Cuando en noviembre de 2015
Raphael Minder, corresponsal de
The New York Times en España, publicó el artículo
“Spain’s News Media Are Squeezed by Government and Debt” —poniendo en duda la
libertad de prensa en España acosada por las presiones del gobierno y de los bancos—, se evidenció directa e indirectamente un síntoma del problema de la intermediación que afecta a la transparencia y neutralidad de la
información periodística. Directamente, dado el contenido del artículo en el que se mencionaba entre otras cosas cómo las grandes corporaciones financiaban la deuda de los
grupos de comunicación o cómo el gobierno controlaba la dirección de los
medios públicos. Indirectamente también, a la vista de la reacción furibunda de los medios de comunicación españoles oficialmente financiados, que salieron al paso con notas de prensa y contraartículos, un buen indicador del grado de acierto de una visión independiente no afectada por el virus de la manipulación y la
censura.
Filtrar información o datos, destacar información secundaria para silenciar información sensible, o torcer la realidad de los hechos a partir de la comunicación tergiversada desgraciadamente todavía es una práctica común en el periodismo de los grandes medios españoles. Ciertamente, la forma de hacer política de Donald Trump ha actualizado el término posverdad y podría parecer que estamos habituados, sin embargo el caso de la libertad de prensa española acumula una larga y particular historia que lo aleja de referentes occidentales. Como primera aproximación hay que entender que mientras en EUA, la prensa pone en evidencia las malas prácticas del gobierno Trump y actúa como cuarto poder, en España el periodismo independiente sigue siendo marginal.
Un "caso de libro" ha sido la publicación el 30 de agosto de 2017 por parte de
El Periódico de una nota de dudosa autoría que el diario atribuye a la CIA para apoyar un titular donde se decía que los Mossos de Escuadra fueron informados de la posibilidad de un atentado en la Rambla.
Julian Assange y
WikiLeaks no han tardado en denunciar la inconsistencia y errores de esta nota «inventada o fabricada» en unos cuantos tuits. Casualidades de la vida, hay que decir que pocos meses antes, los trabajadores del diario fueron informados de un recorte del 16% de sus salarios y de una posible reducción de plantilla de 200 personas.
Frente a formas primitivas para la lucha del poder, una vez más la tecnología, como ya ocurrió con las redes sociales, favorece la transferencia de la información sin intermediarios que, a su vez, favorece la democratización de la sociedad. En este caso, la herramienta es la tecnología desarrollada sobre el modelo de base de datos distribuida,
blockchain o cadena de bloques.
Blockchain es una tecnología que permite el almacenamiento de datos sin posibilidad de modificación ni revisión, que funciona sin central autoritativa y que ya fue aplicada en el desarrollo de la criptomoneda
Bitcoin.
El blockchain aplicado al periodismo abre diferentes opciones como por ejemplo, la posibilidad de publicación de cualquier ciudadano miembro de la red social asociada, de difusión de informaciones que podrían ser perseguidas o censuradas, de retribución controlada a la cantidad de lectores de los artículos, etc.
Aspectos deontológicos hacen que el
Blockchain Journalism sea controvertido y todavía debatido pero en la práctica, iniciativas com
DNN (
Decentralized News Network) o
Steemit en los EUA,
Publicism en Holanda o
Decent en Suiza, muestran cómo la tecnología desarrollada sobre el modelo de base de datos distribuida,
blockchain o la cadena de bloques, puede ayudar a garantizar la libertad de prensa en entornos hostiles.
Cita recomendada
CAVALLER, Víctor. 'Blockchain Journalism': una ventana para la libertad periodística en entornos hostiles. COMeIN [en línea], septiembre 2017, núm. 69. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n69.1755