Sé que hace tiempo te ronda por la cabeza, pero no te atrevías a preguntar. Parecía que al estar la palabra en boca de todos, convertida en moda, deberías saberlo; de hecho, ¡hasta pensabas que yo lo sé! Pero la cruda realidad es otra: nadie parece saber a ciencia cierta…. qué es transmedia. Tenemos que hablar.
El pasado 18 de marzo, se publicaban los resultados de un estudio llevado a cabo por no una ni dos, sino tres universidades francesas, revelando un hecho supuestamente sorprendente: los jóvenes, acostumbrados a escribir mensajes de texto a través de herramientas sociales como WhatsApp (tiempo atrás el peligro eran los SMS), parece ser que no tienden necesariamente a escribir mal en registros formales. Para mí la relevancia otorgada a estos resultados refleja un problema más amplio: nuestra dificultad para evaluar nuevas prácticas sociales en sus propios términos.
El pasado domingo día 23 de febrero se emitió en La Sexta el falso documental Operación Palace, dirigido por el periodista Jordi Évole, que proponía que el golpe de estado que tuvo lugar el 23 de febrero de 1981 en el Congreso fue un montaje. Se presenta como una trama organizada por los políticos que tiene por objetivo garantizar la estabilidad de la reciente y débil democracia y legitimar el papel del Rey como jefe del Estado.
Tenía todo a punto para dedicar mi COMeIN a las micronarrativas como género emergente, sobre todo en las redes sociales. Pero he aquí que, de forma inesperada, me veo escribiendo una curiosa experiencia personal sobre Twitter, los memes y la Familia Real.
El pasado 9 de septiembre, durante el evento especial de Apple en Cupertino, California, para presentar el iPhone 6, asistimos a un momento inesperado y de consecuencias también inesperadas. Sobre el escenario, Tim Cook (CEO de Apple) y Bono (‘CEO’ de la legendaria banda de rock U2, que ofreció una breve actuación), iniciaron un diálogo distendido durante el cual el cantante invitó a Cook a enviar su nuevos disco, Songs of Innocence, en aquel mismo momento, automáticamente y de forma gratuita a los centenares de millones de usuarios de iTunes. Y así se hizo. Un momento histórico que parecía destinado a cambiar el rumbo de la industria musical. Pero quizás no como esperaban.
En estas últimas semanas han sido diversos los anuncios relativos a la revitalización de franquicias clave de la cultura popular contemporánea. Así, Crepúsculo, Harry Potter, Breaking Bad, Star Wars, Twin Peaks e incluso Mad Max han sido objeto de noticias o adelantos sobre su inminente futuro, para deleite de sus seguidores. En los casos de más larga trayetoria, algunos de sus fans se han dedicado desde hace tiempo a la creación de sus propias historias y en la actualidad se llega incluso hablar de la batalla por el control de los “universos expandidos”. Y yo no puedo dejar de hacerme una pregunta: ¿de verdad queremos “saberlo todo”?
Crowdsourcing es un término que durante los últimos años se ha popularizado para hacer referencia, de manera bastante ambigua, a formas de colaboración entre dos tipos de agentes: por un lado, los que proponen una idea o plantean un problema; por el otro, público -potencialmente numeroso- atraído y dispuesto a invertir tiempo, talento y dinero en el reto. En el ámbito cultural, el crowdsourcing ha inspirado proyectos atractivos e innovadores con algunos casos de éxito, pero también frustraciones y fracasos. A raíz de mi colaboración en una semana temática sobre crowdsourcing, trataré de apuntar algunas reflexiones sobre los retos que supone perdernos entre la multitud.
Los próximos días 26 y 27 de junio, en el Disseny Hub de Barcelona, tiene lugar la primera edición doméstica del Learn Do Share, una iniciativa nacida en los EE. UU. de la mano de Lance Weiler y actualmente presente en más de diez ciudades y tres continentes. La UOC, a través de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación, somos partners académicos de este acontecimiento -gratuito previa inscripción- y a través de este artículo intentaré explicaros por qué, simplemente, no os lo podéis perder.
¿Qué tiene que ver uno de los iconos populares más perdurables en nuestro imaginario colectivo con uno de los principales campos emergentes de innovación tecnológica actuales? ¿Y todo ello con la creación colectiva? La respuesta no es exactamente elemental, pero al menos intentaré proporcionaros algunas pistas.
En medio de un panorama cultural incierto en relación al futuro del cine, una cosa sí parece clara: el cine -o por lo menos un cierto tipo de cine- ha vuelto como experiencia social y compartida, encontrando un camino alternativo al de la despersonalización de las multisalas o las opciones estrictamente 'espectacularizantes' como el 3D. Así han surgido iniciativas de éxito, como cines con programación especializada orientada a la creación de una base de público entusiasta, servicios de proyección en salas bajo demanda y la revitalización del cine al aire libre o en espacios singulares. A ello se suma una tendencia emergente que va un paso más allá: el cine como evento inmersivo en directo, como Secret Cinema en Londres o Cine Imersão en Sao Paulo, los cuales han recreado escenarios y momentos históricos de películas como Back To The Future o The Empire Strikes Back para ser vividas por el público.