Vindicación de los derechos de la mujer (Wollstonecraft,1994 [1792]), de Mary Wollstonecraft, suele considerarse uno de los antecedentes más destacados del feminismo de la igualdad. Aunque han pasado más de 200 años desde su publicación, las cuestiones que plantea esta escritora y filósofa inglesa a favor de la igualdad entre hombres y mujeres trascienden la realidad de su época, y ha constituido una fuente de inspiración y reflexión para pensadoras de las diferentes olas y movimientos feministas a lo largo de la historia.
Podríamos decir que el hilo conductor sobre el que Mary Wollstonecraft teje las ideas principales de este texto es la crítica a una educación sexualmente diferenciada como fuente de desigualdad. Sobre la base de este argumento, Wollstonecraft construye una crítica muy potente a una sociedad en la que las mujeres eran consideradas «por naturaleza» incapaces de pensar o razonar tan bien como los hombres, a la vez que se les negaba la posibilidad de desarrollar plenamente las capacidades de su cuerpo y su razón.
Su obra está plagada de argumentos que apuntan a los fundamentos de esta lógica patriarcal. Así lo explica Mary Wollstonecraft en los primeros capítulos de su libro: «A las mujeres, desde su infancia, se les dice y se les enseña con el ejemplo de sus madres que, para obtener la protección del hombre, basta con un pequeño conocimiento de la debilidad humana –denominado de forma más precisa astucia–, suavidad de temperamento, aparente obediencia, y una atención escrupulosa a una especie de decoro pueril; y, si son hermosas, todo lo demás es innecesario, al menos durante veinte años de sus vidas» (Wollstonecraft, 1994 [1792], págs. 65-64).
Esta reflexión en torno a la educación de las mujeres sitúa a Wollstonecraft como una de las primeras pensadoras en plantear el debate naturaleza frente a cultura, que atravesaría todo el desarrollo del pensamiento feminista. Obras posteriores como El segundo sexo (Le deuxième sexe) de Simone de Beauvoir (1949) retomarían esta misma cuestión 150 años más tarde. En efecto, es interesante poner en relación las aportaciones de estas dos autoras que, desde posiciones históricas y sociales diferentes, exploran las múltiples contradicciones del papel femenino en la sociedad. «No se nace mujer: se llega a serlo» es quizás una de las frases más mencionadas de Beauvoir, que con simplicidad y contundencia define una tesis presente en ambas obras: la condición femenina no es un destino biológico, sino una construcción cultural (social, económica, psicológica, educativa, subjetiva…) que históricamente ha sujetado a las mujeres en una posición de subordinación respecto a los varones.
Para Wollstonecraft, la realidad de las mujeres y, en particular, su comportamiento, es consecuencia de una educación que las anima a mantenerse como sujetos física y mentalmente débiles y que las impele a que sean «obedientes» y «sencillas». En efecto, todo el libro de Wollstonecraft es un llamado muy elocuente a educar a las mujeres como camino para liberarse de una civilización que las esclaviza y las anula. La noción de esclavitud emerge en su obra como una idea recurrente, que la autora utiliza para explicar las relaciones entre géneros. Así, Mary Wollstonecraft argumenta que las mujeres se encuentran en un estado de esclavitud por su dependencia del hombre. Esta dependencia o esclavitud, según lo explica, se desdobla en dos dimensiones interrelacionadas: dependencia corporal y dependencia mental, en las que la dependencia corporal proviene de la apariencia de debilidad física en tanto que atributo considerado bello en una mujer, y donde una mujer bella no tendría necesidad de cultivar su razón, redundando así en su dependencia de la razón del hombre.
Legado de Wollstonecraft en el feminismo de hoy
Desde la perspectiva del pensamiento feminista contemporáneo Vindicación de los derechos de la mujer tiene, evidentemente, ciertas limitaciones. Por ejemplo, suele señalarse que Wollstonecraft no problematiza en su obra la división público-doméstico, sino que planteó el acceso al ámbito público y actividades públicas (masculinizadas) como el objetivo último de las mujeres. En esta misma línea, tampoco consideró que los espacios y actividades domésticas (feminizados) tengan un valor social relevante, ni mucho menos su dimensión política.
Hoy en día, feminismos como el de la diferencia, o los nuevos materialismos, permiten pensar el problema de las mujeres desde otros enfoques, así como situar las actividades domésticas y los cuidados como un trabajo invisibilizado y, aun así, esencial para la continuidad de la vida. Por ejemplo, desde la perspectiva de la ética del cuidado, la superación de las desigualdades entre hombres y mujeres requiere tener presente la interdependencia como un concepto clave, algo en lo que no se enfoca el trabajo de Wollstonecraft.
Otra limitación que se puede establecer es la falta de un cuestionamiento alrededor de una identidad estable de género. Algo que nos brindaría, más adelante, la mirada del pensamiento de la diferencia. Contraria a la idea moderna de una subjetividad estable, interiorizada e individualizada, las feministas de la diferencia nos han permitido pensar la subjetividad como un proceso en constante construcción, complejo, contingente, relacionado con los espacios, los tiempos, los saberes, las posiciones que experimentamos dentro de una cultura en términos de clase social, raza, edad, sexualidad, género, etc. Así, contrariamente a la idea de un sujeto totalmente constituido a quien las experiencias le ocurren –como pueden interpretarse los roles de género tal y como los describe Mary Wollstonecraft– desde estas otras posiciones la experiencia se considera como un locus de formación del sujeto, como «un espacio discursivo donde se inscriben, reiteran o repudian posiciones de sujeto, subjetividades diferentes o diferenciales» (Brah, 2004, pág. 121).
La construcción de una sociedad crítica y comprometida con los derechos de todas las personas pasa necesariamente por abordar con valentía el problema de la inequidad entre hombres y mujeres, un fenómeno estructural e interseccional que sigue configurando nuestra normalidad política, económica, social y cultural. El camino que queda por recorrer en la lucha contra las lógicas patriarcales y las muchas formas de violencia de género es todavía inmenso. Por ello, armarnos de referentes conceptuales es un primer paso importante. Las aportaciones de Mary Wollstonecraft, aunque planteadas desde un tiempo histórico y un contexto social muy diferente al nuestro, nos permiten dialogar con problemáticas que siguen hoy estando muy presentes en nuestra realidad cotidiana, aunque quizás de manera más velada y bajo nuevas formas de expresión.
Para saber más:
BEAUVOIR, Simone de (1949). Le deuxième sexe. París: Galimard.
BRAH, Avtar (2004). «Diferencia, diversidad, diferenciación». En: Hooks, B.; Brah, A., Sandoval, C. y Anzaldúa, G. Otras Inapropiables. Feminismos desde las fronteras, (págs. 107-136). Madrid: Traficantes de Sueños.
WOLLSTONECRAFT, Mary (1994) [1792]. Vindicación de los derechos de la mujer. Cátedra.
Citación recomendada
Creus, Amalia. «Sobre educación, igualdad y mujeres». COMeIN [en línea], julio 2024, no. 145. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n145.2447
Profesora de Comunicación de la UOC
@amaliacreus