Número 20 (marzo de 2013)

'Habemus papam': un mensaje, distintos signos y múltiples voces

Silvia Martínez Martínez

En plena Sociedad de la Información resulta incluso sorprendente la eficacia comunicativa que puede llegar a tener una señal de humo: una fumata blanca que es capaz de cambiar portadas de periódicos o abrir informativos en diferentes partes del mundo. A ella se suman dos palabras en latín, Habemus papam, que se reactualizan por el significado que albergan. Mientras, los internautas, con el uso de diferentes hashtags, convierten la noticia en trending topic. Son paradojas y contradicciones de la cobertura informativa del proceso de elección del nuevo Papa, en el que conviven fórmulas clásicas, casi ancestrales, y nuevos lenguajes.

El humo, en la naturaleza, es un índice que transmite información tan básica que hasta los animales saben interpretarla: anuncia el fuego. Sin embargo, y durante el tiempo que dura el Cónclave, el humo se convierte en un símbolo que avisa del estado de las votaciones. Aunque no se trata aquí de realizar una reflexión semiótica al puro estilo de Sanders Peirce, sí que interesa destacar la eficacia que un signo puede tener y el significado a él asociado, aceptado por convención social, que da pie a la noticia. Algo similar ocurre con las palabras Habemus papam, expresadas en una lengua en desuso pero convertidas ya en parte del rito, del proceso de elección. Más evidente resulta cuando, ante las palabras de renuncia también expresadas en latín por Benedicto XVI, apenas una periodista, la reportera de ANSA Giovanna Chirri, fuera capaz de dar la primicia, según publica la CNN. No obstante, la excepcionalidad del anuncio no venía sino a sumar valor periodístico a la noticia y al proceso de elección del nuevo Papa que se abriría posteriormente.

 

Si uno de los objetivos de la Iglesia Católica es difundir el mensaje, la Palabra, no es de extrañar la eficacia comunicativa de los signos empleados. Pero no sólo se ha focalizado en su óptima transmisión sino también en aumentar la distribución. De hecho, la Iglesia ha fundado y participado en medios de comunicación (como por ejemplo, la COPE en España) e incluso en la formación de periodistas (como ocurriera con la Escuela de El Debate de Ángel Herrera Oria). Sin embargo, tímidos resultaban los pasos hacia la irrupción en las nuevas tecnologías digitales, con algunos avances en los últimos meses: la creación en 2011 del portal multimedia news.va, la presentación de una aplicación para móvil (The Pope APP) y, a finales del pasado año, la creación de la cuenta de Twitter del Papa.

 

Precisamente el canal de microblogging se ha convertido en cauce para el anuncio del nuevo Papa. La estrategia comunicativa empleada llevó a que, con la renuncia de Benedicto XVI, la cuenta cambiara a “Sede Vacante”. Se optó además por retirar todos los tweets publicados hasta entonces. Las entradas aparecidas desde el 12 de diciembre del pasado año hasta el 28 de febrero de 2013 pasarían a formar ya parte de un archivo histórico. Al carecer de referentes previos, los millones de seguidores o followers de la cuenta se preguntaban entonces qué sucedería con el perfil y esta nueva vía de comunicación con los fieles. Por ello miles de ojos estaban pendientes también de cualquier señal de cambio en la cuenta con la elección de Francisco como nuevo Papa.

 

La desaparición de “Sede Vacante” y la publicación de una nueva entrada informando de la novedad fue retweeteada y comentada por miles de usuarios en Internet, que contribuyeron a dar a conocer la noticia. Poco después se confirmaría la continuidad del perfil, ahora “Papa Francisco”, con el primer tweet del nuevo Sumo Pontífice publicado el domingo 17 de marzo.

 

Los días previos al aluvión informativo y los nuevos signos y mensajes por parte de la Iglesia están marcados por el silencio. Es lo que la doctora María José Pou, en un estudio sobre la cobertura informativa de la elección de Benedicto XVI, llama “el apagón informativo”. Este viene marcado por las propias normas que regulan el proceso y la celebración del Cónclave, que se rige por la Constitución apostólica Universi Dominici Gregis de Juan Pablo II, con algunas modificaciones introducías por Benedicto XVI durante su pontificado. El silencio se deriva de la obligación de mantener secreto sobre la elección y que puede extenderse incluso a las reuniones previas, tal y como se recoge en su artículo 59. El avance de las nuevas tecnologías y los últimos casos de filtraciones informativas han hecho especialmente interesante ver cómo se intentaban evitar la divulgación de detalles o las escuchas no autorizadas. Al suspense propio del proceso, vinculado a este secretismo, se ha sumado la sombra del cuervo que intentaba asomar en algunas publicaciones, como en la Repubblica.it, y se ha traducido incluso en rumores, especulaciones e interpretaciones varias que el portavoz del vaticano, Federico Lombardi, se apresuraba a desmentir en las ruedas de prensa realizadas estos días.

 

A pesar de ese silencio, el interés informativo que despierta el acontecimiento se suma a la demanda de la actualidad por parte de los usuarios. Una sencilla consulta a los resultados sobre la búsqueda de contenidos relacionados con “Pope” en Google Trends demuestra que en abril de 2005, coincidiendo con la muerte de Juan Pablo II y la elección de Benedicto XVI, se obtuvo el máximo número de consultas por parte de los usuarios. Las tendencias apuntan un ligero repunte tras la renuncia del Papa y un nuevo crecimiento de búsquedas durante el mes de marzo, con el inicio del proceso. Por ello no sorprende que miles de periodistas se hayan acreditado para cubrir el acontecimiento. Además, para atraer a ese nicho de audiencia potencial ávida de información, los medios han realizado especiales en los que han experimentado con lenguajes y formatos: desde la creación de infográficos (donde describen y explican el protocolo) hasta el desarrollo de multitud de aplicaciones móviles (para dar al minuto las últimas novedades)  pasando por la inserción de contenidos audiovisuales con la retransmisión en directo de todos los detalles.

 

Con datos todavía parciales hasta que se cierre el mes y finalicen todas las celebraciones y ceremonias vinculadas, está por ver si la excepcionalidad de la renuncia, las intrigas que se han relacionado con el caso vaticanleaks, los nuevos signos que empieza a mostrar el nuevo Papa y las nuevas fórmulas comunicativas superaran el interés informativo despertado con la sucesión y magnetismo del mediático Juan Pablo II.

 

Cita recomendada

MARTÍNEZ MARTÍNEZ, Silvia. 'Habemus papam': un mensaje, distintos signos y múltiples voces. COMeIN [en línea], marzo 2013, núm. 20. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n20.1321

medios sociales;  periodismo;  protocolo; 
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