La oratoria es una competencia transversal, básica, presente en todas las esferas de nuestra vida: en el ámbito personal y, también, en el profesional. Todas nuestras comunicaciones, consciente o inconscientemente, responden a un objetivo. Conseguir que nuestro discurso genere el efecto deseado en quienes nos escuchan dependerá, en buena medida, de nuestra capacidad de expresarnos elocuentemente. En el ámbito profesional, conseguir un puesto de trabajo, negociar un contrato, defender a un acusado en un juicio u optar a un cargo público son tan solo algunos ejemplos de procesos cuyo resultado dependerá, en gran medida, de nuestras habilidades de comunicación. ¡Primer porqué!
Pero, ¿contemplan correlativamente los planes formativos el aprendizaje y práctica de la oratoria y las habilidades de comunicación? Los datos presentados recientemente por el profesor Joan Miquel Verd Pericàs en el seminario "
Conectar el puesto de trabajo y el aprendizaje en la educación superior" —organizado por el
proyecto europeo Skill Up de la UOC— son
taxativos: las habilidades de comunicación son el único punto débil compartido por las doce disciplinas objeto de estudio. En consecuencia, cualquier oportunidad debe ser buena para aprender y, sobre todo, practicar esta habilidad. Una liga de debate también. ¡He aquí el segundo porqué!
Una pregunta: ¿es necesario que el poder público controle los medios de comunicación? Múltiples retos y respuestas por delante. Configurar el mejor equipo de estudiantes para representar a la UOC en la competición. Un intenso período de preparación para defender, con el arte de la palabra, la posición a favor o en contra según sorteo previo en cada uno de los debates. Tres días intensos repletos de ilusión, aprendizaje, compañerismo, liderazgo, superación y... ¿lo mejor de todo? La experiencia compartida con los integrantes del equipo (Anna Cepeda —estudiante del Grado de Comunicación—, y Carolina Rodríguez, David González y Maiol Sanaüja —estudiantes del Grado de Derecho—) y tres porqués más para reivindicar la práctica del debate como una actividad esencial desde el punto de vista académico, profesional y personal.
Porque participar en una liga de debate te impulsa a tomar consciencia del trabajo previo que requiere una brillante exposición. ¡Tercer porqué! Es el billete de ida y vuelta a un viaje a la antigüedad. Un viaje para constatar que en el mundo digital la esencia de la retórica clásica, la de Sócrates y Cicerón, sigue vigente, veinticinco siglos después. Tomar consciencia que exponer, argumentar y contraargumentar sólida y brillantemente requiere un exhaustivo trabajo previo de investigación. Y es que, como recordaba Dale Carnagie en su obra Cómo hablar bien en público, citando a Lloyd George: «El camino más seguro para llegar a la inspiración es la preparación» (Carnagie, 2008).
Preparar un debate requiere recopilar argumentos, ¡cuántos más, mejor! Clasificar y ordenar la información para construir un discurso sólido y atractivo. Un discurso que consiga captar la atención del público, ganarnos su confianza y convencerle de que nuestra proposición es “su” proposición. Solo sabiendo mucho más de cuanto podemos emplear generaremos la confianza necesaria en nosotros mismos; y esta confianza, junto al entusiasmo que transmitamos, será, según Carnagie, esencial para alcanzar el éxito. Como también lo serán los tres elementos clave para
comunicar de manera eficaz que el profesor Lluís Pastor identifica y desarrolla en su última obra,
El jefe habla (Locuta Rex): la claridad, la atracción y la persuasión (Pastor, 2016). El esqueleto de argumentos comienza a cobrar vida y, mediante el empleo de numerosas técnicas, nos preparamos para verbalizar nuestras ideas —clara, atractiva y persuasivamente— e influenciar, convencer a los demás.
En cuarto lugar, participar en una liga de debate resulta estimulante porque te invita a abordar de manera exhaustiva un tema, habitualmente de interés general. Más allá de los conocimientos concretos, sumergirse en el cenote del tema objeto del debate es una experiencia que implica altas dosis de estrategia y, también, de creatividad. Implica nadar y nadar para, luego, escoger estratégicamente los recodos por los que bucear. Implica también salir a la superficie, tomar aire, y dejar fluir la creatividad en un ejercicio de lluvia de argumentos y contraargumentos. Recordemos: ¡cuantos más, mejor! Prever posibles réplicas, en un debate, es esencial. Cuestionarlo y recuestionarlo todo. La mejor idea, el mejor argumento, el más original, el que será capaz de dejar al equipo contrario fuera de juego, puede ser fruto de esta explosión de creatividad.
Y, por último, el quinto porqué. El más humano. El porqué de la experiencia compartida, del trabajo en equipo, del liderazgo, de la superación. Participar en una liga de debate implica conocer a personas con una pasión común: el compromiso con el encanto mágico del arte de la palabra, con una emoción de esas que jamás se olvidan, tan bien descrita por Carnagie. Como en cualquier competición, se gana o se pierde; pero es, sin duda, en la derrota, en los momentos de desacuerdo con una decisión, cuando aflora la esencia más personal. Cuando un mensaje de WhatsApp es capaz de animar a un equipo; cuando los roles se ponen a disposición del objetivo común; cuando las horas pasan pero el reloj se detiene para seguir mejorando y mejorando un discurso, una presentación. Y al final siempre llega el triunfo. Quizás distinto al objetivo inicial, pero no por ello menos gratificante, más bien todo lo contrario. El triunfo fruto del aprendizaje compartido, la mejora y la superación ¡siempre sabe mejor!
¿Te he convencido? Si te has quedado con ganas de más, puedes leer la
entrevista en la que los integrantes del equipo de la UOC que competimos en la Liga de Debate Universitaria de la Xarxa Vives valoramos la experiencia. En la decisión de participar en una liga de debate intervienen muchos factores: la motivación, la disponibilidad o, quizás, incluso, conocer su propia existencia. Pero más allá de la competición, cultivar, de un modo u otro, el arte de la oratoria multiplicará exponencialmente tu influencia y, hoy más que nunca, tu éxito académico y profesional.
Para saber más:
Cicerón, M.T. (2013). El orador. Madrid: Alianza editorial.
Carnagie, D. (2008). Cómo hablar bien en público. Barcelona: Elipse.
Pastor, L. (2016). El jefe habla (Locuta Rex): coaching de comunicación para directivos. Barcelona: UOC.
Cita recomendada
VILAJOANA ALEJANDRE, Sandra. El poder de la oratoria: razones para el debate. COMeIN [en línea], julio 2017, núm. 68. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n68.1747