Número 14 (agosto-septiembre de 2012)

Fama instantánea... sin matar a nadie

Ferran Lalueza

Un buen amigo, asesor de comunicación y formador de portavoces, suele decir a sus clientes: “Aparecer en los medios es muy fácil. Pero si quiere conseguirlo sin desnudarse ni matar a nadie, entonces hay que currárselo mucho”. Este septiembre, la rentrée informativa nos ha regalado un ejemplo de fama mediática instantánea que le da la razón.

Hace un par de semanas, pocos sabíamos que en la provincia de Toledo existe un municipio llamado Los Yébenes. En consecuencia, desconocíamos también que lo gobierna un alcalde del PP y, con mayor justificación incluso, lo ignorábamos absolutamente todo sobre los demás grupos políticos representados en el pleno consistorial. A día de hoy, en cambio, la figura (en todas sus acepciones) de la concejala socialista Olvido Hormigos apenas alberga secretos para nadie.

 

¿Por qué los medios de comunicación se han volcado con tanto entusiasmo a la hora de cubrir la peripecia del vídeo erótico de esta señora? Si Internet anda sobrado de algo, es de porno casero, tan poco estimulante desde el punto de vista cinematográfico como desde el punto de vista sexual. ¿Qué peculiaridades presenta la historia que nos ocupa para haber proporcionado a su protagonista tanta notoriedad?

 

Desde luego, en un caso así no podemos obviar la denominada erótica del poder, es decir, la especial atracción que experimentan los medios de comunicación por aquellas personas que ostentan algún poder, ni que sea una concejalía en las filas de la oposición de un municipio que no alcanza los 7.000 habitantes. Sin embargo, el único criterio de noticiabilidad que, a mi entender, justifica semejante revuelo es el criterio de excepcionalidad. A los medios les apasiona lo inusual y, en un país en el que los políticos se presentan ante el ciudadano de forma totalmente aséptica, cercenando con fino bisturí todo vínculo entre su vida privada y su vida pública, verlos gozando de un momento de absoluta intimidad –en este caso, sexual– constituye una auténtica rareza.

 

Con todo, la rareza que puso realmente en marcha el circo mediático no fue la difusión –a través de las redes sociales– de la performance onanista de la concejala. Al fin y al cabo, cuando la noticia saltó a los medios de comunicación el vídeo en cuestión ya llevaba un mes convertido en un secreto a voces en Los Yébenes y alrededores, donde quedaban pocas personas que aún no lo hubieran visionado. Fue otra la rareza que hizo que los medios se lanzaran en tromba a hincarle el diente a la historia; fue otra la rareza que provocó que el pleno del ayuntamiento del pequeño municipio toledano congregara a decenas de reporteros, cámaras y fotógrafos, e incluso a seis unidades móviles de televisión enviadas allí para ofrecer costosas conexiones en directo.

 

Esa rareza absoluta, el súmmum de la excentricidad, fue el amago de dimisión que llevó a cabo Olvido Hormigos. En nuestro entorno, los políticos no dimiten ni que les pillen con la mano en el smoking gun. De ahí lo excepcional que resulta que alguien anuncie su dimisión simplemente porque la han pillado con la mano en el... bueno, digamos que en una actitud pretendidamente smoking-hot.

 

Finalmente no se produjo la dimisión anunciada, así que la principal rareza se esfumó. Para entonces, no obstante, la maquinaria mediática ya estaba en marcha y no había nadie capaz de detenerla. A falta de excepcionalidad, la bestia también se alimenta vorazmente de sus propias contradicciones, que le permiten serializar las noticias y avivar las polémicas: ahora dimite, ahora no dimite; ahora las imágenes eran para obsequiar al marido, ahora eran para un amante; ahora se atribuye la difusión del vídeo a una maniobra política, ahora se atribuye a un amigo desleal; ahora se prodigan las muestras de apoyo y solidaridad, ahora llueven abucheos y reproches...

 

En paralelo, la protagonista de la historia se ha mostrado muy accesible a los periodistas, lo cual resulta totalmente legítimo puesto que, ya que los medios hablan de ella, no está de más que se conozca su versión de primera mano (dicho sea, esta vez, sin doble intención). Con su ubicuidad ante las cámaras, no obstante, la concejala también ha contribuido a perpetuar y maximizar una cobertura mediática que ni había buscado ni probablemente la beneficiará en nada.

 

Eso sí: ahora ella es famosa y nosotros seríamos capaces de ubicar, con precisión quirúrgica, el término municipal de Los Yébenes en un mapa mudo de la península Ibérica.

 

 

Cita recomendada

LALUEZA, Ferran. Fama instantánea... sin matar a nadie. COMeIN [en línea], agosto-septiembre 2012, núm. 14. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n14.1259

comunicación política;  medios sociales;  periodismo; 
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