El 9 de octubre de 1238 el rey Jaime I entró en Valencia tras la capitulación de los musulmanes que ocupaban la ciudad. Este hecho histórico ha sido el motivo de la celebración desde entonces de la efeméride que, con el tiempo, ha ido adaptándose para evolucionar de ser una celebración eminentemente local a convertirse en Día o Diada de la Comunitat Valenciana.
Durante todo este tiempo, la conmemoración, organizada por la ciudad de Valencia, se fue adaptando al signo de los tiempos, a la forma de Estado o de Gobierno, abandonado su contenido religioso para convertirse en una celebración doble: una municipal, la Procesión Cívica, que ha llegado hasta nuestros días con un formato muy semejante al diseñado a principios del siglo XX y otra autonómica, como es el acto institucional organizado por Presidència de la Generalitat.
Lo más destacable de los inicios del siglo XX, a efectos de este artículo, es el auge de los grupos de acción política y cultural valencianista, evolución motivada por la crisis estructural española (de la que es muestra el desastre del 98) y por un cierto mimetismo con Catalunya. El 9 de octubre de 1915 encontramos ya una celebración moderna que anticipa la celebración actual con un homenaje de
Lo Rat Penat (asociación cultura valencianista) al monarca, el
Te Deum en la catedral metropolitana, el adorno de la estatua del rey Jaime I, erigida por suscripción popular en los jardines del Parterre en 1876, y finalmente una manifestación convocada por Joventut Valencianista. La proclamación en septiembre de 1923 de
la Dictadura de Primo de Rivera cortó de raíz este movimiento ascendente, volviendo a hacer hincapié en los elementos más folklóricos y menos comprometidos. El advenimiento de la Segunda República en 1931 abrió nuevas perspectivas y esperanzas: la creación del
Centre d’Actuació Valencianista, la pujanza de
Acció Cultural Valenciana, la petición general de autonomía, etc. fueron hechos que confluyeron en un movimiento de afirmación regional que también afectó a los actos del
Nou d’Octubre, institucionalizándose el homenaje floral a la estatua del rey en el Parterre. En 1935 se propuso que la festividad se convirtiera en
Diada Nacional de todos los valencianos, lo cual se vio interrumpido por la Guerra Civil.
La sublevación militar de 1936 complicó la celebración. En 1937, en plena Guerra Civil, la conmemoración del séptimo centenario de la conquista se limitó a actos conmemorativos en el Teatro Principal y otras salas y un ciclo de conferencias en el Ateneo Popular. Instaladas las nuevas autoridades franquistas, los sectores más conservadores del valencianismo (Lo Rat Penat y el Centre de Cultura Valenciana) organizaron una procesión cívica en la mañana del día 9, donde la bandera (fue el Penó de la Conquesta y no la tradicional bandera tricolor símbolo de la ciudad) fue escoltada por una escuadra de la Falange y un piquete del ejército para rendir honores militares a la senyera. Durante el franquismo la celebración se caracterizó por su sesgo católico y sentimentalista.
Evolución hacia una celebración doble: municipal y autonómica
En 1976, muerto el dictador, los grupos que integraban la Taula de Forces Polítiques i Sindicals del Pais Valencià convocaron para el 9 de octubre una jornada de afirmación autonómica, realizándose un gran mitin en la plaza de toros, bajo el nombre de Diada nacional del Pais Valencià, recuperando, en parte, el significado de la fiesta original tras la larga dictadura franquista. En 1977, la conmemoración vuelve a la normalidad con una procesión cívica, un homenaje floral al rey Jaime I y un Te Deum en la catedral. A partir de ese momento la fiesta, ya declarada como Diada de todos los valencianos, fue descentralizándose progresivamente, iniciándose una celebración en la que los diferentes ayuntamientos programaban actos festivos de todo tipo.
