En la actualidad, raro es el medio de comunicación que no cuenta con una sección dedicada a la comida: recetas, críticas gastronómicas, entrevistas a celebrities del mundo foodie, curiosidades y últimas tendencias... Escribir sobre la comida no es algo nuevo y se remonta, probablemente, al inicio de la escritura, o incluso antes, ya que los primeros garabatos de los hombres prehistóricos eran dibujos de bisontes y otros “platos” de la época.
Historiadores griegos y romanos escribieron sobre sus propios hábitos alimentarios o los de poblaciones vecinas; por ejemplo, compilaron recetas o promocionaron ciertos tipos de dietas. Además de historiadores y filósofos, poetas y escritores de ficción también han escrito sobre la comida a lo largo de la historia. Ejemplos clásicos son las descripciones de los almuerzos de Ulises en la La Odisea de Homero, los banquetes romanos en El Satiricón de Petronio o la célebre madeleine de Proust.
Pero para hablar de “periodismo gastronómico” tal y como lo entendemos en la actualidad quizá debamos dirigirnos a la Francia del siglo XIX, que es justamente cuando surge el término “gastronomía”, utilizado por primera vez por Joseph Berchoux en el libro Gastronomie, un poema en cuatro cantos sobre la historia de la alimentación y el placer de la comida. Este emergente interés por las artes culinarias se tiene que entender en el contexto de efervescencia cultural y bonanza económica que vivía Francia en el siglo XIX, época en la que las conversaciones sobre el gusto, la etiqueta y los placeres del buen comer ocupaban un destacado lugar en los salones de la bourgeosie.
El desarrollo de la prensa y la emergencia de una clase media ávida de novedades acercarían la gastronomía al gran público. El Almanach des Gourmands, o almanaque de los golosos, es posiblemente la primera revista gastronómica de la que se tiene noticia. Publicada entre los años 1802 y 1823 por Alexandre Grimod de la Reyniere, incluía recetas de cocina, críticas de restaurantes, clasificaciones de tiendas de comida o tipos de alimentos, además de escritos que tenían como finalidad “educar” al público sobre lo que entonces se consideraba mejor o más elegante.
Hagamos ahora un salto al presente. Tecnochefs, gastroblogueros, restaurantes pop-up, propuestas culinarias que se exhiben en reality shows, sitios web y vídeos en línea. Parece lejano el tiempo en que la información gastronómica se limitaba al pequeño universo de las revistas especializadas. Hoy el buen comer está de moda, está en los medios y está, sobre todo, en la red. En un contexto en el que la saturación de información es la norma, expertos del sector comienzan a alertar del exceso de contenidos gastronómicos y la dificultad de establecer criterios de calidad informativa.
¿Qué podemos aprender del pasado? Por lo menos, a mirar nuestra actualidad con algo más de perspectiva. ¿Tiene sentido hablar de periodismo gastronómico? ¿O lo que se cuece, como señalan algunos expertos, es en realidad una sofisticación fashionista, y en muchos casos interesada, de una experiencia tan humana, universal y cotidiana como es el acto de comer?
Pienso que hay razones de sobra para escribir acerca de la comida, para difundir información que nos ayude a comprender en profundidad nuestros hábitos alimentarios, nuestras experiencias, nuestros gustos o las relaciones que se establecen alrededor de una mesa. El food writing está de moda y vale la pena saborearlo pero, igual que ocurre en la cocina, el secreto del buen periodismo gastronómico reside en la autenticidad de sus ingredientes.
Para saber más:
Posgrado en Comunicación alimentaria
Cita recomendada
CREUS, Amalia. Periodismo gastronómico y otras 'delicatessen'. COMeIN [en línea], abril 2016, núm. 54. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n54.1628
Profesora de Comunicación de la UOC
@amaliacreus