Número 6 (diciembre de 2011)

El ciberacoso

Maria Àngels Viladot i Presas

No parece nada exagerado afirmar que en el siglo XXI todo gira en torno a Internet. Tanto es así que los niños y niñas, los adolescentes y jóvenes de este siglo actual se llaman la generación digital por la cantidad de tiempo que invierten en el uso de las tecnologías de la comunicación electrónica, como la mensajería, las redes sociales y los correos electrónicos. Las ventajas de Internet son múltiples, y aquellos que, en general, mejor las conocen y más se benefician de ellas son los adolescentes y los jóvenes, pero esta herramienta también implica toda una serie de riesgos y peligros que se deben conocer para poder actuar en consecuencia.

El acoso es un problema social omnipresente y extendido que puede aparecer en relaciones sociales dentro de grupos a lo largo de toda la vida. El acoso se manifiesta a través de un amplio abanico de formas para atemorizar y dominar la persona acosada durante tanto tiempo como sea posible. El acoso es, por definición, un proceso coactivo. Los acosadores coaccionan a sus víctimas para que hagan cosas que no quieren hacer y, a menudo, persuaden a los demás para que se unan a la conducta de acoso. A menudo comienza en el parque, continúa en la escuela y, después, en el trabajo, e incluye las relaciones de pareja y la vida familiar. Puede impedir que una persona llegue a ser miembro igual y aceptado de uno o más grupos y comunidades sociales en las que quiere integrarse por necesidad o no. Aflora, pues, en diferentes contextos sociales y, hoy en día, en los contextos on line.


El aspecto más destacable del ciberacoso es que las ciberamenazas pueden ser anónimas: el uso de seudónimos, la alteración del lenguaje y los cambios en la identificación del ordenador hacen prácticamente imposible descubrir a los acosadores. Los adolescentes son muy sensibles a las valoraciones sociales negativas. De modo que es más fácil que puedan sentir amenazada su identidad, tanto la social como la personal. En una investigación escandinava se dio la oportunidad a los participantes de describir los motivos por los que consideraban que el ciberacoso era más perjudicial que el acoso tradicional (en la escuela, por ejemplo). La respuesta más general fue la gran incertidumbre que produce la comunicación mediatizada por ordenador. Por tanto, es razonable inferir que el aumento de la incertidumbre (dada la naturaleza de la comunicación a través del ordenador propia del ciberacoso) provoca una gran ansiedad entre los jóvenes si tenemos en cuenta el miedo que sienten ante su sobrevalorada amenaza de rechazo social.


En una encuesta neerlandesa realizada a 1.211 estudiantes de primaria y secundaria en el año 2008, se descubrió que el 34% de las víctimas no sabía quién lo estaba acosando. De ello se desprende que el hecho de que las víctimas no puedan saber cuál de sus compañeros es el agresor y, por tanto, no sepan en quién pueden y en quién no pueden confiar, ya que el acoso que sufren implica que el atacante pueda ser alguien que la víctima considera un buen amigo suyo, conduce a la disminución de la confianza en los compañeros de escuela y puede llegar a crear un ambiente hostil entre ellos. Otro rasgo característico del ciberacoso es que la comunicación a través del ordenador tiene un extraordinario potencial de difusión que obviamente no tienen los canales interpersonales cara a cara. A menudo utilizamos Internet para comunicarnos individualmente, uno a uno, pero es el único medio en el que un usuario normal también se puede comunicar con muchos usuarios a la vez, y no sólo una vez sino tantas veces como quiera. Dicho esto, y teniendo en cuenta la posibilidad de que los mensajes electrónicos se pueden enviar a un conjunto de personas, es imposible saber quién ha visto la información en línea, lo que aumenta la incertidumbre. Además, como la comunicación mediatizada por ordenador permite archivar la información, los chicos y las chicas víctimas de ciberacoso no pueden saber hasta cuando el ultraje contra ellos estará disponible en el ciberespacio, ni hasta qué punto esto puede perjudicar sus vidas en un futuro. Desgraciadamente, las víctimas de ciberacoso comparten estas preocupaciones. Por ejemplo, mientras hacen amigos en el colegio alguien puede estar difundiendo un vídeo comprometido que se propagó por el ciberespacio unos años antes. De esta manera, estos chicos y chicas probablemente mantendrán la incertidumbre de por cuánto tiempo tendrán que arrastrar las consecuencias de haber sido el saco de los golpes, y es probable que este hecho aumente aún más su ansiedad.


No hay duda de la importancia de proporcionar a los profesores las pautas necesarias para saber gestionar el ciberacoso; hay que priorizar su formación al respecto para que sepan cómo dar apoyo social a los niños y niñas, los adolescentes y jóvenes que sufren ciberacoso escolar, y también hay que explicarles qué acciones deben emprender para poner barreras de protección. Tal como se ha dicho, la mayoría de las víctimas de ciberacoso no explican los penosos incidentes en los que se ven inmersos, por lo tanto, es muy importante que los padres conozcan la actividad en línea de sus hijos, y que sean conscientes y comprendan que es el ciberacoso. Es imprescindible que alienten a sus hijos a comunicarles abiertamente las confrontaciones cibernéticas que les hacen daño y les causan ansiedad, y es igualmente vital que los animen a dar a conocer el juego sucio de quienes los quieren acosar, ya que sólo así podrán proporcionarles apoyo social y tranquilidad.


No tenemos más remedio que observar con interés científico la cultura y el entorno de los niños y niñas en desarrollo; seguir su cambio para comprenderlo, y proporcionarles los mejores navíos y cartas de navegación. Deberíamos tener muy presente que los medios de comunicación, junto con la escuela, han pasado a ser en las sociedades "avanzadas" los dos hechos culturales a los que los niños y niñas dedican la mayor parte de su tiempo de vigilia.

 

Para saber más:


KINNEY, TERRY A.; PÖRHÖLA, MAILI (Editores). Anti and Pro-Social Communication. Theories, Methods, and Applications. Nueva York: Peter Lang, 2009.


KINNEY, TERRY A.; PÖRHÖLA, MAILI. El acoso. Contextos, consecuencias y control. Barcelona: Aresta/UOC, 2010.


VILADOT, MARIA ÀNGELS. Comunicación intergrupal e intercultural. Barcelona: UOC, 2012.
 

 

Cita recomendada

VILADOT i PRESAS, Maria Àngels. El ciberacoso. COMeIN [en línea], diciembre 2011, núm. 6. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n6.1132

comunicación y educación;  cultura digital;  medios sociales; 
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