Fue a partir de 1979, con el gobierno pre-autonómico, cuando comenzó a conmemorarse el 9 d’octubre con una celebración doble: una municipal, con el formato iniciado en 1977 (heredero de la de 1915), y una autonómica en el Palau de la Generalitat, como veremos posteriormente. Esta celebración de toda la Comunitat Valenciana se mantuvo con el triunfo del PSPV en las elecciones autonómicas de 1982 (que gobernó hasta 1995). La elección de Joan Lerma (PSPV) como President de la Generalitat, modificó el lugar donde se celebraba la festividad, realizándose durante algunos años de forma itinerante, aunque siempre bajo el mismo formato: un acto de significación autonómica que giraba en torno a una entrega de premios, donde el Molt Honorable President de la Generalitat pronunciaba uno de los discursos más importantes del año, precedido por un discurso de uno de los galardonados en nombre de todos los premiados. Parece lógico haber hecho itinerante una conmemoración que se celebraba en la ciudad de Valencia desde 1338 y mucho más recientemente en otros municipios de la Comunidad Valenciana, pero era masivamente desconocida en el resto del territorio debido a su novedad como Diada, el carácter reciente de la autonomía y la necesidad de cohesionar el territorio.
Tras unos primeros años de itinerancia, la celebración acabó celebrándose en el
Palau de la Generalitat, sede de la Presidència de la Generalitat y, en particular, en el Saló de Corts (o Sala Nova), en cuyas paredes se encuentran los cuadros murales representando a los diputados de las antiguas Cortes forales, divididas en tres estamentos: “brazo militar y noble”, “brazo eclesiástico” y “brazo popular”, constituido por representantes de las ciudades y pueblos del antiguo Reino de Valencia. Presidiendo el salón los seis representantes (dos por cada estamento) de la Diputación de la General, germen de la futura Generalitat.
La simbología del lugar donde realizar la conmemoración es destacable. En estos años de gobiernos socialistas, la celebración, itinerante o no, mantuvo el mismo formato en la presidencia del acto: President y Consell (Consejo de Gobierno de la Comunidad Autónoma) y Mesa de les Corts Valencianes, todos sentados y sin mesa presidencial. En el acto, el Molt Honorable President de la Generalitat entregaba todos los galardones, el secretario o secretaria del Consell conducía el acto y finalizaba con la interpretación del
Himno de la Comunitat Valenciana, situándose únicamente en la presidencia los representantes de las instituciones que la habían presidido. Finalmente, el acto incorporaba una recepción ofrecida por el President iniciándose dos horas después del fin del acto institucional, lo que permitía la asistencia de quien así lo decidiera a la Procesión Cívica organizada por el Ayuntamiento de la ciudad de Valencia.
En 1995, el PP obtuvo la mayoría en les Corts (con el apoyo de Unió Valenciana en las primeras legislaturas) comenzando un largo periodo de presidencias populares hasta 2015. Durante la presidencia de Zaplana (1995-2002) la celebración autonómica no modificó su estructura; tampoco en la breve presidencia de Olivas (julio de 2002 a junio de 2003) pese a que la única celebración durante este periodo tuvo lugar en el Monasterio de San Miguel de los Reyes, debido a las obras de restauración que se estaban realizando en el Palau de la Generalitat. Durante la presidencia de Camps (2003-2011), el acto mantuvo inicialmente su estructura original, pero, en 2006 sufrió un cambio destacable que se mantendría casi hasta la actualidad. En aquel año, el President de la Generalitat modificó la presidencia del acto, eliminando a la Mesa de les Corts y al Consell de la tarima y quedando únicamente él en la presidencia del acto, donde hacía entrega de todos los premios y manteniendo que el acto fuera conducido igualmente por el secretario o secretaria del Consell. Al finalizar los discursos, el escenario quedaba vacío para la interpretación del himno de la Comunidad, únicamente ocupado por las banderas de España y la Comunitat Valenciana y el atril desde el que se había conducido el acto y efectuado las intervenciones, lo cual no tenía mucho sentido. El cambio de la presidencia del acto creo que fue consecuencia de la imputación del President, intentando con la nueva configuración resaltar su figura como máximo representante del conjunto de instituciones autonómicas (Generalitat) y presidente del Consejo de Gobierno (Consell) de la Comunidad Autónoma Valenciana. En mi opinión la soledad del President era más un factor negativo que positivo, dando la impresión de la falta de apoyos entre sus propios correligionarios, que presidían las máximas instituciones autonómicas (Consell y Corts Valencianes). Desde mi punto de vista fue un error de comunicación, utilizando de forma errónea el ceremonial del acto. Esta modificación destacable se mantuvo con el siguiente President de la Generalitat (Fabra, 2011-2015) aunque habían desaparecido las eventuales razones de la modificación que había realizado Camps.
