Recientemente tuve la oportunidad de asistir, junto con mi colega Jordi Sánchez Navarro, al simposio Communities in the Digital Age, en la Christ Church University de Canterbury. De entre las distintas ponencias presentadas, me llamó especialmente la atención un estudio sobre comunidades de jóvenes que, a través de la herramienta de microblogging Tumblr, expresan visualmente su pasión nostálgica por una estética romántica y melancólica propia del siglo XIX y principios del XX.
El autor de la investigación, Gabriel Monteanu, defiende que a través de la misma se cuestionan determinadas asunciones que damos por seguras sobre los usos y los intereses inequívocos de los jóvenes en relación con las nuevas tecnologías.
En su ensayo de 2011 sobre esta misma cuestión, Monteanu considera que este fenómeno nos invita a reconsiderar nuestras ideas preconcebidas sobre la relación entra la juventud, la memoria, el presente y el pasado, sin obviar sus interesantes contradicciones: “La combinación de imaginería nostálgica, vintage (probablemente más evidente en la cálida paleta de colores y los escenarios oníricos y románticos creados a través de fotografías, animaciones, citas evocativas y breves videoclips) con [...] una de las plataformas de microblogging mejor articuladas y de mayor crecimiento, configuran un entorno muy idiosincrático". Y añde: "Se trata de casos aparentemente paradójicos en los que diarios online de jóvenes muestran una predilección nostálgica (estética, psicológica, cultural) hacia distintas formas de reconstrucción del pasado. ¿Cómo podemos explicar el deseo de estas personas por aspirar a un pasado inmaterial que ellos nunca han experimentado personalmente?”.
Este fenómeno es singular pero a la vez muy relevante en tanto que nos evidencia algo que de hecho ya sabemos pero a lo que no siempre prestamos debida atención: la tensión entre nuestra visión lineal del presente y la continua irrupción del pasado (o de una reimaginación del pasado) en la vida cotidiana y, por supuesto, en las formas estéticas del cine, la televisión, la moda, la literatura o la fotografía.
En este caso, además, nos encontramos un valor añadido de gran importancia: la autoexpresión afectiva, tanto cuando las imágenes son de los autores como cuando estos actúan como curadores de contenido. A través de la fotografía, pero también de la creación de un entorno personal en forma de diario en el que se incorpora texto, hipertexto, imagen, vídeo y sonido, se recrea un estado de ánimo y una visión del mundo que (y esto lo destaca también Monteanu) dialoga continuamente con el presente. Aunque muchas de esas fotografías parecen provenir de otro tiempo y de otro lugar, no pretenden ocultar su condición de objetos contemporáneos.
Tampoco existen en el vacío: no en vano, muchas de estas páginas ¡tienen decenas de miles de seguidores! Se trata posiblemente de un impulso de rehuir una estandarización teleológica del presente que nos llega a través de discursos hegemónicos que damos por ciertos sin suficiente espíritu crítico.
Estoy seguro de que encontraríamos tendencias similares en otras formas también abiertas a la autoproducción como es el caso de la literatura. Yo no he podido dejar de conectar estas imágenes con un mundo que conozco mejor, el de la música. Es evidente que la música avanza simultáneamente mirando al futuro y al pasado, y más en nuestros tiempos. Una conocida anécdota la relataba recientemente Rick Wakeman, el que fuera teclista de la banda de rock sinfónico Yes, en una entrevista para Classic Rock Magazine: "Hace unos pocos años, al salir de un hotel de Buenos Aires, se me acercó un chico de dieciséis años y me pidió firmar una copia de un álbum mío de 1973. Mientras le firmaba no pude dejar de preguntarle: '¿Qué le gusta a un chico de tu edad de esta música tan antigua?'. Me miró algo ofendido y me dijo: 'Puede que sea vieja para usted, señor Wakeman, pero yo la oí por primera vez la semana pasada. Cuando oigo algo por primera vez, es nuevo'. Nunca me he olvidado de eso".
Llevando este razonamiento algo más lejos, encontramos a muchos grupos jóvenes que optan por recuperar formas, instrumentos e incluso espacios que les permitan recrear sonidos del rock del pasado con naturalidad y con eclecticismo, sin pretender mostrarse como puristas: desde Black Mountain hasta Wolf People, pasando por Grizzly Bear, White Denim, The Coral, Tame Impala, Django Django, Alt-J, Fleet Foxes, Musée Mecánique, Bombay Bicycle Club, The Low Anthem o los famosísimos Mumford & Sons. Y aun más allá, propuestas que viajan más atrás en el tiempo en busca de una forma de nostalgia no muy distinta a la que expresan muchas de esas fotografías en Tumblr, sumergiéndose directamente en formas folk o pop de melancolía incurable, caso de los norteamericanos Midlake o Dark Dark Dark.
Son el perfecto complemento sonoro para estas formas de expresión de melancolía digital, que nos muestran la infinidad de motivaciones e interconexiones revelada por una atenta observación de los que sucede a nuestro alrededor.
Para saber más:
Monteanu, D. G. (2011). "Young nostalgics. Why, where, and how to analyze postmodern constructions of ‘pastness’ in contemporary youth blogs". Graduate Journal of Social Sciences, Vol. 8(3), December 2011, pp. 93-113, EBSCO Publishing.
http://www.classicrockmagazine.com/news/rick-wakemans-new-lesson-on-old-music/
http://nostalgicgoon.tumblr.com/
http://misswallflower.tumblr.com/
Y como banda sonora:
Dark Dark Dark – Wild go (2010)
Dark Dark Dark – Who needs who (2012)
Midlake – The courage of others (2010)
Grizzly Bear – Shields (2012)
Spiro – Kaleidophonica (2013)
Musée Mechanique – Hold this ghost (2008)
Cita recomendada
ROIG, Antoni. Nostalgia de tiempos que nunca vivimos. COMeIN [en línea], junio 2013, núm. 23. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n23.1348