En un artículo previo, a raíz del éxito del film El 47, repasábamos el insuficiente trabajo que ha hecho el cine para explicar la ciudad de Barcelona en las últimas décadas. Este déficit se entiende, en parte, por la función que otras artes y técnicas visuales asumieron desde la Transición hasta hoy. Es el caso del vídeo y la televisión, en sus diferentes expresiones más o menos institucionalizadas, así como el de la fotografía en el ámbito más artístico. Aun así, fue el diseño –en un sentido integral: como disciplina comunicativa, como gremio y como sello de identidad– lo que realmente explicó Barcelona. Otra cosa es de qué forma y con qué espíritu crítico lo hizo.
La investigación que he desarrollado en los últimos años sobre grupos autónomos de creación audiovisual en el área metropolitana –vídeo comunitario y radios libres, fundamentalmente– evidencia que, durante los años de la reciente democracia, hay un patrón que se va repitiendo: la cooptación institucional como herramienta de integración a la oficialidad de una ciudad que necesitaba una narrativa para apartarse de las herencias franquistas. Si en los primeros años de ayuntamientos democráticos esta dinámica se redujo a integrar colectivos como Servei de Vídeo Comunitari, es a mediados de años 80 cuando el Ayuntamiento de Barcelona se pone manos a la obra. Así lo explicaría Enric Casas, responsable de la comunicación corporativa del Ayuntamiento: «Bien pronto, en 1984, el Ayuntamiento se dio cuenta de que había que explicar a los ciudadanos la transformación de la ciudad, que tiene su punto culminante en los Juegos Olímpicos de 1992» (Ayuntamiento de Barcelona, 2003, pág. 14).
El gobierno municipal observa la necesidad de construir el relato de la ciudad desde su coro institucional. Y lo hace utilizando las nuevas técnicas de comunicación de una era de modernidad incipiente y desbocada a la vez. De aquella era saldrán algunas publicaciones como Barcelona. La ciutat i el 92, el primer producto de marketing sobre el proyecto del 1992 organizado por la Olimpiada Cultural en 1988 o bien Barcelona, 4 visions, de 1991, documento centrado en importantes protagonistas de la transformación del 1992, con Javier Mariscal entre ellos.
En paralelo, como iniciativa privada y sin apoyo institucional, los fotógrafos Colita, Oriol Maspons y Xavier Miserachs, con la ayuda de Lluís Permanyer, editarían Barcelona 92. Quinze dies d’eufòria (Àmbit, 1992), una representación del acontecimiento olímpico que pone el foco en el espacio público y la pluralidad de gentes. El blanco y negro de la obra evidencia una voluntad de huir de la propaganda institucional y de acercar el momento posmoderno optimista a la tradición de la fotografía documental catalana, de carácter realista o expresionista, que estos mismos autores habían protagonizado décadas atrás.

De izquierda a derecha, portadas de los libros ‘Barcelona. La ciutat i el 92’, ‘Barcelona, 4 visions’ y ‘Barcelona 92. Quinze dies d’eufòria’
Fuentes: Olimpiada Cultural, Ayuntamiento de Barcelona y Àmbit Editorial, respectivamente
De fondo resonaba el clásico Blanc i Negre de Xavier Miserachs (1964), un referente ineludible por los grandes fotógrafos documentales de la Barcelona postfranquista que Jorge Ribalta describió en Paradigmas fotográficos en Barcelona, 1860-2004 (2009) como «la nueva topografía y estilo documental de finales de los setenta». Inspirados en un gran referente como Walker Evans, autores como Humberto Rivas primero –llegado de Argentina–, Manel Esclusa o el autor más importante, Manolo Laguillo, aportaron una mirada moderna que se relacionaba de tú a tú con la modernidad internacional. Todos ellos, sobre todo Rivas y Laguillo, se centrarían en retratar las periferias de Barcelona históricamente olvidadas y todavía muy degradadas en plena Transición. Esclusa, que llegaría algo más tarde en el tiempo, se haría conocido a raíz de la serie Naus (iniciada en 1983), fotografías nocturnas del Puerto de Barcelona que obligaban el espectador a pensar la relación entre ciudad y periferia, entro dentro y fuera.
Más próximo al estilo Evans que al de Rivas, Laguillo apostaría por un documentalismo urbano basado en geometrías simples –y de fuerte carga simbólica– de espacios deshabitados ciertamente alejados de la representación histórica de la ciudad de Barcelona, muy vinculada al patrimonio antiguo y a la memoria de la guerra. No es autor de una serie ni de un barrio, sino de un estilo y de una actitud hacia el espacio: del Poblenou al Carmel, de Sants a Poble Sec, del barrio antiguo a Gracia y Horta. A pesar de recorrer un periodo que va de finales de los años 70 a mediados de los 90, este estilo fotográfico ya intuye, con un tono fantasmagórico en que las calles y el vacío ocupan el espacio históricamente de las masas, lo que Salvador Nadales define como «un fichero documental de la alteración de una ciudad al servicio de los mecanismos de especulación y exclusión del urbanismo contemporáneo» (Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, s. f.).

