¿Podemos hablar, pues, de una tormenta perfecta, en la línea de la combinación de varios efectos que han creado un escenario sinérgico? Argumentémoslo.
Un decisión local en un contexto global. Sí, existe una bajada de estudiantes general en todo el Estado. En algunos casos, asumible. Algunas universidades, considerando sus propios criterios de sostenibilidad y eficiencia económica, han decidido no ofrecer más el grado. Otras han apostado por las dobles titulaciones ligadas a ámbitos cercanos, sea la comunicación o la informática. En el caso de la UOC, pues, ha pesado mucho este hecho, la combinación de una evolución a futuro de las cifras de estudiantes. Sobre esto, poco que decir, umbrales y decisiones basadas en números.
Paradójicamente, no estamos hablando de bajos datos de
inserción laboral. No es, pues, un problema de salida. Los datos de la
AQU (Agència per a la Qualitat del Sistema Universitari) sobre todo ligados a la licenciatura, mostraban que es una titulación que permite la incorporación al mercado de trabajo. A la vez, considerando los estudiantes de la UOC, también he podido percibir cómo ha aumentado la visibilidad y la consideración de los estudiantes que iban terminando el grado, ya sea en los TFG vía proyecto profesionales u otras asignaturas con una madurez muy importante. Así pues, a pesar de la crisis y la contracción de las administraciones públicas a la hora de poder contratar, esta no ha sido de las profesiones que más han sufrido la crisis. De nuevo, aunque de forma tímida, van apareciendo más plazas, tanto en el sector público como en el privado.
¿En la sociedad de la información, un grado especializado que la tiene como centro, no tiene el atractivo que debería tener? Ciertamente, las competencias y los perfiles profesionales son percibidos por muchos profesionales como básicos, y a veces ha podido parecer que, de la misma forma que otras competencias instrumentales, puede que no dan lugar a la creación de puestos de trabajo. Planteamos, pues, de cara al futuro, que al igual que las competencias transversales en idiomas, trabajo en equipo y otras, las competencias de gestión de la información sigan siendo básicas y se incremente su necesidad, en una época en que la postverdad y la mayor infoxicación debida a los medios sociales se convierten en una ruido habitual en los teléfonos inteligentes.
Y es en este sentido que decimos que la disciplina también debe reflexionar. Cuando pasan una serie de decisiones similares, más allá del lamento, es muy posible que lo que tengamos que hacer sea considerar los próximos pasos. Añado varios ruegos:
- A los profesionales actuales, mayor implicación en el debate. Es algo que les afecta y afectará a lo largo de su trayectoria.
- A los profesionales de las disciplinas cercanas, la búsqueda del valor añadido mutuo puede ayudar mucho a que la disciplina encuentre su espacio.
- Al resto del sector académico, le recomendaría que se ponga las pilas, para que no ocurra como en La Historia Interminable, donde la Nada va avanzando.
- A los estudiantes actuales, que nos sigan ayudando a entender el valor de nuestra titulación. Creemos en ella como el primer día. Hicimos un cambio de plan de estudios porque pensábamos que dábamos a nuestros estudiantes unas mejores herramientas que las que tenían al inicio. Sigue siendo totalmente válido.
Como profesional de la información, repensar el nuevo sentido de la información en diversos ámbitos, la relación con los datos y los filtros de calidad para hacer digerible este ritmo de creación de contenidos actual nos dibuja elementos para el próximo año. Seguimos, pues.
Cita recomendada
LÓPEZ-BORRULL, Alexandre. Información y documentación: ¿hasta qué grado es una tormenta perfecta? COMeIN [en línea], julio 2017, núm. 68. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n68.1749