Siempre había querido pergeñar (y publicar) un titular sensacionalista, pero no había tenido ocasión hasta hoy. Es una pequeña licencia, un regalo que me concedo para celebrar el primer aniversario de COMeIN. Aquí hablaremos de delfines masacrados, de los derechos del colectivo homosexual y de la mansión de Clooney, aunque sólo para evidenciar que el oportunismo, bien entendido, es esencial en las relaciones públicas.
En Catalunya, la noche del pasado 9 de mayo TV3 emitió el oscarizado largometraje documental The Cove (Louie Psihoyos, 2009). Dotado de la factura y el pulso narrativo de los mejores thrillers hollywoodenses, este trabajo –a medio camino entre el periodismo de investigación y el activismo puro y duro– denuncia sin concesiones la escalofriante y sistemática masacre de miles de delfines que cada año tiene lugar en una recóndita cala de Taiji (Japón). El documental, además, arremete contra los delfinarios y el uso de delfines en espectáculos acuáticos al considerar que, para estos animales, la vida en cautividad y los entornos ruidosos constituyen una tortura extremadamente cruel.
Un día después de la emisión de The Cove en la televisión catalana, el alcalde de Barcelona, Xavier Trias, presentaba a los medios de comunicación el plan estratégico 2012-2020 ideado para remodelar el zoo de la ciudad. El proyecto estrella de este plan consiste en... la creación de un nuevo delfinario de explotación semiprivada. Qué coincidencia tan poco afortunada, ¿verdad?
En Estados Unidos, el mismo 9 de mayo, la cadena televisiva ABC emitió una entrevista a Barack Obama. Durante la misma, el presidente estadounidense se declaró a favor del matrimonio homosexual, cosa que no había hecho ninguno de sus predecesores. De hecho, el propio Obama se había mantenido prudentemente ambiguo sobre esta cuestión hasta la fecha.
Al día siguiente, Obama asistía como invitado de honor a la cena ofrecida por el actor George Clooney en su mansión de Los Ángeles para recaudar fondos destinados a la Obama Victory Fund, la maquinaria de fundraising para la campaña por la reelección del presidente. En casa de Clooney, Obama fue recibido por un centenar y medio de conspicuos miembros del Hollywood más progresista, que le esperaban con los brazos y los talonarios abiertos de par en par. En toda la historia electoral estadounidense, jamás se había recaudado en un solo evento tanto dinero para la campaña presidencial: casi 15 millones de dólares. Se da la circunstancia de que el movimiento en defensa de los derechos del colectivo homosexual tiene uno de sus epicentros más activos justamente en la industria cinematográfica californiana. Qué coincidencia tan afortunada, ¿verdad?
Durante las últimas décadas, los profesionales y estudiosos de la comunicación corporativa hemos puesto tanto énfasis en la dimensión estratégica de las relaciones públicas que tal vez ha llegado el momento de reivindicar también cierta dosis de tactismo. Sin duda, la planificación estratégica es crucial en cualquier proyecto comunicativo pero, a veces, se confunde la planificación con la rigidez de una mera programación temporal. Planificar no es sólo decidir qué acción realizaremos en cada momento. Planificar también es dotarse de la agilidad suficiente para alterar las acciones previstas si, cuando llega la hora de ejecutarlas, las circunstancias del momento así lo aconsejan.
Si la televisión más vista en Catalunya emite en prime time un documental laureado que presenta la cautividad de los delfines y su explotación en parques acuáticos como una actividad intrínsecamente maligna, muy lucrativa para las mafias que se dedican a su captura y causante –al menos indirectamente– de las matanzas masivas de aquellos ejemplares no considerados aptos para la exhibición, tal vez alguien del equipo de comunicación del Ayuntamiento de Barcelona debería recomendar al alcalde Trias que al día siguiente no anuncie a bombo y platillo el proyecto de crear un gran delfinario para el zoo de la ciudad. Al fin y al cabo, todavía no se ha conseguido la inversión privada que requiere el proyecto y ni siquiera se conoce cuál sería su ubicación definitiva. ¿No podía haberse pasado de puntillas sobre al delfinario, pues, al presentar el plan estratégico del zoo? Pues no: estaba previsto anunciarlo y se anunció. Faltó cintura.
El equipo de comunicación de Obama, en cambio, exhibió una cintura envidiable. Cuando el vicepresidente estadounidense, Joe Biden, declaró el 6 de mayo en una entrevista para la NBC que se sentía cómodo con los matrimonios homosexuales, puso en un brete a Obama, que siempre había esquivado pronunciarse sobre el particular. En un primer momento, incluso hubo un amago de hacer que Biden tuviera que desdecirse. Al fin y al cabo, se había salido del guión establecido. Un guión diseñado para no enojar a las comunidades latina y afroamericana, grandes bazas electorales del presidente y poco proclives, por cuestiones religiosas, a aceptar el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Finalmente, no obstante, Obama cogió el toro por los cuernos y tres días después era él mismo quien explicitaba su apoyo al matrimonio homosexual desde la cadena ABC. A las pocas horas, en casa de Clooney, era aclamado por el flanco izquierdo de un Hollywood tradicionalmente muy activo en la defensa de los derechos y las libertades civiles, y la recaudación de fondos para su campaña de reelección batía todos los récords.
¿Oportunismo? ¿Tactismo? Tal vez. Para mí, la demostración concluyente de que tener una estrategia comunicativa sólida (pocas lo son tanto como la de Obama) no nos obliga a ceñirnos siempre al guión preestablecido. Captar las circunstancias cambiantes y reaccionar con agilidad ante las mismas son actitudes tan estratégicas como la de planificar al milímetro e intentar prever todo lo previsible. Y para cualquier proyecto de relaciones públicas, resultan igualmente esenciales.
Cita recomendada
LALUEZA, Ferran. Matan a delfines gays en piscina de George Clooney. COMeIN [en línea], mayo 2012, núm. 11. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n11.1238