Número 112 (julio de 2021)

Creatividad: es momento de la ludorrevolución (#playfulrevolution)

Begoña Pino

Según el diseñador Tim Brown, «parte del desarrollo de una cultura creativa dinámica consiste en dar a la gente tiempo y permiso para jugar». La creatividad es un talento con el que nacemos todas las personas y que algunas tenemos algo oxidado. Para activarlo, además de usar técnicas creativas, podemos jugar, modificar nuestro entorno y beber cerveza de una manera muy concreta.

El juego es algo serio

 

Una actitud «juguetona» es básica para fomentar la creatividad, y la necesitamos más que nunca.

 

Hace tiempo, una compañera de trabajo pasaba cerca de mi mesa y vio unos rotuladores de colores que tenía por allí –para prototipado y propuestas visuales de experiencias de usuario– y dijo con entusiasmo: «Cómo molan, yo quiero tu trabajo». En realidad, no quería mi trabajo, pero quería más color y creatividad en el suyo. No fue la primera ni la última que disfrutaba de las distintas actividades creativas y oportunidades de hacer algo distinto que pudimos organizar. Pero fui desarrollando la conciencia de que aquí hace falta jugar.

 

Como payasa terapéutica conozco la importancia del humor y la risa en el bienestar de las personas y, tras cierto tiempo, empecé a pensar también que hacían falta payasos y payasas en el espacio laboral. Me imaginaba cómo reaccionarían mis compañeros y compañeras si un payaso o una payasa entrase por la puerta y simplemente se paseara interesándose por lo que hacían, o proponiendo algún baile improvisado. Pero la esencia del payaso y la payasa es jugar a que todo es posible, y ser capaz de improvisar una solución ante cualquier reto. La esencia del payaso y la payasa es la creatividad desde el juego, donde los errores no existen y te puedes arriesgar, porque lo peor que puede pasar es reírte.

 

Necesitamos la tranquilidad de que no habrá consecuencias si nos equivocamos para atrevernos a arriesgar, a probar cosas nuevas. A veces, jugar permite desbloquear situaciones enquistadas.

 

Un manager que entrevisté fue contratado para hacer esto mismo, tras un trabajo de años sin avances. Después de hacer una investigación, identificó el problema y lo resolvió jugando: una sesión de una hora con un juego diseñado para la ocasión permitió que los líderes tomasen decisiones que se habían postergado años. Resultado: un ahorro para la empresa de 6,5 millones de dólares.

 

Por otro lado, con la situación actual, el estrés y el aislamiento, necesitamos conectar más que nunca, y el juego es una manera relajada de hacerlo.

 

¿Cómo es un entorno creativo?

 

Tina Seelig, en su libro Innovation Engine sobre creatividad y su «motor de innovación», habla sobre el entorno. Se necesita un entorno creativo para fomentar la creatividad. Si todo es gris o neutro, no es muy inspirador para la creatividad. Con una búsqueda sobre «entornos creativos» en Google aparecen fotos de jardín de infancia. ¿Cuáles son las características de un jardín de infancia? Mucho color, material disponible, como papel, cartón, plastilina, lápices, todo tipo de cosas para manipular y crear de cualquier manera.

 

Entonces, pienso: ¿y si tuviéramos algo parecido a un jardín de infancia en una oficina? Aunque haya hecho ciertos intentos, es difícil disponer de un espacio dedicado, pero se pueden llevar los elementos a sesiones, aunque el espacio sea temporal. Es decir, puedes llevar una caja con materiales como los descritos a una sesión de ideación, y colocar decoración temporal con más color: desde cartulinas A2 de colores, rotuladores de tiza de colores para decorar ventanas…, a utilizar plantillas visuales para guiar reuniones o retrospectivas de los equipos.

 

La clave en todas estas iniciativas está en buscar los resquicios a través de los cuales podemos operar, en vez de ver qué hacen otras personas y lamentarnos de que no podemos. Si no podemos tener una sala creativa, tengamos una caja creativa con la misma filosofía y llevémosla a las salas de reuniones. Y ahora que no podemos tener reuniones presenciales, llevémoslas a espacios virtuales como las pizarras colaborativas (tipo Mural o Miro).

 

Aparte de los materiales creativos, he podido experimentar con actividades y juegos de mesa que sirven para desarrollar la empatía, colaboraciones, relatos (storytelling), lenguaje visual y creatividad (pensamiento divergente en particular). Estas habilidades son los pilares necesarios para trabajar de manera óptima en procesos de innovación como design thinking, y es necesario activarlas de manera sistemática.

 

Con estas actividades lúdicas no solo incrementamos las posibilidades de innovar, sino que quienes participan se conocen mejor, se sienten mejor y se activan, por lo que son también más productivos y productivas; y si te encuentras obligado u obligada a trabajar en remoto, pues se buscan las alternativas correspondientes, aunque no sean idénticas. El planteamiento es «¿cómo podría…?» aplicado al proceso creativo.

 

La cerveza te puede hacer más creativo o creativa

 

Las técnicas creativas no bastan. Los procesos creativos no bastan. Lo he podido ver en vivo y en directo innumerables veces. Si metes a diez personas cualesquiera en una habitación y haces una tormenta de ideas, podría predecir el grado de originalidad que tendrán, en función de sus perfiles. Si todas se parecen, tienen la misma antigüedad, formación y tareas…, es probable que sus propuestas se circunscriban a un ámbito similar, y esto no se cambia en lo que dura una sesión de una hora, o un proceso de design thinking.

 

El cerebro genera nuevas ideas a base de combinar elementos. Si las piezas que tiene son similares, podrá encontrar menos combinaciones que si son numerosas y variadas. En otras palabras, cuantas más experiencias, datos, conocimientos y percepciones tengas, más combinaciones son posibles y, por tanto, más originales pueden ser tus ideas.

 

Por ejemplo, para no tener que ir muy lejos, y dentro de tu rutina habitual –para que no te lleve tiempo–, la próxima vez que salgas de cañas, a tomar algo o tengas una reunión familiar, prueba algo diferente. Que la primera cerveza sea de otra marca a la habitual, o el vino, el agua, los entrantes, el plato principal o el postre, da igual. «Alimenta» tu curiosidad. También pueden valer nuevas lecturas, músicas y caminos.

 

Si adquieres el hábito de probar cosas nuevas cada día o cada semana, estarás dándole a tus neuronas nueva información que procesar y un nuevo patrón para combinar. Como recomendación personal, ¡procura que estas cosas nuevas sean legales y no pongan en peligro tu integridad personal o la de otros!

 

La resiliencia necesita creatividad

 

Hace años que tengo claro que el mundo necesita mucha creatividad para resolver los problemas globales. Ahora, además, estamos en un momento difícil para muchísimas personas y toca reinventarse a toda velocidad, como individuos y como empresas.

 

En el último informe de Linkedin Learning 2021, la resiliencia se lleva el primer lugar de la habilidad más importante a desarrollar este año. En el texto citan a Gemma Leigh Roberts, que lo explica así: «Mejorar la resiliencia consiste en crear tu ventaja en el trabajo. […] No se trata solo de aprender a afrontar excepcionalmente bien los retos, sino también a aprender a prosperar y alcanzar su máximo potencial».

 

Dicho de otra manera, la resiliencia es nuestra capacidad para aguantar el temporal y reinventarnos. La creatividad es la habilidad básica para poder hacerlo y, el juego, el contexto más seguro para que pueda desarrollarse.

 

Cita recomendada

PINO, Begoña. «Creatividad: es momento de la ludorrevolución (#playfulrevolution)». COMeIN [en línea], junio 2021, no. 112. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n112.2145

 

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