Con el cambio de signo político en las elecciones de 2015 (Puig, PSPV) el acto mantuvo su configuración, únicamente incorporando al escenario a todos los galardonados en el acto para la interpretación del himno de la Comunitat Valenciana. Esta modificación y el protagonismo de la secretaria y Vicepresidenta del Consell, y líder de Compromís (Oltra), que pronuncia un discurso introductorio, son los cambios más relevantes en el acto.
En la última celebración (2018) y con la asistencia del Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el acto cambió de nuevo su configuración volviendo a su estructura inicial: presidencia del acto ocupada por el Consell y la Mesa de les Corts Valencianes, presidiendo el acto el Presidente del Gobierno, acompañado a su derecha y en ordenación lineal por el Presidente de la Generalitat y el Consell y, a su izquierda, la Mesa de les Corts. El acto fue conducido igualmente por la secretaria del Consell, manteniendo su discurso inicial, (precedidas por uno de los galardonados en nombre de todos los premiados) y los galardones fueron entregados por Sánchez y Puig, que finalizaron el acto con sus intervenciones, siendo la última la del Presidente del Gobierno de España. A continuación se interpretó el himno de la Comunitat Valenciana, ocupando el escenario quienes lo habían presidido y todos los galardonados.
A partir de 1983 y hasta ahora, la Procesión Cívica ha mantenido su estructura original incluyendo un Te Deum en la catedral metropolitana. No obstante, durante los años de gobierno autonómico “popular” (1995-2015) el recorrido de la Procesión Cívica se modificó, “visitando” instituciones autonómicas (como el Palau de la Generalitat y el Palau dels Borja, sede de las Corts Valencianes), reflejándose la sintonía del gobierno municipal con el autonómico y la institución parlamentaria. Finalmente, desde 2015 y hasta ahora, también ha habido cambios en el recorrido al no incluirse el Te Deum en la catedral metropolitana por decisión del gobierno municipal.
La trayectoria histórica de la conmemoración del 9 de octubre refleja perfectamente la evolución de las diferentes instituciones y de sus festividades lo que coincide con la utilización del protocolo como una herramienta de comunicación y de utilidad imprescindible en las instituciones públicas. Hemos podido apreciar los cambios en la Procesión Cívica, organizada por el Ayuntamiento de Valencia desde 1338, manteniendo su vigencia hasta la actualidad, pero también como la más reciente celebración autonómica ha servido para diferentes finalidades, entre las que cabe destacar la generalización del sentimiento autonómico y la cohesión del territorio.
Para saber más:
Palao Gil, F. J. (2013). “El 9 d’Octubre, fiesta de todos los valencianos. Reflexiones históricas en torno a una fecha y una celebración”. Revista Valenciana d’Estudis Autonòmics, vol. II, núm. 58. Dirección General de Desarrollo Estatutario y Promoción del Autogobierno. Conselleria de Gobernación y Justicia. Generalitat Valenciana.
Cita recomendada: FIGUEROA, Justo. 9 d'octubre, una festividad que se ha ido adaptando a los tiempos.
COMeIN [en línea], mayo 2019, no. 88. ISSN: 1696-3296. DOI:
https://doi.org/10.7238/c.n88.1932.