Alejandro Casona, poeta y dramaturgo de la generación del 27, decía que hablar poco, pero mal, es hablar demasiado. El actual presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, no acostumbra a hablar demasiado, pero dice muchas ‘cosas’ que dan para una antología de titulares periodísticos. En este artículo se recogen algunos ejemplos de la cosificación de su discurso político y se apuntan algunas posibles causas.
Precisamente, el origen etimológico de la palabra ‘cosa’ se encuentra en el latín causa, que indica el motivo de una acción; pero con el paso del tiempo se usó para referir un asunto o motivo de conversación y, más adelante, un objeto. Las causas de las ‘cosas’ de Rajoy pueden ser múltiples e insospechadas, pero aquí se analizan meramente desde dos aproximaciones: la lingüística y la politológica.
Tradicionalmente se había considerado que la competencia lingüística de una persona venía determinada por su dominio del léxico, de la gramática y de la prosodia. Hymes (1971) definió el concepto de competencia comunicativa en un intento de ir más allá de la lingüística, dado que consideraba que se es competente cuando se forman enunciados correctos gramaticalmente, pero también apropiados socialmente. Así, el titular siguiente ejemplifica de manera clara este nivel competencial, puesto que se trata de una oración impecable a nivel sintáctico, pero vacía, vaga y pueril dentro de de una declaración emitida por un presidente de Estado.
La competencia comunicativa incluye, además de la lingüística, la competencia socio-lingüística (determinada por la comunicación no verbal y el registro), la competencia discursiva y la competencia estratégica. Esta última implica la capacidad para usar recursos que compensen ciertas carencias de conocimiento, como puede ser la escasez de léxico.
La monotonía o pobreza léxica consiste en el uso reiterado y excesivo de algunas palabras para expresar ideas diferentes y para las cuales existe terminología precisa. Como se hace patente en los titulares siguientes, el uso del sustantivo ‘cosa’ resta calidad a la información.
Sucesos, acontecimientos, incidentes, escándalos, episodios... son algunos de los sustantivos que se podrían haber utilizado para denotar una mayor competencia comunicativa.
En este caso, se podría haber referido a: delitos, faltas, infracciones...
Y en este, a: problemas, dilemas, asuntos, conflictos…
Sobre todo en la enseñanza de lenguas extranjeras, se ha demostrado que el miedo a cometer errores lleva a no tomar riesgos a la hora de hablar y, en consecuencia, se resiente la fluidez comunicativa. En el siguiente titular, a pesar la voluntad de superación que expresa el contenido, se delata el temor para concretar temas cuando se usan las ‘cosas’ eufemísticamente.
En una aproximación más literaria, hay que recordar que la cosificación es una de las características del género del esperpento. Imaginemos por unos momentos qué opinaría su creador, Valle-Inclán, exponente de la generación del 98 y reconocido carlista, sobre este titular.
Entrando ya en política, en el libro Las 48 leyes del poder, de Robert Green, se pueden encontrar algunas de las claves para entender ciertas declaraciones del líder político. La cuarta ley, por ejemplo, dispone que siempre debe decirse menos de lo estrictamente necesario.
La ley número 21 recomienda a los líderes fingir candidez para atrapar a los cándidos y, en concreto, especifica: muéstrese más tonto que su víctima. A pesar de que algunas leyes –como esta– pueden parecer dictadas por el sentido del humor y la ironía, el bestseller de Green se ha considerado a menudo una versión contemporánea de El Príncipe de Maquiavelo o El arte de la guerra de Sun Tzu.
La ley 38 establece que un líder puede pensar como quiera, pero tiene que comportarse como todo el mundo. En un ejercicio de mimetismo mayestático, en la declaración siguiente el presidente se sitúa –como un más y como si nada– en la responsabilidad colectiva ante la crisis.
Según la ley número 36, el líder debe menospreciar las cosas que no puede obtener: ignorarlas es la mejor de las venganzas. En la noticia siguiente parece evidente que, ante la dificultad de controlar la corrupción, el presidente escoge la estrategia de evitar pronunciarla.
Una de las últimas leyes, la 46, estipula que el líder nunca tiene que mostrarse demasiado perfecto. Y así lo hizo Mariano Rajoy en su balance de mitad de legislatura, a tenor de esta declaración.
El estilo de hacer política del actual presidente ha sido calificado por el politólogo gallego Antón Losada como “marianismo”. En su libro Código Mariano afirma que hay dos teorías que explicarían su supervivencia política: una apela a la suerte y la otra a la condición gallega del personaje. Dejando de lado el análisis personal y ácido de su paisano, hay indicios que apuntan que ciertas ‘cosas’ del “marianismo” pueden crear escuela y contagiarse entre las filas populares. Solo un par de declaraciones (de la alcaldesa de Valencia y del presidente de Extremadura) como ejemplo:
Será interesante seguir la evolución de este discurso cosificado durante el último tramo de gobierno y esperemos–aunque sea en pro de la competencia comunicativa– que los reyes (ahora que también son plurales) le traigan al presidente mucha lectura: libros, prensa y otras ‘cosas’.
Para saber más:
Green, R. (2004). Las 48 leyes del poder. Madrid: Espasa Libros.
Hymes, D. H. (1971). “Acerca de la competencia comunicativa”. En: Llobera et al. (1995). Competencia comunicativa. Documentos básicos en la enseñanza de lenguas extranjeras. Madrid: Edelsa, p. 27-47.
Losada, A. (2014). Código Mariano. Desmontando a Mariano Rajoy. Barcelona: Roca Editorial.
Entrevista a Antón Losada en el programa La ventana (Cadena SER).
Cita recomendada
SIVERA, Sílvia. Las 'cosas' del presidente. COMeIN [en línea], diciembre 2014, núm. 39. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n39.1485
Profesora de Creatividad Publicitaria de la UOC
@ssivera