Capaz de planear muy alto y de pico poderoso, así ha resultado ser también el particular cuervo que ha anidado en el Vaticano y del que habla estos días la prensa. La peculiaridad de esta especie ha residido más bien en su capacidad para conseguir hacer públicos algunos de los documentos de la Santa Sede. Pero en la historia del periodismo este no es el único episodio de filtración y, como no podía ser de otro modo, la polémica está servida: la generada en torno al contenido revelado y la que pone en cuestionamiento el uso de la técnica y la labor desarrollada por los medios al darle cobertura.
Una vez más el mundo animal cede su terminología para rebautizar al tradicional topo, ejemplo de la originalidad al servicio del anonimato. Atrás, en un rincón de nuestra memoria, quedan ya las antiguas gargantas profundas. Lo que se sigue practicando es el leak, la filtración, con algunas novedades propias de la aplicación de las TIC y, con su empleo, se siguen abriendo viejos debates sobre su aplicación y la difusión de la información obtenida a través de ella.
La historia del periodismo está marcada por grandes casos, escándalos muchos de ellos destapados por medio de la filtración. Desde el famoso Watergate, pasando por casos más cercanos geográficamente, como el de los papeles del Cesid o el caso GAL, hasta llegar al más reciente Vaticanleaks, donde se ha hecho público el contenido de documentos secretos como correspondencia o cartas confidenciales dirigidas al Santo Padre.
A través de una filtración, una fuente activa facilita información que permanecía oculta o secreta. Aunque puede ser útil para arrancar una investigación posterior una vez contrastados los datos a los que se da acceso, otra de las características de las filtraciones es el interés de la fuente y la voluntad de que su identidad permanezca en secreto. En “Periodismo de filtración, periodismo de investigación”, el profesor José María Caminos ya se planteaba una serie de cuestiones en torno al uso de la filtración en la profesión periodística. Quince años después de la publicación de su trabajo, algunas de esas cuestiones siguen todavía vigentes, en especial las vinculadas con la identificación de la fuente, la motivación que hay detrás y el riesgo que asume el reportero que lo publica pues deberá verificar toda la información para hacer frente a la manipulación y el engaño. La investigación periodística que debe acompañar a una filtración requiere mucho esfuerzo, tiempo y dedicación. Los medios lo saben y han aprendido a dosificar la información que han descubierto y, como si de una novela se tratase, van publicando capítulos por entregas. En otros casos puede ser la fuente la que marque el tempo. Con ello se genera una espectacularización de la información al mantener en la audiencia la intriga, el suspense y la sorpresa.
La filtración informativa también ha experimentado la revolución de la comunicación digital. En un contexto donde se facilita la mayor participación de la audiencia y en el que resulta más sencillo mantener el anonimato no sorprende que se hayan establecido espacios donde el usuario puede enviar documentos de manera directa. El ejemplo más claro y también el que más ha destacado es WikiLeaks. Creado en 2006 y hasta su actual bloqueo y suspensión de actividad, ha adquirido gran popularidad gracias a los casos sobre los que ha facilitado información. Los periodistas Javier Vidal y José Romero Portillo lo describen como un espacio de denuncia social y citan algunos ejemplos sobre las filtraciones que se han dado a conocer por medio de este portal: el caso de la empresa Trafigura, “secretos de la guerra de Afganistán”, “conversaciones del 11-S”, etc. Con el famoso cablegate, y con el objetivo de lograr mayor impacto en la agenda pública, se establece una colaboración con distintos medios de comunicación para la difusión de los documentos obtenidos. En concreto fueron El País, Der Spiegel, Le Monde, The New York Times y The Guardian, grandes referentes de la prensa internacional, que además se pusieron de acuerdo para la publicación simultánea de información. Las clave de esta colaboración y de los papeles filtrados en aquella ocasión todavía se encuentran en “Las revelaciones de Wikileaks” en Elpaís.com. Es un caso difícil de encuadrar en las prácticas o teorías periodísticas tradicionales, según afirma el investigador Manuel Santiago de Freda en un artículo sobre WikiLeaks abordado desde la perspectiva profesional y desde el punto de vista de la transparencia. En él, además, destaca la reivindicación de la función del periodista (en especial por su labor en el tratamiento e interpretación), el rol de vigilancia y la aproximación de posturas entre el periodismo de servicio, de denuncia, etc.
El creciente protagonismo de la audiencia y el hecho de poder asegurar mantener su identidad en secreto ha llevado a que otros medios, al margen de la experiencia de WikiLeaks, diseñen plataformas seguras a través de las cuales filtrar información. Es el caso, por ejemplo, de SafeHouse, una iniciativa puesta en marcha por The Wall Street Journal. Se trata de un espacio que facilita al usuario enviar documentos o información al diario. Entre las condiciones que pone para hacer uso del servicio incluye que el usuario debe tener los derechos legales para enviar esa información y que no se violará la ley o los derechos de alguna persona. Y es que precisamente la naturaleza de los documentos filtrados también es otro tema controvertido y en el que se presentan posiciones encontradas. Desde correspondencia privada hasta documentos clasificados han sido blanco de filtraciones. Frente a su difusión pública y el mantenimiento del secreto de las informaciones en ellos contenidos se alegan cuestiones relacionadas, por ejemplo, con la seguridad nacional o con el respeto a la privacidad. Una protección que entra en conflicto con el derecho a la información y que se labra en tierra movediza dificultando establecer fronteras fijas sobre el terreno.
Desde una perspectiva comunicativa también merecen atención las reacciones, concretamente cómo gestiona el momento de crisis el personaje, la organización, entidad, institución o empresa que se ve afectada por la filtración. Es el momento de desarrollar una buena estrategia de comunicación. Aunque el caso de Vaticanleaks es un episodio que todavía se está escribiendo, a través del periódico del Vaticano, L’Osservatore Romano, se puede hacer seguimiento de algunas de las declaraciones, obtenidas por medio de entrevistas, y opiniones que sobre él se están realizando. Pero analizar este tema, el de la comunicación de crisis, ya sería materia para una nueva entrega.
Cita recomendada
MARTÍNEZ MARTÍNEZ, Silvia. 'Vaticanleaks': el último episodio de filtración informativa. COMeIN [en línea], junio 2012, núm. 12. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n12.1244
Profesora de Comunicación de la UOC
@smtez