“El diálogo real no es hablar con gente que piensa lo mismo que tú. Las redes sociales no enseñan a dialogar porque es tan fácil evitar la controversia… Mucha gente las usa no para unir, no para ampliar sus horizontes, sino al contrario, para encerrarse en lo que llamo zonas de confort, donde el único sonido que oyen es el eco de su voz, donde lo único que ven son los reflejos de su propia cara”, declaraba el sociólogo Zygmunt Bauman a comienzos de este año profundizando sobre las nuevas dinámicas de relaciones digitales.
Soy de los que cree que la experiencia acuñada de “navegar” por Internet en la búsqueda gozosa de conocimiento y relación debería ser rescatada como pauta ante tanta maraña cotidiana de social media. Como decía otro gran sociólogo, Joaquín García Roca (
2003), el arte de navegar “permite superar el determinismo y la impotencia que preside un cierto clima cultural, mantenerse en pie a costa del oleaje, engañar a las olas para avanzar hacia donde se quiere, plantar cara al aire encrespado. La invención y la creatividad triunfan sobre la necesidad en un viaje donde la perplejidad de las metas obligaba a nadar contracorriente” (pp. 167-192).
En la era de la hiperconectividad, de desequilibrios de comportamiento, de tecnodependencia emocional, incluso también de tecnoestrés, urge un acercamiento al mundo Internet que reflexione y ayude a dar pistas sobre cómo los nuevos tiempos necesitan de referentes resultantes de la innovación y preocupación en la dotación de nuevas dinámicas, que inviten a acercarnos al nuevo escenario de la comunicación móvil y digital. “Si no existe alfabetización mediática, estamos desprovistos de competencias para saber vivir, convivir y generar diálogos productivos en la Red. Es importante crear ciudadanos multialfabetizados en todas las dimensiones competenciales”, afirman con claridad los autores de
Comunicación Digital: un modelo basado en el factor r-elacional, de Editorial UOC.
Resultado de pasión y fusión educomunicativas, los profesores de la Universidad de Zaragoza Carmen Marta-Lazo y José Antonio Gabelas comparten metodologías en el aprendizaje digital subrayando lo que llaman el Factor R-elacional, es decir, “una experimentación que envuelve al sujeto docente y discente en un contexto relacional, donde las habilidades cognitivas, sociales y emocionales provocan un conocimiento en el que el individuo conectado es inteligencia colectiva”, apuntan. El Factor R-elacional conduce a una mirada diferente de las denominadas TIC, para realizar inmersión en el laboratorio de las TRIC: Tecnologías de la Relación, Información y Comunicación.
Como todo manual requiere,
Comunicación Digital: un modelo basado en el factor r-elacional es un volumen para el aquí y ahora, pero es también una labor prospectiva dotada de visión e intuición, esas tan necesarias en el ejercicio de la innovación, cada día rodeada entre nuevos y atractivos paradigmas. Los seis capítulos del libro revelan otras seis nuevas líneas de trabajo: principios, fundamentos, cultura de la participación, aprendizajes, mediaciones e inteRmetodología. “La Red se ha convertido en el macrosistema preponderante, pero ha pasado de ser un entorno de referencia a un contexto de pertenencia”, destacan Gabelas y Marta-Lazo en su análisis de la Red como biorritmo social en la cultura postmoderna.
Seguimos viviendo en una era postmoderna, de acuerdo, apuntalada por la imagen donde nuestra juventud —los estudiantes de comunicación y de educación de grado y postgrado a los que va dirigida la publicación— necesitan de mochila, brújula y mapa en su cada vez más compleja y cambiante conectividad sociocultural.
Comunicación Digital: un modelo basado en el factor r-elacional destaca muchos de los cambios acontecidos y apunta otros que ya son referencias. Quizá una de sus numerosas virtudes sea la de dinamizar escenarios
online y
offline siempre comunitarios, reactivadores del protagonismo y las potencialidades de sujetos bisagra en comunicación.
Asimismo, las reflexiones se expanden con las voces de varios expertos, Sara Osuna en el prólogo, Carlos Alberto Scolari, Roberto Aparici, Agustín García Matilla, Joan Ferrés, Ignacio Aguaded y Jorge Cortés en su epílogo. “Busquemos afinidades en nuestras conexiones sociales”, invitan los autores cara al intercambio. Porque, a fin de cuentas, si lo miramos bien, el concepto de acción comunicativa que formulaba Jünger Habermas apenas ha cambiado: la interacción de a lo menos dos sujetos capaces de lenguaje y de acción que entablan una relación interpersonal. ¿O sigue siendo esta la asignatura pendiente? El modelo está servido para nuevas y necesarias prácticas educomunicativas que nos alejen de la polución de informaciones y de nuevas zonas de confort que alienen a futuros ciudadanos y ciudadanas. Necesitamos a todos para el cambio. Porque otra utopía también es posible.
Cita recomendada
GURPEGUI VIDAL, Carlos. Laboratorio digital y relacional. COMeIN [en línea], diciembre 2016, núm. 61. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n61.1679