: Gravity (2013), de Alfonso Cuarón, ambientada en un transbordador espacial, tiene lugar en un tiempo presente sin tecnología especulativa; Children of Men (2006), de… Alfonso Cuarón, está ambientada en un tiempo futuro especulativo, sin que la tecnología tenga ningún papel relevante. Aun así, se consideran clásicos modernos de la ciencia ficción.
Imagen del póster promocional de ‘Gravity’
Fuente: Warner Bros. / Esperanto Filmoj / Heyday Films
Podemos calificar de modo más abierto la ciencia ficción como una forma situada dentro de una zona límite, de frontera, de la ciencia, de lo científicamente posible y en este sentido, de lo «técnicamente posible». En esta zona límite podemos encontrarnos en un terreno reconocible o propulsarnos hacia otras fronteras donde ningún ser humano se ha aventurado antes. Es por eso por lo que cualquier relato, por realista que sea, de un viaje a la Luna estará siempre impregnado de un halo de ciencia ficción, porque nos lleva más allá de lo que entendemos como nuestra experiencia cotidiana del mundo, construida durante siglos. O porque ciertos relatos ambientados en el pasado o en mundos de temporalidad incierta pueden presentarse como ciencia ficción. La ciencia ficción, en cualquier caso, contribuye a crear lo que Liveley, Slocombe i Spiers (2021) denominan «extrañamiento cognitivo», que nos permite dejar de lado la experiencia cotidiana y facilita una mirada nueva hacia cuestiones muy cercanas y trascendentes. Y sí, a menudo, de una forma tremendamente atractiva, al estimular nuestra capacidad de sorpresa y de maravilla ante el mundo, lo que nos reconecta con nuestra infancia.
Ciencia ficción y futuros
Por otro lado, debemos tener en cuenta que cualquier especulación sobre el futuro, aunque sea desde el campo científico, es inevitablemente una ficción, que se sitúa dentro de una zona límite de lo científicamente posible. En cierta manera, por tanto, es ciencia ficción. Así, las predicciones, proyecciones, escenarios, extrapolaciones, modelos o planes sobre el futuro, efectuadas desde situaciones presentes, son, de una forma u otra, narraciones. Y si algo nos enseñan las narraciones es que existen cambios latentes de largo recorrido, puntos de inflexión inesperados y distintas formas de entender el futuro desde diversas realidades sociales en el mundo, que ponen en cuestión que debamos tomarnos literalmente visiones predictivas objetivas basadas en lo estadísticamente probable convertidas en el futuro. Visiones que condicionan las decisiones que se toman en el presente y lo que podemos imaginar como futuros posibles.
Esto no les resta trascendencia a las proyecciones formales sobre el futuro, sino que las sitúa en un marco más amplio y con mayor capacidad para la acción. Y en este marco más amplio, la ciencia ficción nos enseña no solo que diversos futuros son posibles, sino que estos futuros no solo son realidades estadísticas o socioeconómicas, sino que están habitados por personas, que deben reaccionar a situaciones inesperadas u hostiles, donde hay dilemas y retos que afrontar a un nivel no global, homogéneo ni estadísticamente determinado, sino cotidiano, local, concreto. En este marco más amplio el conocimiento científico y el conocimiento narrativo del mundo pueden, y deben, ir de la mano para entender qué puede significar vivir el futuro, o quizás de forma más clara, futuros posibles, futuros deseables y futuros que queremos evitar.
Por eso debemos tomarnos en serio la ciencia ficción. No por su capacidad predictiva sobre el futuro, sino para ayudarnos a dialogar a través de esta capacidad para ensayar, a través de sus historias, lo que significa (mal)vivir dentro de un futuro posible. Y como llegar –o evitar llegar– a él.
Para saber más:
ROIG, Antoni (2017). El despertar de las máquinas: 50 películas clave sobre tecnología. Editorial UOC.
BAL, P. Matthijs; BROKERHOF, Inge; DÓCI, Edina (2021). «How does fiction inform working lives?: An exploration of empathy and social sustainability». International Journal of Public Sociology and Sociotherapy (IJPSS), vol. 1, no. 1, págs. 1-11. DOI: http://dx.doi.org/10.13140/RG.2.2.16207.38568
LIVELEY, Genevieve; SLOCOMBE, Will; SPIERS, Emily (2021). «Futures literacy through narrative». Futures, vol. 125, 102663. DOI: https://doi.org/10.1016/j.futures.2020.102663
ZAIDI, Leah (2019). «Worldbuilding in Science Fiction, Foresight and Design». En: Candy, S. y Potter, C. (eds.). Journal of Futures Studies, vol. 23, no. 4, págs. 15-26. Taipei: Tamkang University Press. DOI: http://dx.doi.org/10.6531/JFS.201906_23(4).0003
Banda Sonora:
ARCTIC MONKEYS (2018). Science fiction [en línea]. Disponible en: https://youtu.be/qMI9GXTLZyI?si=eYlcPyUbxXd2EI1_
PEARL JAM (2013). Future days [en línea]. Disponible en: https://youtu.be/0V6eD9P2VMI?si=jn2BXpZtKKWueT5q&t=85
ZAGER AND EVANS (1969). In the year 2525 [en línea]. Disponible en: https://youtu.be/izQB2-Kmiic?si=CBYtcr6TzaM0GGSv
Citación recomendada
ROIG, Antoni. «Tomémonos en serio la ciencia ficción». COMeIN [en línea], abril 2024, no. 142. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n142.2428