Número 16 (noviembre de 2012)

Crónica de una decepción

Jordi Sánchez-Navarro

En un artículo anterior de COMeIN tuve ocasión de mencionar el papel de ciertos festivales como dinamizadores de la exhibición de películas en pantalla de cine y en sus condiciones óptimas de recepción. Al hilo de esa idea, la reciente edición del Sitges - Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya nos permite seguir ahondando en esa reflexión.

Desde hace unos años, el festival merece el reconocimiento de su público como uno de los eventos cinematográficos más relevantes del mundo, dada su probada capacidad para incluir en su programación todos los títulos esenciales de la cosecha más radical e innovadora relacionada, siquiera levemente, con el cine fantástico. También incluye varios títulos de gran presupuesto y proyección comercial, en lo que resulta un programa de gran atractivo para multitud de aficionados, como demuestran sus excelentes datos de afluencia de público. En esta edición, la programación del festival contaba, como todos los años, con un buen número de títulos muy esperados por aficionados al cine fantástico y cinéfilos de toda clase, entre los que destacaba The Cabin in the Woods, una película de Drew Goddard, co-escrita por él mismo y por Joss Whedon, creador de la serie de culto Buffy Cazavampiros y responsable de la exitosa adaptación cinematográfica de la serie de comics de Marvel Los Vengadores. The Cabin in the Woods, merece la pena señalarlo aquí, es una película de terror referencial que constituye un verdadero festín para los aficionados y que propone varias capas de lectura. Un auténtico placer sensorial, emocional e intelectual.

 

La película había suscitado un debate en las redes sociales (en especial Twitter) a lo largo de los meses previos a su pase en Sitges. Numerosos aficionados habían visto la película tras descargarla mediante cualquiera de los métodos disponibles en Internet y mostraban claramente su necesidad de comentarla con otros. En bastantes ocasiones recibían la respuesta de otros aficionados que manifestaban la imposibilidad de comentarla porque habían decidido esperar a ver la película en pantalla de cine (ya fuera en Sitges o en el momento de su estreno) para disfrutarla en lo que ellos consideraban el entorno natural. Soy consciente de que es posible que este debate fuera un fenómeno muy local y de importancia relativa puesto que, al fin y al cabo, estoy describiendo lo que ocurría en mi timeline de Twitter, poblado en buena medida por personas interesadas en el cine. En cualquier caso, nos sirve como síntoma de determinadas actitudes en el consumo de producción cultural.

 

La proyección de The Cabin in the Woods en Sitges fue todo un acontecimiento. Como se esperaba, el público fue prácticamente unánime a la hora de señalar que se trataba de uno de los títulos fundamentales de la temporada. Muchos asistentes a esa proyección, in situ y en los días posteriores a través de Twitter, mostraron su predisposición a señalar en todos los medios a su alcance que la película era excelente y, lo que es más importante, mostraron su predisposición a verla de nuevo cuando se estrenara en el circuito comercial de salas. Pocos días después, sin embargo, el entusiasmo se transformó en indignación cuando la compañía propietaria de los derechos de comercialización de la película anunció que cancelaba el estreno en salas y que The Cabin in the Woods se distribuiría directamente en DVD. La avalancha de mensajes de decepción fue más notable aún que la ola de simpatía que la película había despertado, y la decepción se convirtió, como decíamos, en indignación cuando alguien introdujo en el debate la idea de que buena parte de la responsabilidad de la decisión de la compañía distribuidora la tenían los piratas que habían descargado la película por medios alternativos.

 

La clave de la indignación era lo extemporáneo de la explicación, dado que, por un lado, la decisión se anunciaba después del exitoso pase en el festival, y por otro, se hacía cuando la distribuidora había tardado meses en tomarla. Es decir, el estreno había estado bloqueado un largo periodo de tiempo, durante el cual la película había estado inevitablemente a disposición de todo aquel que quisiera descargarla.

 

El asunto The Cabin in the Woods quedaría en anécdota si este pasado mes de octubre no se hubiera anunciado que otro título esperadísimo, Cloud Atlas, que es, entre otras cosas, el esperado regreso a las pantallas de los directores de la trilogía Matrix, se estrenará en España en febrero de 2013, cuando hace algunas semanas que la película ha iniciado su carrera comercial en todo el mundo. El efecto de este retraso en el estreno es previsible: miles de descargas y un nuevo debate sobre el daño que hace la piratería. Los casos de The Cabin in the Woods y Cloud Atlas son la piedra de toque para la reflexión sobre los efectos reales de las descargas alternativas en las políticas de distribución de los propietarios de los derechos de las películas, pero también, y sobre todo, nos dan pistas sobre lo erróneo que resultan esas políticas en estos momentos de incertidumbre y transformación.

 

 

Cita recomendada

SÁNCHEZ-NAVARRO, Jordi. Crónica de una decepción. COMeIN [en línea], noviembre 2012, núm. 16. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n16.1276

cine;  medios sociales; 
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