En septiembre de 2009 me citaba en una céntrica cervecería de Madrid con Bruno, Carola y Nico, tres jóvenes creadores que meses atrás habían decidido emprender una auténtica locura según todos los estándares: producir un largometraje de ciencia-ficción con vocación internacional y licenciado a través de Creative Commons, de forma que sus seguidores pudieran verla e incluso remezclarla como quisieran. Este mes de mayo, cuatro años después, El Cosmonauta se estrena mundialmente.