Decía en aquella columna que, en el momento en que escribía esas líneas, diversas comunidades de aficionados discutían el alcance de la ruptura de las relaciones comerciales entre
Disney y
Netflix, y la voluntad de la primera de crear su propia plataforma de distribución de
contenidos en streaming. Como es lógico, ni se conocía en aquel momento ni se conoce ahora el alcance exacto de la decisión de Disney, por lo que no tiene demasiado sentido especular sobre sus consecuencias inmediatas. Pero sí que vale la pena, como dije en aquel momento, poner la noticia en relación con otras dos que fueron objeto de debate al mismo tiempo. La primera es el anuncio de la adquisición por parte de Netflix de
Millarworld, la compañía de creación de contenidos en
cómic del guionista británico Mark Millar. La segunda es la nota que Thom Pratt publicó en la web
The Kingdom Insider el pasado 4 de agosto con el explícito título “Will Disney Stop Publishing Marvel Comic Books?”, en la que se especulaba con la posibilidad de que Disney decidiera abandonar la publicación de cómics
Marvel, dado que en términos de negocio sus ventas representan una minucia para un gigante mediático como Disney y que ya ni siquiera tienen relevancia como apoyo para el
marketing de las
películas del
Marvel Cinematic Universe (MCU).
Son tres historias interesantes que, de momento, solo generan dudas. Veámoslas: Disney ha creado a lo largo de su historia no uno sino varios canales de televisión, pero está por demostrar si será capaz de consolidar todo un servicio de streaming bajo demanda con sus productos. Y si la respuesta es afirmativa —como es probable que sea— está por ver si el público podrá soportar la multiplicación de gasto que representa esa nueva fragmentación de la oferta de contenidos de entretenimiento. Por otro lado, los que conocen tanto la producción propia de Netflix como los cómics de Mark Millar podrían preguntarse si la operadora de video on demand será capaz de producir la versión audiovisual de cómics como Starlight o Chrononauts, cuya imaginería parece más propia del cine de gran presupuesto que de las adaptaciones que Netflix ha hecho hasta ahora de los cómics Marvel. Por último, cabe preguntarse hasta qué punto puede Disney hacer evolucionar el MCU sin contar con el departamento de i+d y el refuerzo de marca que son los cómics de distribución mensual.
Porque de lo que estamos hablando aquí es, en realidad, de la validez del cómic como laboratorio de ideas para el audiovisual. Puede que el cómic de consumo no esté en su mejor momento industrial, pero no cabe duda de que la etiqueta “basado en el cómic…” goza de prestigio y va a seguir haciéndolo. En este sentido, que Disney desmantele la división de producción de cómics entra en el campo de las decisiones empresariales posibles, porque la perspectiva de que Marvel Studios haya extraído ya todo lo que necesitaba de Marvel Comics no es descabellada, pero eso no significa que los comic books Marvel tengan que extinguirse —de hecho, existen cómics con los personajes clásicos de Disney cuya producción está licenciada a otras empresas— ni que el cómic haya dejado de ser un medio de expresión privilegiado para la imaginación y para la innovación en el arte de contar historias, como demuestra el hecho de que Netflix se acerque a Mark Millar —no olvidemos que Millarworld no es una editorial ni un estudio permanente de creadores, sino más bien una factoría de ideas y, por tanto, de potenciales franquicias—.
Los tiempos en los que adaptar un cómic muy conocido era todo un acontecimiento han pasado definitivamente a la historia. No volveremos a vivir las sensaciones que provocó la fiebre del Batman de Tim Burton en 1989, ni siquiera las que produjo el estreno de Los Vengadores de Joss Whedon en 2012 —solo han transcurrido cinco años, pero en medio ha pasado también el tsunami conocido como Fase 2 del MCU—, pero solo hace falta acercarse un poco al mercado del cómic para comprobar que existen miles de universos por explorar, que la historieta sigue más viva que nunca como medio de expresión, como vivero de creatividad y como fábrica de historias de todos los géneros.
(Adaptado de la columna de opinión Sense of Wonder, publicada en la revista SFX, número 4).
Cita recomendada
SÁNCHEZ-NAVARRO, Jordi. El cómic como vivero de ideas. COMeIN [en línea], septiembre 2017, núm. 69. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n69.1756