Por aquellas cosas que tiene la vida, este verano tuve que acompañar a un familiar a una reunión de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) de Almería. Una situación de partida dramática pero que se convirtió en una experiencia profundamente interesante a muchos niveles. Aún se me pone el vello de punta cuando pienso en aquella calurosa tarde de agosto.
El compromiso entre los activistas de la PAH es altísimo. Cada uno aporta aquello que sepa o pueda hacer. Confección de camisetas, mantenimiento de la página web, ayuda a las familias afectadas y, sobre todo y lo más importante, sus propias experiencias sobre cómo gestionaron sus casos personales. De esto se alimenta la PAH: de la experiencia de unos y otros, de cuál es la estrategia más eficaz para poder ganarle la batalla al banco.
En febrero de 2009 —fruto de la terrible crisis económica que azota al Estado español— nace en Barcelona la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Su objetivo, conocido por todos, es parar los desahucios que las entidades bancarias están aplicando contra aquellas familias que sufren la crisis habiendo perdido sus empleos y no pudiendo hacer frente a la hipoteca de sus viviendas. Además, propone soluciones para evitar dichos desahucios solicitando la dación en pago o, más recientemente, reduciendo las cuotas mediante la anulación de la cláusula suelo. En la actualidad, existe una plataforma en cada provincia del Estado y están coordinadas entre sí.
Por otro lado, la plataforma presta servicios legales y de asistencia psicológica para los damnificados, sirviendo a su vez como banco de prácticas a los nuevos profesionales. Los abogados, procuradores o psicólogos noveles aportan sus conocimientos a la PAH, pero al poco tiempo acaban convirtiéndose en auténticos expertos en la materia puesto que les proporciona la oportunidad de profundizar en su pericia a través de multitud de casos.
De este modo, las PAH funcionan como provechosas comunidades de aprendizaje de diferentes naturalezas y alcances. De un lado, se aprende de las experiencias de los miembros de la plataforma, habiéndose llegado a generar productos a partir de ese conocimiento compartido como, por ejemplo, el “Manual de desobediencia civil” que se puede consultar en la página web de la PAH Barcelona. Del otro, los profesionales (abogados, procuradores y psicólogos) aprenden entre ellos a mejorar su práctica profesional pudiendo derivar —en algunos casos— en comunidades de práctica especializadas en contratos de préstamo hipotecario. Además, las plataformas provinciales están coordinadas entre sí y se reúnen periódicamente para compartir sus progresos. Como no podría ser de otra manera, las más jóvenes aprenden de la experiencia de las más veteranas, y la de Barcelona es un referente para todas ellas.
Han pasado 4 años desde que naciera esta iniciativa. Y no hay duda de que basándose en modelos colaborativos han conseguido grandes logros. Han parado muchísimos desahucios, han conseguido a través de una sentencia del Tribunal Supremo que algunas entidades bancarias se vean obligadas a eliminar la cláusula suelo de los contratos de préstamo y a devolver con carácter retroactivo la cantidad de dinero destinada a ésta. Y muy recientemente, que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, con sede en Estrasburgo, haya aplazado el desalojo de un edificio de la ciudad de Salt (Girona) que había sido ocupado por la Plataforma sentando así un importante precedente.
Cuando participo en alguna conferencia o jornada sobre trabajo o aprendizaje colaborativo, todavía hoy hay gente que se pregunta si trabajar y aprender colaborativamente funciona. Por supuesto que sí, y podría señalar numerosos casos. Pero, sin duda, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca es un excelente ejemplo de ello. Porque como decía el poeta Antonio Machado, “en cuestiones de cultura y saber, sólo se pierde lo que se guarda, sólo se gana lo que se da”.
Ánimo en la lucha, y recordad: ¡si se puede!
Cita recomendada
SANZ MARTOS, Sandra. Comunidades de aprendizaje y activismo social. COMeIN [en línea], octubre 2013, núm. 26. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n26.1372
Profesora de Información y Documentación de la UOC