Arriba, ‘Barcelona’ de Humberto Rivas (1983) y, debajo, ‘Barcelona’ de Manolo Laguillo (1979-83)
Fotos: Humberto Rivas y Manolo Laguillo
Cómo define el mismo Laguillo (1977-1986) en su página personal, «Barcelona estaba muy lejos todavía de las Olimpiadas del 1992 y faltaba mucho porque se convirtiera en la capital del diseño». La «capital del diseño» podría ser descrita también como la «capital diseñada», no solo mediante las herramientas tipográficas, sino envuelta de imágenes. También la fotografía abrazaría la euforia colectiva de los años 80. Abandonaría los espacios de la ciudad desconocida para volver al «momento colectivo» que tantas veces ha retratado periodos de la historia de Barcelona. Si a finales del siglo XIX era Ramon Casas quién retrataba los Quatre Gats de Rusiñol y compañía y a mediados de años 60 Colita captaría la efervescencia de la gauche divine literaria del Upper Diagonal, en los 80 tendría que venir una fotógrafa sueca afincada en París, María Espeus, para recoger en forma de generación todo un abanico de figuras del mundo de la escena artística barcelonesa, con músicos como Gato Pérez, Sisa, Pau Riba o Loquillo; cineastas como Bigas Luna, Gonzalo Herralde o una jovencísima Rosa Vergés; y artistas gráficos como Mariscal, Nazario o Frederic Amat. Hola Barcelona!, que volvería a Barcelona en una coctelería –detalle significativo– 40 años después de ser inaugurada en 1982 en el antiguo Instituto de Estudios Norteamericanos, sería una reconstrucción de la energía de una época de radical libertad.

Fotografías de la exposición ‘Hola Barcelona!’ (1982-2024); de izquierda a derecha, Mariscal, Rosa Vergés y Pau Riba
Fotos: María Espeus
El momento posmoderno de los años 80 da pie a lo que denominaremos la mutación de las «políticas de comunicación al modelo como planificación». Tal como afirma Mari Paz Balibrea (2005), «la municipalidad de Barcelona ha sido sin duda eficaz y, posiblemente, ahí se encuentre buena parte del sentido del término modelo Barcelona». En realidad, el modelo Barcelona pronto se convertiría en la marca Barcelona, cuando el sentido de municipalidad se entregaría al de commodity. El tiempo posmoderno, que es celebratorio y erigido sobre el orgullo local, da paso al tiempo neoliberal, de carácter transaccional y mercantil. Y lo hace de la mano del diseño como herramienta vehiculadora del cambio, con figuras estelares como Mariscal y la obra singular, de connotaciones entre infantiles e influida por la tradición underground norteamericana, que mediante «la elucubración fantástica, no limitada por ningún principio de realidad» propondrían una «ciudad entendida como una suerte de Disneylandia mediterránea de formas blandas, una arcadia ácrata a la medida del deseo de una nueva clase, bohemia pero dirigente, sin aparentes responsabilidades ni obligaciones, ajena a los conflictos, las desigualdades y las diferencias» (Ribalta, 2009).
El diseño entendido como oficio –como arte aplicado– culminaría en los Juegos Olímpicos de 1992 con una «frescura de la comunicación gráfica del acontecimiento, del acontecimiento, desde el símbolo de la candidatura, obra de América Sánchez, al de la sede de Barcelona 92 y los pictogramas de Josep Maria Trias hasta la mascota Cobi de Mariscal» (Pelta, 2024).

