Número 30 (febrero de 2014)

La importancia de lo que no es

Jordi Sánchez-Navarro

Hay muchas formas de despertar el interés de los públicos en una película o producto audiovisual: tráileres, teasers, diferentes tipos de carteles... Algunas de ellas han pasado a mejor vida, como los fotocromos o afiches. Otras, como el póster, han vivido momentos mejores.

Si en mi anterior encuentro con los lectores de COMeIN escribí sobre el documental consagrado a los días de gloria del VHS Rewind This!, en esta ocasión traigo de nuevo una referencia igualmente nostálgica. Se trata del documental Drew: The Man Behind the Poster, un retrato histórico y reivindicativo de la figura de Drew Struzan, artista al que muchos lectores sólo reconocerán si decimos que es el creador de los carteles de películas míticas como Star Wars, E.T., Back to the Future, The Goonies, la trilogía de Indiana Jones, o el que está considerado unánimemente como una obra maestra del cartelismo: el poster para The Thing de John Carpenter, que, si la leyenda que él mismo se ha encargado de difundir no es falsa, Struzan realizó en una noche y sin haber visto ni una sola imagen de la película.

 

En el documental intervienen maestros del cine y del marketing cinematográfico como Steven Spielberg y George Lucas, directores más recientes que crecieron siendo fans de Struzan como Guillermo del Toro o Frank Darabont, y actores a los que el artista inmortalizó en carteles inolvidables como Michael J. Fox. Todos ellos coinciden en señalar que el talento mayúsculo de Struzan contribuyó de forma decisiva a fijar para siempre las pautas de recepción de esos títulos clásicos o de culto. Por ejemplo, nuestra experiencia como espectadores de Regreso al futuro ha quedado marcada por la postura y la expresión de la representación que Struzan hizo de Michael J. Fox. Por decirlo de otro modo, los maravillosos trabajos pictóricos de Drew Struzan fueron, a menudo, el manual de instrucciones de lectura de la película a la que hacían referencia.

 

Drew: The Man Behind the Poster acaba, como ya ocurría en el caso de Rewind This!, con una coda nostálgica, de tono elegíaco que afirma con contundencia la muerte del arte del cartelismo cinematográfico. Al dolor de los aficionados por la retirada de primera línea de Struzan, se suma el hecho de que resulta evidente que, con contadas excepciones, la belleza de los carteles de cine está en franca retirada. Sin embargo, la creatividad en el campo del cartelismo relacionado con el audiovisual sigue viva. Aunque vive fuera de los circuitos tradicionales del marketing audiovisual. Un ejemplo de esto es el magnífico libro Star Trek: The Art of Juan Ortiz, en el que el diseñador e ilustrador Juan Ortiz recrea cada uno de los episodios de la serie Star Trek (1966-1969) en forma de póster cinematográfico.  El libro muestra claramente que existe un público que sigue valorando el póster de cine como una pieza con valor intrínseco, como también lo demuestra el hecho de que un póster de la película The Cabin in the Woods de edición limitada, obra del estudio Phantom City Creative, se cotice en eBay a 800 dólares.

 

Al fin y al cabo, los aficionados al cine también son coleccionistas compulsivos, ¿no? Eso es lo que parecen pensar los responsables editoriales de la revista británica Empire, una de las cabeceras más difundidas y prestigiosas del mundo en lo que se refiere a la divulgación y promoción del cine.  El último número de Empire, con fecha de 30 de enero de 2014, ha aparecido con veinticinco portadas diferentes (sí, veinticinco, no es una errata). Cada una de las portadas consiste en un personaje de la película X-Men: Days of Future Past, futura cuarta entrega de la saga X-Men. Las veinticinco portadas juntas forman una gran ilustración que, sin duda, tendrá una edición como póster y, por tanto, vida propia.

 

Esta estrategia editorial de Empire ha sido criticada por muchos aficionados que la consideran excesiva. La revista dice a sus lectores “compra tu portada favorita” y no, como habría hecho con un número más asumible, “colecciónalas todas”. Pero coleccionarlas todas es, precisamente, lo que harían gustosamente muchos lectores. De ahí las críticas a lo desmedido de la propuesta. Con críticas o sin ellas, la maniobra de Empire ha supuesto un enorme incremento de la presencia de la revista y de la película en las redes sociales en los últimos días de enero.

 

En sus estudios sobre narrativa y textualidad, Gérard Genette desarrolló el concepto de paratexto como todas aquellas producciones que acompañan y refuerzan al texto. Son productos “que no sabemos si debemos considerarlos o no como pertenecientes al texto, pero que en todo caso lo rodean y lo prolongan precisamente por presentarlo”. En el caso del audiovisual, y especialmente en el caso del cine, las producciones paratextuales son todo un mundo para el consumo y la implicación de lectores, aficionados e interpretantes. Un libro de ilustraciones inspiradas en Star Trek, un póster de edición limitada de The Cabin in the Woods, una colección de portadas alusivas a X-Men: Days of Future Past o, incluso, una foto-teaser del actor Peter Capaldi encarnando al Duodécimo Doctor de la serie Doctor Who filtrada en las redes sociales son objetos valiosos para los usuarios del audiovisual. Valiosos porque prolongan el disfrute del texto principal; valiosos también porque son el terreno en el que se proyecta el consumo cultural activo (baste con pensar cuanta actividad fan en forma de remix se desarrolla en esos soportes).  No son cine ni televisión, pero son tan importantes para el espectador como si lo fueran.

 

Cita recomendada

SÁNCHEZ-NAVARRO, Jordi. La importancia de lo que no es. COMeIN [en línea], febrero 2014, núm. 30. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n30.1408

cine;  entretenimiento;  televisión; 
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