Número 44 (mayo de 2015)

Indicadores de la calidad democrática

Montserrat Garcia Alsina

En las últimas semanas la transparencia y la corrupción parecen estar en el centro de las campañas electorales e incluso ser moneda de cambio para pactar investiduras. Parece que el número de corruptos sea el único indicador de la calidad democrática de un partido y de un gobierno, y por ende, de la salud de un país. Aun así, la transparencia se entiende si incluimos otros aspectos que facilitan el buen gobierno, el acceso a la información pública y el gobierno abierto. Por lo tanto, otros indicadores informan de la calidad democrática de los gobiernos. ¿Cuáles son? ¿Cómo se evalúa la transparencia y la salud de la democracia?

El marco de referencia legislativo para evaluar la transparencia está formado por el acceso a la información pública, el gobierno abierto y el buen gobierno. Por lo tanto, este marco de referencia tendría que ser la fuente para crear los indicadores que miden y acreditan la calidad democrática de los partidos y gobiernos. El acceso a la información pública, por un lado, hace transparente la toma de decisiones y las acciones de gobierno y de los partidos, y, por otro, permite a los ciudadanos participar en el gobierno y en la toma de decisiones (gobierno abierto). Cuando los gobiernos publican la información están rindiendo cuentas del uso de los recursos provenientes de las sociedades gobernadas, y, además, los ciudadanos pueden evaluar la eficiencia en la gestión de los bienes públicos, es decir, evalúan el buen gobierno. Por lo tanto, detrás de la transparencia, el acceso a la información, el buen gobierno y el gobierno abierto hay unos fundamentos que aseguran su funcionamiento: son la gestión de la información y el conocimiento, y los profesionales –no sólo las TIC- que conocen los instrumentos para facilitar de manera eficiente esta gestión.

 

Lo hemos leído otras veces. Desde el 2012 diferentes artículos de COMeIN señalan la importancia de la transparencia, la gestión de datos y de la información, incluida la facilidad en su acceso, y el papel de los profesionales de la información y documentación para evaluar la salud democrática de las naciones. Hemos visto que existen estándares de gobierno abierto e indicadores promovidos por organismos o entidades internacionales o nacionales que evalúan las políticas de transparencia. Estos estándares e indicadores son un buen instrumento para tomar la temperatura de la salud democrática. Un ejemplo es INCAU, el conjunto de indicadores para evaluar la transparencia de las comunidades autónomas españolas, o ITA, el conjunto de indicadores para evaluar la transparencia en los ayuntamientos españoles. Aun así, estos indicadores ponen más atención en evaluar el contenido de la información que tiene que ser accesible, mientras que la manera como se tiene que garantizar la eficiencia en el acceso queda más desatendida. Por lo tanto, precisamos desarrollar más indicadores. Dado que es importante como se gestiona la información y el conocimiento, y como de fácil se hace accesible, a los indicadores ya existentes tendríamos que añadir otros para evaluar la arquitectura de los portales y los medios que utilizan los ciudadanos para acceder de manera rápida y efectiva a la información pública.

 

En España, una serie de leyes de transparencia y acceso a la información pública se han ido aprobando o están en proceso de aprobación desde diciembre del 2013, excepto Galicia (2006). Las diferentes leyes y propuestas de leyes apuntan los portales de la transparencia como el instrumento para acceder a la información pública garante de la transparencia. Actualmente son varias las administraciones públicas que ya disponen de estos portales. Aun así, pocas de estas propuestas especifican como se puede garantizar la eficacia del acceso, y muchas menos mencionan la relevancia de disponer de un sistema de gestión para documentos. Queda mucho trabajo por hacer para implantar la transparencia, el gobierno abierto y el buen gobierno.

 

Así pues, la salud democrática de un partido, de un gobierno o de un país va más allá del número de corruptos. Estos sólo son un indicador de los tramposos que hay en el juego democrático. La salud democrática y la voluntad de transparencia de los partidos y de los gobiernos deben incluir el recuento de cuántas medidas se están aplicando para facilitar la gestión de la información y del conocimiento público (diseño e implantación de sistemas de gestión para documentos electrónicos), la contratación de profesionales de la información y la documentación graduados para implementar las leyes de transparencia –sin trampas. Quizás cuando los partidos basen sus “campañas de transparencia” en otros indicadores, más allá del número de corruptos, quizás entonces baje el número de corruptos, porque los fundamentos de las barreras para hacer trampas serán más fuertes.

 

Cita recomendada

GARCIA ALSINA, Montserrat. Indicadores de la calidad democrática. COMeIN [en línea], mayo 2015, núm. 44. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n44.1538

gestión de la información;  documentación;  comunicación política; 
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