En el libro titulado The Acceleration of Life in Digital Capitalism, la socióloga Judy Wajcman reflexiona sobre cómo la cultura digital ha transformado nuestra experiencia del tiempo. Nos brinda una estimulante discusión sobre la relación entre la aceleración de la vida, la presión del tiempo y el constante proceso de desarrollo tecnológico que caracteriza las actuales sociedades capitalistas digitales.
Wajcman plantea como uno de los conceptos centrales del libro la idea de Time-Pressure Paradox (paradoja de la presión del tiempo) que describe la contradicción entre la aceleración de los avances tecnológicos y la sensación de la aceleración de nuestros ritmos de vida. El tema que aborda no es precisamente nuevo y, en efecto, muchos son los autores que han explorado el fenómeno de la aceleración de la vida y la presión del tiempo, entre ellos, Paul Virilio, Barbara Adam, Helga Nowotny o Harmut Rosa, muchos de ellos citados en el libro de Wajcman. Podríamos entonces preguntarnos: ¿qué aporta de significativo esta obra de Wajcman?, ¿en qué se diferencia de otros científicos sociales y filósofos que han reiteradamente discutido esta misma cuestión?
La respuesta a esta pregunta, desde mi punto de vista, no está en el qué, sino en el cómo. Dicho de otra manera, está en la perspectiva o punto de vista desde el que Judy Wajcman nos invita a pensar una problemática que efectivamente está ya muy debatida, pero no por eso es menos relevante. En ese sentido, pongo de relieve algunos aspectos que hacen particularmente interesante el trabajo de Wajcman.
La perspectiva de Wajcman
Destaco, primero, la delicada y punzante reflexión que hace sobre el impacto de las tecnologías en la vida cotidiana, personal y profesional. Señala la autora que, muchas veces, tecnologías originalmente concebidas para ahorrarnos tiempo –como puede ser el correo electrónico, los teléfonos inteligentes o los buscadores de internet– acaban siendo señaladas como una fuente de presión temporal, aceleración y estrés. Lo interesante de su aproximación, sin embargo, es que nos invita a ir más allá de una mirada polarizada entre los beneficios y los perjuicios asociados a la tecnología. En su lugar, aboga por un enfoque analítico que tome en consideración la interrelación constitutiva entre tecnología y sociedad, donde la materialidad y la sociabilidad que brindan las tecnologías están imbricadas en nuestras prácticas sociales y nuestra identidad.
Otro aspecto destacable del libro es que la autora teje el debate sobre la aceleración del tiempo desde una perspectiva situada, histórica y contextual. Este es, desde mi punto de vista, uno de los puntos fuertes del libro. Así, nos explica, por ejemplo, cómo el tiempo del reloj se relaciona con el surgimiento del capitalismo industrial, o cómo dispositivos como los Apple Watch marcan el compás de la vida cotidiana en el capitalismo digital. De esta manera, Wajcman nos ofrece una perspectiva histórica original y estimulante, que explora la mercantilización del tiempo poniendo énfasis en los imaginarios que, desde la era industrial, relacionan velocidad y progreso. Desde esa aproximación, señala que la «sociedad de alta velocidad» no es algo tan novedoso como puede parecer, ya que desde principios del siglo XX hemos experimentado numerosas transformaciones que han modificado de manera radical nuestra percepción y usos del tiempo.
En esa misma línea, la autora también profundiza en cómo diferentes grupos sociales –sean hombres o mujeres, trabajadores pobres o profesionales de cuello blanco– experimentan el tiempo de manera diferente, en función de su posición social, contexto cultural y subjetividad. Señala así que la tensión entre aceleración de los avances tecnológicos y la sensación de la aceleración de nuestros ritmos de vida se explica tanto por una desigualdad creciente en la distribución social del tiempo disponible, como por una calidad desigual de este tiempo entre diferentes colectivos, a la vez que por un cambio cultural en la visión de una vida ajetreada como una vida de éxito y de felicidad, premisa que el uso de las tecnologías digitales contribuye a reforzar.
Para ejemplificarlo, se centra, sobre todo, en el ámbito doméstico. Pone especial atención en la progresiva permeabilidad entre el tiempo personal y el tiempo laboral, lo que a juicio de la autora no es necesariamente ni malo ni bueno, sino que depende del tipo de sociedad que queramos construir. En ese sentido, en muchos momentos del libro, Wajcman apunta al potencial emancipador de las tecnologías, entendiendo que, si bien pueden generar aceleración y presión temporal, también nos permiten realizar con mucha más rapidez y efectividad una gran cantidad de tareas. En suma, Wajcman asume en muchos momentos una mirada optimista, confiando en el control que supuestamente los individuos y la sociedad podemos ejercer sobre nuestro tiempo. Dicho control requiere, según la autora, la democratización de la tecnociencia, y que nos hagamos más críticos y más conscientes del tipo de tecnologías que queremos, y de cómo la queremos utilizar.
Por poner un contrapunto y apuntar hacia una línea de debate que quizás queda poco profundizada en la obra de Wajcman, señalaría una cierta falta de posicionamiento con relación a las grandes corporaciones que controlan el desarrollo de las tecnologías, y cómo todo ello permea las estructuras de poder económico. En ese sentido, sería interesante poner a dialogar este libro con aportaciones de autores como Langdon Winner (1980), quien nos invita a reflexionar sobre las cualidades políticas de las tecnologías, señalando que las máquinas, las estructuras y los sistemas de la cultura material moderna deben ser analizados no solo por cuestiones como sus contribuciones a la eficiencia y la productividad, sino, sobre todo, por las formas de poder y autoridad que representan. Este es un tema que, desde mi punto de vista, queda poco desarrollado en el libro de Judy Wajcman.
Finalmente, destacaría que este es un libro muy bien documentado, en el que la autora hace el esfuerzo de poner en relación aportaciones conceptuales de una gran diversidad de autores, ofreciendo además datos empíricos que dan cuenta de una realidad compleja y cambiante. A ello se suma un lenguaje amable, un texto fluido y bien estructurado, que engancha al lector desde el primer momento. Una obra que vale la pena leer y que nos ayuda a comprender mejor estos tiempos paradójicos en los que vivimos.
Para saber más:
WAJCMAN, Judy (2015). Pressed for estafi: The acceleration of life in digital capitalism. Chicago: University of Chicago Press. DOI: https://doi.org/10.7208/chicago/9780226196503.001.0001
WINNER, Langdon (1980). «Do artifacts have politics?». Daedalus, vol. 109, n.º 1, págs. 121-136.
Citación recomendada
CREUS, Amalia. «Tiempo, tecnologías y paradojas». COMeIN [en línea], enero 2024, no. 139. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n139.2401
Profesora de Comunicación de la UOC
@amaliacreus