A la izquierda, Cobi, mascota y símbolo de la oleada olímpica; a la derecha, cartel de los Juegos Olímpicos de Barcelona’92
Autores: Javier Mariscal y Enric Satué, respectivamente
El siguiente capítulo sería la expansión del diseño a la misma materialidad del espacio urbano: bares, galerías, espacios de ocio y de celebración urbana llenarán las calles de una cultura gráfica integrando elementos de arte, objectualismo y estilismo. En definitiva, una construcción de marca total.

A la izquierda, bolsa de cartón de la tienda barcelonesa Sala Vinçon; a la derecha, imagen de la antigua fachada de este establecimiento en el paseo de Gracia
Fuentes: diseño de la bolsa de Pati Núñez y fotografía de la fachada del archivo de ‘El Periódico’
Esta historia de éxito se iría apagando entre 2003 y 2004, cuando se celebran el Año del Diseño (2003) y el Foro Universal de las Culturas (2004). La gente empieza a percibir un exceso de cultura de la celebración, de espaldas a la ciudadanía, cosa que provoca varios fenómenos contraculturales en el ámbito de la comunicación audiovisual.

Imagen de la campaña «Año del Diseño 2003» (2003)
Fuente. ‘Domus’
Desde entonces, ni la comunicación institucional ni el medio referente para la comunicación mediática municipal que, durante los últimos 30 años, ha sufrido un montón de giros formales, temáticos y estructurales (de la BTV de Manel Huerga a la betevé actual) han sido capaces de explicar una ciudad abocada a los profundos cambios del capitalismo turístico.
Para saber más:
AYUNTAMIENTO DE BARCELONA (2003). 70 x 100. Imatges de Barcelona. Barcelona: Ayuntamiento de Barcelona [en línea]. Disponible en: https://bcnroc.ajuntament.barcelona.cat/jspui/bitstream/11703/90781/1/8223.pdf
BALIBREA, Mari Paz. (2005). «Barcelona: del modelo a la marca». Desacuerdos. Sobre Arte, Políticas y Esfera Pública en el Estado Español. Barcelona: Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona.
DELGADO, S. (2025, enero 4). Barcelona 1978-1997. Manolo Laguillo | MACBA Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona. MACBA Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona [en línea]. Disponible en: https://www.macba.cat/ca/publicacions/barcelona-1978-1997-manolo-laguillo/
LAGUILLO, Manolo (s. f.). 1977-1986. Manolo Laguillo [en línea]. Disponible en: https://manololaguillo.com/?portfolios=1977-1986-3
MASPONS, Oriol.; MISERACHS, Xavier.; COLITA; PERMANYER, Lluis (1992). Barcelona Quinze dies d’eufòria. L’àlbum més intens del moment més bell de Barcelona. Barcelona, Àmbit.
MUSEO NACIONAL CENTRO DE ARTE REINA SOFÍA (s. f.). Manolo Laguillo - Barcelona. Museo Reina Sofia [en línea]. Disponible en: https://www.museoreinasofia.es/coleccion/obra/barcelona-0
PELTA, Raquel (2018). «Dissenyes o treballes? La nova comunicació visual. 1980-2003». Museu del Disseny de Barcelona [en línea]. Disponible en: https://www.dissenyhub.barcelona/sites/default/files/press_files/ddp_dissenyes_o_treballes_mdb_cat_0.pdf
RIBALTA, Jorge (2009). «Paradigmas fotográficos en Barcelona, 1860-2004». Quaderns del Seminari d’Història de Barcelona, no. 22. Barcelona: Archivo Histórico de la ciudad de Barcelona.
Citación recomendada
SANZ, Sandra. «Barcelona, no te pongas tan guapa». COMeIN [en línea], febrero 2025, no. 151. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n151.2511

Profesor de Comunicación en la UOC